Al fallecimiento de Fidel Castro se han vuelto a desatar las filias y las fobias hacia un personaje histórico tan singular.
Fidel, que encabezó la bien conocida revolución contra la dictadura de Fulgencio Batista en el siglo pasado y buscó poner en marcha una utopía comunista, llevó a cabo una controvertida gestión política con luces y sombras, sin duda, en un entorno hostil bloqueado y amenazado constantemente por la adopción del modelo socialista por el país mas poderoso e intervencionista del mundo cual es EE. UU. Esto, a pesar de todo, dio como resultado una Cuba exitosa en Educación, Sanidad y protección social pero que sin embargo, en lo que respecta a libertades públicas -recordemos, no obstante el entorno geopolítico mencionado-, fracasó a juicio de casi todos los observadores.
Con todo esto, a los detractores de Fidel Castro les gusta mucho referirse a él con el término de «dictador» y bueno, si esto lo analizamos bajo la lupa de uno de los más crueles y execrables hechos de las dictaduras como es la pena de muerte y la frecuencia de su uso (o más bien abuso), pues nos sale que Cuba no da la talla como dictadura frente a «amigos» tan tradicionalmente nuestros como Arabia Saudí, China o nuestros eternos referentes los Estados Unidos de América.
Veamos: