«Tsipras nos ha engañado»

Las concesiones del primer ministro a la Troika provocan una crisis sin precedentes en Syriza y en el Gobierno, mientras estallan los disturbios en Syntagma

HIBAI ARBIDE AZA en ctxt

.

“Tsipras nos ha engañado”, dice Giorgos, un cargo de confianza de Syriza que acaba de presentar su dimisión hoy, 15 de julio. La condición para responder a las preguntas de CTXT es no aparecer con su verdadero nombre. “Nos dijo que tenía un plan, que confiáramos en él. Fue advertido, por Varoufakis, Tzakalotos y el resto de la delegación negociadora de que se dirigía hacia el abismo. Y lo único que hizo fue maniobrar para asentar su poder interno. Dio por perdida la negociación para reforzar su poder personalista dentro de Syriza”, denuncia.

.

La noche del 14 de julio, el primer ministro griego concedió una entrevista al canal público ERT. “Asumo todos los errores cometidos durante las negociaciones”, aseguró. Lejos de sonar a autocrítica, lo que Tsipras hizo fue confirmar una apuesta personalista en la que él, y sólo él, aparecía como el protagonista de las últimas semanas. “Yo gané el referéndum”,  llegó a afirmar, “por lo que a mí me corresponde tomar las decisiones. En la vida y en la política hay que arriesgar”. 

A preguntas de los periodistas, Tsipras reconoció que el acuerdo no le gusta, que firmó bajo enormes presiones por la asfixia monetaria que sufre Grecia y que contiene medidas de austeridad que tanto él como su partido, Syriza, habían prometido no repetir. Sin embargo, lejos de disculparse por ello, defendió la pertinencia de las reformas que el Eurogrupo exige a Grecia ante la amenaza del Grexit impulsada por el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble.

El otro argumento que Tsipras repitió fue que el acuerdo permitirá iniciar negociaciones para reestructurar la deuda. Obviando que su gobierno no consiguió ni siquiera fijar una fecha a tal efecto. El documento final no sólo no establece nítidamente la insostenibilidad de la misma sino que excluye de manera explícita la posibilidad de una quita nominal. Tsipras, también en este punto, defendió exactamente lo contrario de lo que su gobierno ha dicho desde enero.

La entrevista cayó como un jarro de agua fría en Syriza. Quienes esperaban un golpe de efecto a última hora tuvieron que asumir la realidad de la derrota. Comenzó entonces una cadena de dimisiones de altos cargos y cargos de confianza de los que sólo se ha hecho pública la punta del iceberg.

Los diputados Dimitris Koledas y Eleni Sotiriou; la viceministra de Finanzas, Nadia Valavani, y el secretario general del Ministerio de Economía, Manos Manousis, son los primeros nombres de una lista de dimisiones que, a buen seguro, continuará los próximos días. Parece probable que el ministro Panagiotis Lafazanis, líder de la Plataforma de Izquierdas, y otros relevantes nombres pronto se incluyan en ella.

También durante la noche del 14 de julio, dirigentes de la Plataforma de Izquierdas y el KOE, las principales corrientes críticas de Syriza, se reunieron en un hotel de la periferia ateniense. La reunión se alargó hasta la madrugada, y los asistentes pidieron a los periodistas desplazados hasta allí que se fueran, por lo que se desconoce lo debatido allí. Sólo ha trascendido que no hubo acuerdo para formar un partido escindido de Syriza, posibilidad que plantearon algunos de los presentes.

El 15 de julio por la mañana, 109 de los 201 miembros del Comité Central de Syriza suscribieron un documento en el que piden el voto contrario al acuerdo con el Eurogrupo. En el mismo, denuncian que las reformas son “contrarias a los principios de izquierdas pero, sobre todo, a los intereses de las clases populares”.

Un mínimo de 20 diputados de Syriza han anunciado que votarán en contra de la propuesta de Tsipras. Otros 17 no han anunciado aún qué votarán.

Sin embargo, las reformas que exige el Eurogrupo para conceder a Grecia un crédito puente que alivie la asfixia monetaria y permita seguir negociando no corren peligro. Tsipras ha conseguido garantizar el voto a favor de los partidos de la oposición Nea Dimocratia, Pasok y Potami.

La opción de remodelar el gobierno conforme a esa nueva mayoría toma cada vez más cuerpo. Tsipras descartó categóricamente un adelanto electoral durante la entrevista concedida a ERT el 14 de julio, a pesar de ser consciente de su más que probable pérdida de apoyo parlamentario. Sería incomprensible si no fuera porque Antigoni Liberati, la portavoz del grupo parlamentario del partido Potami, ha manifestado la intención de éste de apoyar al gobierno “si Tsipras garantiza que entre Syriza y Anel [el aliado ultranacionalista de la coalición de izquierdas] votan a favor de las reformas un mínimo de ciento veinte diputados”.

Potami es un partido de centro liberal que concentra gran parte de los odios de las bases de Syriza. No en vano, durante la noche en la que el No ganó el referéndum, un numeroso grupo de las juventudes del partido concentradas en la Plaza Syntagma dedicó numerosos y ofensivos lemas al líder del mismo, Stavros Theodorakis. El mismo Theodorakis que, una semana antes de que Tsipras estampara su firma en un acuerdo “forzado y no compartido”, viajó a Bruselas a garantizar a los socios europeos que, en el caso de que parte de Syriza no apoyara el acuerdo, Tsipras podría contar con su ayuda.

Potami tiene 17 diputados, y el Pasok tiene 13. Ambos grupos parlamentarios podrían sustituir a la totalidad de la Plataforma de Izquierdas, el KOE y los que, como Zoe Konstantopoulou, sin pertenecer a ellos votarán en contra. [Finalmente, la Cámara aprobó el tercer rescate de la Troika con el voto contrario de 32 diputados de Syriza -entre ellos Varoufakis- y varios ministros]

Poco antes de que comenzara la sesión parlamentaria estallaron algunos disturbios en Syntagma. Cócteles molotov y gases lacrimógenos en la plaza, y, unos metros más allá, votaciones a favor de la austeridad dentro del Parlamento. Es un déjà vu. La misma imagen que se vivió durante la aprobación del primer rescate en 2010 y el segundo en 2012. Sólo que entonces, a diferencia de hoy, había esperanzas de que un Gobierno diferente fuera posible.

Deja un comentario