Creación monetaria y la crisis en Europa |
por Alejandro Nadal en Sinpermiso |
Las negociaciones entre Syriza y el grupo de ministros de finanzas del Euro-grupo han desembocado en una extensión de cuatro meses del programa de rescate. El mayor número de concesiones de importancia correspondió al gobierno griego. El primer ministro Alexis Tsipras tendrá que explicar a sus electores que el programa de austeridad no se puede aniquilar en unos cuantos días. De todos modos, por las negociaciones que vienen, la moneda (debe ser un euro) todavía está en el aire.
El programa de austeridad y reformas estructurales que le ha sido impuesto a Grecia sólo ha logrado intensificar la depresión económica. El colapso ha sido brutal y la deuda como proporción del PIB ha crecido (alcanzó ya 170 por ciento). Nadie piensa que el programa de ajuste llevará a Grecia a reducir el nivel de su deuda a 120 por ciento para 2020). El debate en el que se encuentra enfrascada la Unión Europea y la euro-zona es ahora de naturaleza política. Lo que está en juego es el tipo de proyecto social que se va a construir en Europa. Y por ese motivo, más que nunca, urge un análisis de economía política sobre los orígenes y naturaleza de la crisis en Europa. Sólo así se puede alcanzar más claridad en el deslinde de responsabilidades y en las nuevas reglas para controlar la voracidad del capital financiero. Y solamente con un análisis más certero se podrá convencer al electorado a redibujar el paisaje político de Europa, paso necesario para abrir vías alternativas para el desarrollo social. Hasta ahora ha seguido dominando una visión simplista y equivocada sobre los orígenes de la crisis. La mejor expresión se encuentra en los enunciados de los ministros de finanzas de Alemania y Holanda, Schäuble y Dijsselbloem (hoy jefe del Euro-grupo): los bancos prestaron a los griegos los ahorros de los demás y ahora hay que pagar esa deuda.
La teoría de los fondos prestables(TFP) es admitida en toda la teoría macroeconómica del establishment, aunque sean muy pocos los autores que explícitamente lo reconocen. Fue creada en 1934 por Dennis Robertson y ha sido objeto de fuertes debates. Al día de hoy, desde los vulgarizadores Mankiw y Krugman, hasta los más sofisticados textos de Woodford, la TFP domina la visión macroeconómica ortodoxa sobre el papel de los bancos en una economía capitalista. Esta es la interpretación que casi todos en el mundo académico aceptan, es también la visión con la que la aplastante mayoría de la población en Europa se va a dormir todas las noches. Para describir la TFP podemos recurrir a un relato sencillo que sigue los lineamientos de un texto de Krugman. En una economía hay gente que es paciente y hay gente impaciente. Los primeros ahorran y los segundos toman prestados esos ahorros para sus proyectos (de consumo e inversión). Los ahorros se convierten en fondos prestables: hay unas entidades, llamadas bancos, que fungen como intermediarios entre esos dos grupos de personas. La tasa de interés se determina en el mercado de esos fondos prestables. Todo esto suena lógico, pero es falso.
La visión sobre la crisis en Europa que abrazan Schäuble y Dijsselbloem está basada en esta teoría. De acuerdo con este relato, los bancos de la eurozona habrían canalizado el exceso de ahorro de países como Alemania a países con déficit de ahorro, como Grecia. Pero los datos no confirman esta idea. Una investigación de Hyun Song Shin, (publicada en www.voxeu.org) sobre la evolución de activos y pasivos transfronterizos de los bancos en la eurozona entre 1977 y 2011 permite analizar la relación entre crédito y ahorro. Los datos son del Banco Internacional de Pagos con sede en Basilea, Suiza, y muestran una expansión inusitada del crédito a partir de 2002. Ese año los activos de los bancos de la eurozona en operaciones transfronterizas ascendieron a unos dos billones (millones de millones) de euros. Cinco años después, en 2008, esos activos transfronterizos habían alcanzado la prodigiosa cifra de 10 billones de euros. ¡Un incremento de 500 por ciento! Esos activos, cabe recordar, representan entre otras cosas los préstamos que realizan los bancos (los préstamos se inscriben como activos en la contabilidad del banco porque los prestatarios deberán reembolsarlos). ¿Cómo se comparan las operaciones transfronterizas de los bancos con el PIB y el ahorro nacional de los países de la euro-zona? Para empezar, el crecimiento del ahorro en estos países fue de 14.5% en promedio para el grupo de países. Pero, por si ese dato fuera poco, tenemos lo siguiente: las cuentas nacionales publicadas por Eurostat muestran que el PIB de los diecinueve países de la eurozona en 2008 ascendió a 9.5 billones de euros. Ésta comparación entre la cartera de los bancos de la eurozona y el producto interno bruto de sus países pone en entredicho la teoría de los fondos prestables. Si alguien no se ha escandalizado todavía, es que no está prestando atención. Si los bancos europeos se dedicaran a prestar los ahorros de la población, debiera existir una cierta proporción entre la cartera de los bancos y el ahorro nacional en cada país y, por tanto, en la euro-zona. Pero resulta que en la euro-zona los activos transfronterizos de los bancos en 2008 fueron superiores al PIB. Eso es extraordinario: ¡el ahorro hubiera tenido que superar el ingreso!
La realidad es que los bancos comerciales privados y públicos tienen la capacidad de crear moneda de la nada. Los títulos que emite un banco, desde una chequera hasta una letra de crédito, sirven como medios de pago que son reconocidos por todos los demás bancos. Es por eso que el 95 por ciento del circulante en una economía capitalista moderna es emitido por bancos comerciales privados. Sólo el 5 por ciento es emitido por el banco central, aunque ese pequeño monto es circulante de alto poder. La verdad es que el banco central no controla la oferta monetaria y se ve obligado a dotar a los bancos con suficiente liquidez para apuntalar sus operaciones (por eso se puede decir que los préstamos crean las reservas).
Es cierto que este hecho suena a algo fantástico. Cuanta razón tenía Lord Byron: ‘tis strange, but true, for truth is always strange; stranger than fiction
(Extraño es ello, pero vero, que la verdad es siembre extraña, harto más que la ficción) Los bancos de la eurozona, en especial aquéllos que tenían ventajas de escala y reputación, se encontraron con una gran oportunidad al momento de consumarse la unión monetaria. El mercado de países de la cuenca del Mediterráneo les ofrecía terreno virgen para sus operaciones: no sólo había una misma referencia monetaria, sino que las reglas macroeconómicas (Tratado de Maastricht) aseguraban baja inflación. Además, la desregulación del sector a través de los acuerdos de Basilea II facilitaron esta expansión. Los bancos enviaron a sus agentes más aguerridos a promover sus créditos y se encontraron con un público ávido de crédito barato. El resultado está en las cifras mencionadas arriba. La superabundancia de crédito entre 2002 y 2009 es el resultado de estas operaciones de los bancos. La crisis proviene del exceso de crédito generada por la voracidad de los bancos de la eurozona. La carga de la deuda se socializó a través del rescate de los banqueros y así se trasladó la carga a los pueblos de los países receptores de créditos y después la crisis se transformó en una de deuda soberana. Pero la responsabilidad de los bancos comerciales privados en los orígenes de la crisis no puede ser ignorada.
Alejandro Nadal es miembro del Consejo Editorial de Sinpermiso |