CIENCIA Y FÚTBOL

«La inmensa mayoría de las profesiones son muchísimo más útiles para la sociedad que la de futbolista»

PELLO SALABURU en El Correo

Parece que no son los mejores momentos, en opinión de nuestros dirigentes, para invertir en ciencia e innovación, según indicaba la ministra del ramo hace unos días. La crisis es la crisis. Sin embargo, está visto que la crisis afecta a unos sectores, pero no a otros. Resulta más que preocupante, y completamente escandaloso, lo que estamos viendo estos días.
Ni la mejor jugada de Villa, ni la parada más espectacular de Casillas mejorarán en nada nuestra vida. Nos darán un poco de asueto durante unas horas, como pasaba con el circo en Roma, y nos entretendrán. Pero nada más. Nuestra vida no va a mejorar en nada por eso, aunque es cierto que, en momentos duros de crisis como éste, nos viene bien para despistarnos un poco y evadirnos de los problemas reales. Sin embargo, el trabajo de un médico, el puente diseñado por un ingeniero, el programa desarrollado por un informático, o las largas y lentas horas que un científico pasa en el laboratorio, mediante una acumulación lenta del conocimiento, acaban teniendo enorme importancia y hacen posible que vivamos más tiempo y lo hagamos con una calidad de vida mayor. La ciencia ha mejorado de forma espectacular nuestra calidad y nuestra esperanza de vida, basta ver las estadísticas. La inmensa mayoría de las profesiones son muchísimo más útiles para la sociedad que la de un futbolista. Debemos mucho a la ciencia y a la técnica, pero da la impresión de que no somos conscientes de ello. Si lo fuéramos, no podríamos aceptar en buena lid y sin protestar que los futbolistas se lleven lo que se van a llevar si ganan el Mundial. Es un auténtico escándalo. Mucho más cuando jugarían de forma muy parecida aun ganando la centésima parte.
Nos dicen que la federación se financia sola, y que con el Mundial saca mucho más dinero del que pueda gastar en primas. La indecencia absoluta es la misma. Porque, en ese caso, y ateniéndonos a las reglas del mercado, un negocio tan pujante debería pagar a Hacienda mucho dinero por utilizar la marca ‘España’, si es que la utilización de esa marca les genera tantos fondos. Deberían pagar lo suficiente como para impedir que cada jugador vaya a cobrar 600.000 euros. A la vista de esas cantidades, es evidente que la ciencia es maltratada y despreciada.
Los profesores universitarios que así lo deseen, y siempre que cumplan una condiciones, son evaluados por el Ministerio. Se evalúa de forma anónima la investigación científica que realizan, y esa evaluación se hace cada 6 años. Cada profesor puede ser evaluado, con efectos retributivos, hasta un máximo de 6 veces (36 años de investigación). Se trata de compensar a los mejores, y fomentar la calidad en la Universidad. Hay en España (universidades públicas) unos 95.000 profesores universitarios, de los que 68.000 tienen dedicación exclusiva. Según los últimos datos disponibles (2008), en todos estos años se podían haber presentado unos 48.000 profesores para que fuesen evaluados. Sin embargo, sólo se han presentado 37.000, de los que más de 6.000 no han conseguido ninguna evaluación positiva (ningún ‘sexenio’). Los datos para el resto son los siguientes (doy números exactos ahora): con un sexenio, 10.135; con dos, 9.193; con tres, 5.695; con cuatro, 3.198; con cinco, 1.824, y con seis, 613 profesores. Es decir, que de un total de 95.000 profesores, sólo 613 han conseguido evaluación positiva para sus 36 (ó más) años de investigación, siempre hasta 2008. Vamos a ver ahora las primas que cobra nuestra elite científica, aunque, la verdad, me da cierto rubor ponerlo aquí.
Cada uno de esos 613 profesores recibirá, hasta su jubilación, si son todos catedráticos, 11.256 euros como prima por año, con independencia de su salario. Un emolumento más bien ridículo para el tremendo sacrificio que exige la obtención de un sexenio. Es decir: la prima de un solo jugador por ganar un mundial equivale a la prima que cobran 53 de nuestros mejores y más experimentados científicos (en España) al año. Desde otra perspectiva: el año 2007 se concedieron 4.626 sexenios en total. El coste de las primas de todos nuestros investigadores (más de 30.000) fue sensiblemente inferior (dos terceras partes) al coste de las primas que cobrarán nuestros 23 jugadores si ganan el Mundial. O estamos haciendo el primo o hay demasiada prima de por medio.
Me voy a olvidar aquí de lo que sucede con el fútbol ‘privado’ (por ponerlo de algún modo: ligas, copas y demás). Desde siempre, pero más desde que Florentino se hizo dios y habitó entre nosotros, la escandalera es de campeonato. Se trata de clubes a los que les llueven, de forma directa o indirecta (hay muchos modos), ayudas públicas utilizadas para pagar sueldos privados multimillonarios. No me voy a referir en esta ocasión a eso, ni a los sueldos, ni a las primas de competiciones más o menos privadas, sino a algo más básico, a ese mecanismo tan perverso que hace que un organismo que utiliza símbolos oficiales se valga de ellos para meter dinero a espuertas en los bolsillos de unas personas cuya profesión aporta más bien poco al bienestar de todos nosotros, mientras al mismo tiempo se desprecia de forma olímpica el trabajo de cientos o miles de personas que han hecho posible simplemente eso: que vivamos más años, y los vivamos mejor. Uno se inclina a pensar que, si la sociedad no es capaz de ver esto, la idiotez está bastante más extendida de lo que presuponía. He omitido un detalle: en realidad la distancia es mayor, porque a partir de este mes hay que quitar un 5% a las primas de los científicos.

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