Tras el estallido y posterior avance mediante elecciones de la primavera árabe egipcia en Enero de 2011, muchos creíamos encauzado un proceso político revolucionario de gran apoyo popular.
¿Qué ha sucedido para que de nuevo una gran parte del pueblo egipcio se eche a la calle reclamando la dimisión del presidente electo?
Hace un par de semanas EE. UU. felicitaba al presidente egipcio Mohamed Morsi por su labor como mediador durante el ataque israelí a Gaza. Morsi aprovechó ese momento para anunciar su ‘decretazo’, a través del cual anuló la efectividad de cualquier decisión judicial contra él o contra el grupo encargado de redactar la Constitución, integrado por sus aliados islamistas.
Aquella medida encendió la mecha de la indignación entre importantes sectores de la sociedad egipcia y fue el origen de las protestas que estamos viendo estos días.
Con el ‘decretazo’ aprobado, el panel redactor de la Carta Magna, libre ya de amenazas judiciales que pudieran cuestionar su legitimidad, se dio prisa por culminar el borrador del texto constitucional. Tanto, que una semana después anunció que estaba listo y Morsi fijó el 15 de diciembre como fecha para su votación en referéndum: Menos de quince días para que los egipcios pudieran leer, valorar y analizar la propuesta de borrador.
“En un país con importantes porcentajes de analfabetismo ¿cómo le va a dar tiempo a la gente a valorar si esta es la Constitución que merecemos?”, se preguntó en una intervención televisiva el escritor Al-Aswany.
Diversas organizaciones políticas y sociales se echaron las manos a la cabeza tras leer el borrador y denunciaron varios aspectos del mismo:
- Limita la libertad de expresión e información en determinados casos.
- Establece que los tribunales militares podrán seguir juzgando a civiles.
- No prohíbe de forma explícita la discriminación por razones de género, sexo, origen o religión.
- Limita la creación de sindicatos – ”solo podrá haber un sindicato por gremio profesional”, artículo 53– algo que ha provocado gran malestar entre la izquierda y el movimiento obrero egipcio. Los sindicatos independientes, con un activo papel en la organización de huelgas y protestas, podrían verse seriamente amenazados.
Varios asesores de Morsi presentaron su dimisión, las protestas crecieron en las calles y grupos de la Hermandad Musulmana y salafistas trataron de disolverlas con violencia. Surgieron enfrentamientos en los que seis personas murieron y cientos resultaron heridas. Los grupos islamistas no dudaron en reprimir a los manifestantes con dureza.
El Ejército
A pesar de la represión, las protestas han seguido. El Ejército, que hasta ahora había permanecido callado, ha instado al diálogo y ha advertido que no permitirá que el país se suma “en un oscuro túnel que resultará en una catástrofe”. Su aparición en escena ha provocado escalofríos entre los movimientos sociales y activistas de las revueltas, que en muchos casos sufrieron en sus propias carnes la represión militar bajo el régimen de Mubarak o a lo largo del año 2011, cuando las Fuerzas Armadas aún ocupaban el poder.
«Nos merecemos algo mejor que tener que elegir entre el Ejército o los Hermanos», han coreado estos días algunos grupos en las manifestaciones frente al palacio presidencial.
Finalmente, Morsi se ha visto obligado a hacer alguna concesión: Ha anunciado que da marcha atrás al decretazo y ha nombrado a un grupo de expertos juristas para que redacten un nuevo decreto. Pero el borrador constitucional permanece intacto, la fecha del referéndum se mantiene y con ella, la indignación de la oposición y de los movimientos sociales de la llamada revolución egipcia.
En las paredes de las calles del palacio presidencial, escenario de protestas multitudinarias, han aparecido varios dibujos de ovejas, en clara alusión a la Hermandad Musulmana.
“Es el carácter de los Hermanos. Sus seguidores protestan siguiendo órdenes. Nosotros lo hacemos por elección, somos libres”, ha escrito la activista Gigi Ibrahim.
“Estamos viviendo algo muy significativo”, ha dicho el activista y periodista Hossam El-Hamalawy: “Desde Alejandría hasta Aswan, por primera vez en su historia, Egipto es testigo de una verdadera rebelión contra los Hermanos Musulmanes”.
“Morsi es un presidente que llegó al poder a través de la ley, y pisoteó la ley para permanecer en el poder”, ha afirmado esta semana el escritor egipcio Alaa Al-Aswany, autor de obras tan internacionales como “El edificio Yacobián”.
Fuente: diario.es