Acaba el año, pero no olvidemos para qué nos está robando derechos y dinero el gobierno
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Sigue leyendo «RECORTES (4ª parte): ¿Para qué?, o mejor… ¿para quién?»
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Sigue leyendo «RECORTES (4ª parte): ¿Para qué?, o mejor… ¿para quién?»
El problema no es la herencia recibida. El problema es que esa herencia, buena o regular, abundante o escasa, está siendo dilapidada.
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9 de agosto. La crisis hipotecaria hace caer las bolsas de Estados Unidos y Europa. El Banco Central Europeo (BCE) inyecta 95.000 millones de euros a 49 entidades bancarias con problemas de financiación, debidos, en parte, a la crisis especulativa y crediticia en EE UU, cuyo detonante fue el estallido de la burbuja inmobiliaria con las hipotecas basura («subprime»). Sigue leyendo «RECORTES (2ª parte): La Crisis internacional, la Estafa y su aprovechamiento. Algunas fechas clave.»
Colectivo IOE
El grueso de la población, la que no posee medios de producción, percibe sus rentas a partir de tres grandes fuentes: el salario directo, el indirecto (prestaciones sociales) y el diferido (pensiones de jubilación). Un seguimiento de estas tres fuentes de renta puede mostrarnos las dinámicas de distribución de las rentas y de la redistribución a partir de la regulación estatal. En esta nota nos centraremos sólo en la evolución de las prestaciones de desempleo y de las pensiones de jubilación.
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Por Alejandro Pérez en Mentótica
Una vez más, quiero compartir con todos vosotros una de esas ilustrativas imágenes que nos ayudan a comprender lo que está pasando:
A través de esta imagen podemos vislumbrar uno de los principales problemas que dieron origen a la crisis (la deuda privada), y podemos desmontar la tan manoseada frase de que hayamos sido nosotros, los ciudadanos de a pie, los que «hemos vivido por encima de nuestras posibilidades».
En efecto, fue la deuda privada y principalmente la deuda de las grandes empresas la causante de la burbuja que acabó estallando provocando la crisis económica particular de nuestro país. La deuda pública representaba un 37% del PIB y un 20% de la deuda total, cifras similares a las del endeudamiento de las familias y muy inferior a la deuda de las PYMEs (3% de la total). La que era insostenible era la deuda de las grandes empresas (aproximadamente 130% del PIB) y lo que está sucediendo ahora es que hay un trasvase de la deuda privada de esas grandes empresas y bancos hacia la deuda pública. Ésta, ha aumentado más del doble en lo que llevamos de crisis pero si no pagáramos intereses sería del 14% del PIB.
De hecho, los 40 mil millones de euros en recortes que ha presentado el PP para los presupuestos del 2013 corresponden exactamente a la cantidad que vamos a desembolsar en intereses durante este año.
Ni el endeudamiento de las familias (alimentado por la banca y las dinámicas sistémicas, ya que el salario se ha estancado durante los últimos 15 años en España) ni el endeudamiento público están en el origen de la crisis. Lo hemos repetido muchas veces pero no viene de más seguir recordándolo para poder afrontar con un mínimo de realismo las consecuencias y las soluciones de la crisis del capitalismo.
Otros datos que se hicieron públicos ayer son igualmente escandalosos. Así, un informe de Comisiones ha desvelado que más de uno de cada 3 asalariados cobra 641 euros al mes o menos, la brecha social no hace más que agrandarse y devenir insostenible. Del mismo modo, los millonarios españoles han aumentado su riqueza durante este periodo de crisis, las cinco mayores sociedades de inversión de magnates, que sólo pagan el 1% de impuestos, han crecido de 1.638 a 1.818 millones de euros. Nos dijeron que no hay lucha de clases, que todos somos clase media… otro mito que se desmorona. Aquí no es que haya una lucha de clases, hay directamente una guerra, una guerra que están ganando de forma bochornosa. Tendremos que innovar todavía más en nuestra forma de organizarnos, de todas formas el conflicto social abierto parece ya inevitable, hay que terminar de una vez por todas con el expolio de clase.
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Aunque conocemos algunos de sus síntomas:
Pero aún así, con todas esas incertidumbres y muchas más, porque este «experimento» no tiene precedentes, nos van a recortar más derechos, nos van a robar más dinero (eso sí, a las capas sociales más bajas, ya que quienes lo ejecutan son las de arriba), van a agudizar la agonía social y económica, y todo ello solo conseguirá, aparte de acabar con el «estado social», hacer inviable la devolución de la deuda con lo que los acreedores no recibirán sus pagos y se multiplicará el efecto dominó haciendo caer a otras economías ahora más fuertes.
Por lo tanto, y sin rodeos, creo que es hora de pedir sin complejos utópicos la Abolición de la Deuda y sentar las bases de un nuevo modelo social que, dicho sea de paso no se como ha de ser pero si sé que no puede ser el actual capitalismo neoliberalista que sufrimos, donde los beneficios los «regula» estupendamente el mercado pero en las crisis… ¡¡socializamos las pérdidas!!
¡¡Que los inexistentes dioses nos cojan confesados!!
Daniel Albarracín, Nacho Álvarez, Manuel Garí y Bibiana Medialdea *
La altanera incompetencia de Rajoy
La batería de medidas anunciadas el día 11 de julio por Rajoy en medio de los indignos aplausos de su bancada constituye un ataque contra la mayoría social y supone una declaración de guerra contra la población asalariada. De entre ellas destaca, por el grado de desprecio que representa hacia las personas más débiles, la referente a los recortes de la prestación de desempleo. Por ello no es extraño que hayan suscitado inmediatamente reacciones contrarias por parte de las organizaciones sindicales y sociales.
Que las medidas adoptadas son duras agresiones antisociales ni el presidente del gobierno se atreve a desmentirlo. Que todo el ajuste presupuestario se ha venido realizando hasta la fecha sobre el recorte del gasto y no se ha abordado la cuestión central del aumento de los ingresos fiscales –en caída libre desde hace años–, hoy es acerbo común. Y, sin embargo, Rajoy ha presentado estas medidas en sede parlamentaria –siguiendo el dictado impuesto por el BCE, la Comisión europea y el FMI- como necesarias e ineludibles, como la “única” solución posible. Es más, les atribuyó, como en su día hizo con la contrarreforma laboral, una carga de eficacia económica que nos asegurará la recuperación. El trilero intenta, una vez más, engañarnos con sus pases de mano y su supuesto sentido común y, encima, lo hace de forma terriblemente contraproducente para el futuro inmediato de la economía. Y en esto radica su talón de Aquiles.
Mientras tanto, el PSOE con Rubalcaba a la cabeza interviene sin capacidad de incidir en el debate político, atrapado por su pasado inmediato (¡mayo 2010!), su concepción social liberal de la economía y la UE (que le impide disponer de una alternativa diferenciable) y su papel (que nadie le otorga ni agradece) de partido que hace política de estado en momentos que hay que hacer política de mayoría social frente a la barbarie.
Creando depresión y otras penas
En 1966 el filósofo, lingüista y sicólogo Maurice Godelier cuestionó la razón capitalista desde el título mismo de una de sus obras Racionalidad e irracionalidad de la economía. Pareciera que actualmente Bruselas, Berlín y Madrid se debaten de nuevo entre ambos términos de la dicotomía, tal y como corresponde a la naturaleza contradictoria del capitalismo. Por un lado, los principales gobiernos europeos y las instituciones de la UE actúan como representantes de los intereses del capital financiero, garantizando que las deudas contraídas sean cobradas por los acreedores.
Para ello, el Memorando que impone al estado español el “rescate” de la UE obliga –con el objetivo de recapitalizar la banca española y que ésta pague a sus acreedores extranjeros– a liberar los recursos necesarios mediante recortes en los gastos sociales, ajustes salariales, aumentos impositivos, etc.
Por otro lado, no obstante, las medidas que vienen aprobando Montoro, De Guindos y Rajoy, incluidos los nuevos ajustes, son una buena muestra de la irracionalidad e incompetencia de estos servidores de los mercados, dado que las efectúan en nombre de un supuesto saneamiento económico necesario para salir de la crisis y, sin embargo, no hacen sino reforzar la situación actual de depresión. El trío no parece saber muy bien ni qué hacer ni qué consecuencias tienen sus decisiones, aunque éstas han situado a la economía española en el centro de un cenagal de arenas movedizas. La chulesca imposición de Montoro –aprisa y corriendo– a las Comunidades Autónomas de un objetivo de déficit aún más severo que el “aprobado” hace dos meses, producirá nuevos recortes sociales en servicios públicos básicos como sanidad, enseñanza y dependencia, pero también supone un duro golpe económico para diversos sectores que conocerán más recesión y más paro. La eliminación de la paga extra de Navidad para decenas de miles de empleados de la función pública supone la enésima agresión salarial al colectivo y tendrá, también, efectos sobre los gastos y la demanda de los mismos con consecuencias similares a lo expuesto. Las privatizaciones de los restos de las joyas de la corona como RENFE, sólo traerán reducciones de plantilla, peores servicios públicos y mayores ganancias privadas. En todos estos casos el “ahorro” o el “ingreso” van a ser menores que las pérdidas económicas que van a generar para el conjunto de la sociedad. En medio del marasmo aprovechan además para anunciar la disminución del importe de las cuotas a la seguridad social (un nuevo regalo para los patronos a costa de nuestro salario y nuestras coberturas), así como un impuesto sobre la energía con finalidad recaudadora. Este nuevo impuesto, lejos de resolver la estafa del déficit tarifario, se traducirá en aumentos de precios finales para los pequeños consumidores, sin que logre tampoco reducir la demanda global energética efectiva ni redunde en cambios hacia las energías renovables que verán peligrar su futuro.
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La novedad en esta situación no son las anunciadas e imprescindibles movilizaciones populares. Lo novedoso es que, por primera vez desde la constitución del gobierno del PP, la orientación de éste ha provocado críticas muy severas desde diversos sectores empresariales en torno al efecto pernicioso de la disminución de la masa salarial de los empleados de la función pública y muy especialmente ante la subida del IVA que regirá a partir del 1 de septiembre. Buena parte de los empresarios y de sus analistas temen que el incremento impositivo deprima aún más la demanda. Tal es el caso del sector turístico, para el que Exceltur estima que cada punto de incremento del IVA que se traslade directamente al precio provocará una reducción de ingresos de 1.005 millones de € al año, lo que puede implicar una merma de millares de empleos. Rosell, el patrón de patronos de la CEOE, sigue mostrando su comprensión y apoyo hacia las medidas del PP, pero la unidad monolítica que mantuvieron ante la reforma laboral se ha resquebrajado.
Ante todo ello, tenemos que convenir con Ernest Mandel lo que en 1983 planteó en una de sus conferencias universitarias en la hoy torturada y combativa Atenas: “La sociedad burguesa en su conjunto se caracteriza por una combinación sui géneris de racionalidad parcial y de irracionalidad global”.
El aumento del IVA como paradigma
Por fin el PP ha decidido aumentar los ingresos fiscales subiendo fuertemente los impuestos. Pero al igual que recientemente hizo con el IRPF sobre las rentas salariales, la subida pesará y recaerá sobre las clases trabajadoras. La pieza clave del aumento de ingresos radica en el incremento del IVA. El resto de medidas impositivas van a tener menos incidencia inmediata.
Como es sabido, el IVA es un impuesto indirecto que pagan los consumidores finales y tiene una fuerte carga regresiva, pues tiene escasas modulaciones para corregir los efectos perversos que provoca. Es un impuesto “fácil” que pesa sobre la población –con escasos recursos para oponerse– y no sobre los detentadores de las fuentes de riqueza –ricos también en instrumentos de presión–.
La subida del tipo general del 18% al 21% y del reducido del 8% al 10% supone que el 60% de los bienes y servicios reflejados por el PIB se verán afectados. Además diversos bienes y servicios dejan de tributar con el tipo reducido y pasan al general. Ello significa que no solo se incrementa para bienes de lujo o bienes prescindibles, sino también para bienes de primera necesidad como el vestido, el transporte de viajeros, la vivienda, la electricidad o el agua, y afectará a bienes y servicios como telefonía, gafas graduadas y lentillas, pañales, peluquerías o alimentos elaborados, así como a bares, restaurantes y hoteles.
El tipo más bajo quedará en el 4% y afectará a alimentos frescos –como leche, huevos, frutas, verduras y legumbres–, libros y periódicos, material escolar, medicamentos y viviendas de protección oficial. Pero ello no significa que los precios de, por ejemplo, los alimentos no vayan a subir pues los productores repercutirán en sus precios los 400 millones de € que deberán pagar por el incremento de dicho impuesto en sus consumos y adquisición de maquinaria.
Ningún bien, por tanto, se verá exento del encarecimiento. Los precios subirán de forma generalizada, contribuyendo con ello a la erosión de la capacidad adquisitiva y a un mayor deterioro de la demanda agregada. La OCU cuantifica el incremento medio del gasto al año en 415 € por familia, y otras estimaciones en casi 800 €.
Si a las actuales subidas añadimos las habidas en julio de 2010, cuando el tipo general pasó del 16% al 18% y el reducido del 7% al 8%, nos encontramos con que el IVA –tan regresivo en términos sociales– aumentó en dos años un 23,8% en el tipo general y un 30% en el tipo reducido. O sea, cada familia gastará de media 800 € más que en 2010, lo que significa que para una gran parte de la población casi un sueldo mensual se le irá en aumentos del IVA. En 2010 la recaudación se incrementó en 5.000 millones de euros anuales. Ahora el gobierno estima que aumentará en 7.500 millones en los doce meses posteriores a la entrada en vigor del impuesto. Craso error, la situación de estancamiento hoy es más grave que hace dos años. Es por tanto más que probable es que la recaudación no aumente, porque el aumento del tipo se verá contrarrestado por la bajada de actividad. Desde medios gubernamentales se argumenta que Alemania estableció una subida de tres puntos en el IVA en 2007, del 16% al 19%. Lo que no aclaran es que lo hizo en un momento en que su economía crecía por encima del 3%. En el caso español, la previsión del gobierno para 2012 es que el PIB caerá un 1,7% y la demanda interna un 4,4%.
En nuestro país, debido al fin de la metástasis inmobiliaria, la permisividad con el fraude fiscal y la bajada incesante de impuestos sobre las rentas del capital desde 1996, la presión fiscal sobre el PIB se ha situado en niveles muy por debajo del área comunitaria, particularmente del área euro. Ello ha sido una de las principales causas del rápido incremento del déficit público, cuando en 2007 se partía de un superávit. Y, por tanto, es uno de los factores que presionan sobre el incremento de la deuda pública.
A partir de este momento se va dar la paradoja de que España sea a la vez uno de los países de la UE con menor presión fiscal y sin embargo tenga uno de los IVA más altos. O, sea, incrementa la regresividad fiscal. Desde el inicio de la crisis actual, de los 27 estados miembros de la UE, 17 han subido el IVA. Solo Hungría y Rumanía aprobaron un incremento superior al anunciado por el gobierno, pero partían a su vez de tipos menores. En la zona euro, solo Grecia, Irlanda, Portugal y Finlandia mantendrán un tipo impositivo, el 23%, superior al español.
Sí, se puede
¿No hay más soluciones que las propuestas por el trío español y la troika comunitaria? Las hay y en todos los órdenes. Basten unas pistas hacia otro horizonte. Si hablamos de deudas: ¿Ha de pagar la ciudadanía las deudas de bancos y empresas? ¿Toda la deuda es legítima? ¿Hay que pagar de golpe toda la legítima? Si hablamos de finanzas: ¿Por qué no convertir el negocio financiero privado en una gran banca pública que invierta en actividad productiva y maximice el bienestar social? ¿Por qué no combatir la depresión de la demanda con incrementos generalizados de salarios y pensiones? Si hablamos de paro y producción: ¿Por qué no repartir el trabajo y el empleo reduciendo la jornada laboral? ¿Por qué no impulsar inversiones masivas en energías alternativas, sanidad, enseñanza o investigación? Si hablamos de déficit: ¿Por qué no combatir y erradicar el fraude fiscal, estimado en un 6% del PIB (es decir, un monto de 70.000 millones €, equivalente a lo que el gobierno quiere ahorrar y recaudar sobre las espaldas de los más débiles)? ¿Por qué aceptar las transacciones con paraísos fiscales? ¿Por qué no incrementar la imposición sobre las ganancias empresariales y acabar con refugios como las SICAV en un país donde el Impuesto de Sociedades tiene un tipo efectivo en torno al 10%, debajo incluso del tipo nominal de la Irlanda pre-rescate situado en el 12,5%? ¿Por qué no restituir el impuesto sobre patrimonio y crear además un impuesto a las grandes fortunas?
Estas y otras muchas preguntas apuntan hacia medidas posibles y razonables, que harían posible que la crisis no la pagasen las clases trabajadoras y populares. Para ponerlas en pie se necesita acumular energías sociales y políticas que acaben con la orientación antisocial que ofrecen quienes gobiernan en la UE y en Madrid.
* Este artículo es una versión ampliada del aparecido en Público.es
Artículo publicado por Vicenç Navarro en el diario PÚBLICO, 12 de julio de 2012
Este artículo señala que una de las causas reales de los continuos y constantes recortes de gasto público incluyendo el gasto público social que están debilitando enormemente el Estado del Bienestar español es la exigencia de que España pague la deuda a los bancos europeos, y muy en especial, a la banca alemana.
Una de las tesis que se promueven con mayor ahínco en los círculos neoliberales del país es que España entró y permanece en crisis por su excesivo gasto público y falta de disciplina fiscal. De esta tesis se concluye que hay que reducir el gasto público y recuperar la famosa disciplina fiscal, reduciendo el déficit público para alcanzar el nivel exigido por el Pacto de Estabilidad (el 3% del PIB).
Esta tesis es fácilmente demostrable que carece de credibilidad. El Estado español era, en realidad, el modelo de rectitud ortodoxa neoliberal. Tenía un superávit en las cuentas del Estado en los años 2005, 2006 y 2007, y su deuda pública era de las más bajas de la Eurozona. Durante el periodo 2004-2007, tal deuda pública bajó del 46% al 36%. España no podía ser más modélica desde el punto de vista neoliberal. Los responsables de la política económica y fiscal del Gobierno español recibieron el aplauso de las autoridades europeas que gestionan y dirigen la Eurozona (desde el Consejo Europeo y la Comisión Europea al Banco Central Europeo) y como no, del Fondo Monetario Internacional.
En realidad, la sensación de euforia era tal que el Gobierno socialista español, bajo la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, decidió bajar los impuestos, identificando tal medida con ser de izquierdas. Su slogan más conocido en aquellos años fue que “bajar los impuestos es de izquierdas”. Esta bajada de impuestos aumentó el déficit estructural del Estado, es decir, el déficit público, que determinan los ingresos y gastos estructurales y no coyunturales. Este aumento del déficit estructural permaneció ocultado o ignorado por el aumento de los ingresos al Estado, resultado de la situación coyuntural provocada por la burbuja inmobiliaria. Ahora bien, cuando esta burbuja explotó, el déficit estructural apareció con toda claridad y contundencia. Los ingresos al Estado bajaron en picado, resultado, en gran parte, de que la estructura fiscal del Estado español depende excesivamente de las rentas del trabajo y muy poco de las rentas del capital. Cuando la actividad económica se colapsó y el desempleo se disparó, los ingresos al Estado bajaron y mucho. De ahí el déficit público del Estado. No tiene nada, nada que ver con el aumento del gasto público, el cual, medido en gasto público por habitante, ha ido bajando, no subiendo. Y los datos así lo muestran. Se están recortando y recortando, y en cambio el déficit público apenas baja y el crecimiento económico está decreciendo. ¿Qué evidencia esperan los círculos neoliberales para poder ver que están profundamente equivocados?
Por otro lado, un punto clave poco estudiado y con escasa visibilidad mediática es ¿por qué la burbuja inmobiliaria explotó? La causa primordial es que la mayoría del dinero que estaba detrás de la burbuja inmobiliaria procedía de bancos alemanes, franceses, holandeses, belgas, entre otros. En realidad el enorme flujo de dinero (lo que se llama inversión financiera) a España explica que la balanza de pagos (la diferencia entre el capital que entra y el que sale del país) se disparara en aquellos años de burbuja inmobiliaria. El hecho de que la banca europea alimentara a la banca española se debía, como no podría ser de otro modo, a que eran inversiones financieras extraordinariamente beneficiosas. Su rentabilidad era enorme. Pero cuando esta banca europea contaminada por los productos tóxicos procedentes de la banca estadounidense se paralizó, el dinero dejó de venir a España y la burbuja inmobiliaria explotó, creando un agujero en el PIB español equivalente a un 10% de su tamaño. Y todo ello en cuestión de meses.
Ahora España tiene un problema enorme porque debe mucho dinero a los bancos europeos, que no puede pagar. Y los bancos europeos tienen un problema incluso mayor, porque han prestado tanto dinero a España y a los otros países intervenidos (Grecia, Portugal e Irlanda) que si éstos no lo pagan, tienen un problema gravísimo. En realidad, muchos de ellos se colapsarían. Los bancos alemanes habían prestado en 2009 la enorme cantidad de 704.000 millones de euros a los países PIGS (España, Grecia, Irlanda y Portugal), convertidos en GIPSI con la inclusión de Italia. Esta cantidad es muchas veces superior al capital en reserva de la banca alemana. Si estos países no pudieran pagar su deuda, la banca alemana colapsaría. El establishment financiero alemán y su Gobierno, presidido por la Sra. Merkel, es plenamente consciente de este hecho. Y de ahí su énfasis en que el objetivo prioritario de las políticas de austeridad que está imponiendo a aquellos países y de la supuesta “ayuda financiera”a sus bancos, sea el de que la banca alemana recupere el dinero prestado.
El objetivo de los recortes es salvar la banca alemana
Y así nacieron las políticas de recortes. Como bien escribía recientemente nada menos que el editor senior del Financial Times, el Sr. Martin Wolf (25.06.12) el objetivo de estos recortes en España tiene poco que ver con recuperar la economía española y sí con que se pague a los bancos europeos, incluyendo los alemanes, lo que se les debe. Así de claro.
Ahora bien, como las cosas no se pueden decir tan claro, el argumento que se utiliza por los economistas y políticos neoliberales, es que hay que reducir el déficit público para “inspirar confianza a los mercados financieros” de manera tal que éstos vuelvan a prestar dinero a España. Según tal argumento, la desconfianza de los mercados hacia España determina que la prima de riesgo española haya subido tanto, ignorando que el que marca los intereses de la deuda pública no son los mercados, sino el BCE, que es el lobby de la banca, y muy en especial de la banca alemana. El hecho de que el BCE no haya comprado deuda pública española durante más de tres meses es la mayor causa de que la prima de riesgo se haya disparado. Lo que le importa más a la banca alemana (y a su instrumento, el BCE) es que continúe la austeridad, que sigan y se profundicen los recortes por parte del Estado español a fin de que éste y la banca privada a la que el Estado español ha estado subvencionando y ayudando en cantidades exuberantes (más de un 10% del PIB) paguen ahora lo que deben a aquellos bancos europeos, incluyendo los bancos alemanes. Y los famosos 100.000 millones de euros que el Gobierno Rajoy ha solicitado de las autoridades que gobiernan la Eurozona irán destinados a continuar ayudando (todavía más) a los bancos, y todo ello financiado por el ciudadano normal y corriente que paga al Estado y sostiene la deuda pública. En realidad, incluso dirigentes del Gobierno alemán así lo han reconocido. Uno de los consejeros económicos del Gobierno alemán, Peter Böfinger, así lo ha dicho. “Las ayudas a la banca (de los países en dificultades) no tienen que ver con el intento de ayudar a tales países en sus problemas, sino ayudar a nuestros bancos que tienen gran cantidad de deuda de aquellos países” (Chatterjee, Pratap, Bailing Out Germany: The Story Behind The European Financial Crisis).
En realidad, si de verdad tanto el Gobierno Rajoy o el Consejo Europeo desearan ayudar a la economía española, no transferirían estos 100.000 millones a la banca (que no ha estado ofreciendo crédito ni a las familias ni a las medianas y pequeñas empresas), sino a organismos estatales como el Instituto de Crédito Oficial (ICO), con el mandato de ofrecer crédito accesible y razonable (no el que provee la banca hoy) a la ciudadanía y a medianas y pequeñas empresas españolas. Tales transferencias públicas podrían también estimular el establecimiento de bancas públicas (tanto centrales como autonómicas) o cooperativas de crédito que garantizaran la existencia de crédito, uno de los mayores problemas que existe hoy en la España endeudada.
Pero lo que las autoridades europeas desean más que nada es que la banca española y el Estado español paguen a los bancos alemanes, franceses, holandeses, belgas y otros lo que les deben, a fin de -según dicen ellos- recuperar la confianza de los mercados. Pero este argumento asume que existen mercados, lo cual es fácil de demostrar que no ocurre. En un mercado, la responsabilidad de un préstamo fallido es compartida. Es un fallo de la persona o institución que pidió el préstamo, pero lo es también de la persona o institución que ofreció el préstamo. Y esto no está ocurriendo. En esta situación se está penalizando al primero a fin de salvar los intereses del segundo. Esto es lo que está haciendo, entre otros, el Gobierno alemán, que acusa y critica al Estado español por haber permitido la formación de la burbuja inmobiliaria sin citar el papel clave que el Estado alemán y la banca alemana jugaron en el establecimiento y explosión de tal burbuja. No se puede hablar de prestatarios irresponsables sin hablar también de los prestamistas irresponsables. Y el Gobierno alemán está imponiendo las políticas de austeridad para asegurarse de que a la banca alemana irresponsable se le pague la deuda con intereses (que, por cierto, alcanzan niveles estos últimos que cubren varias veces el coste de la deuda en sí).
Y así estamos.
CADA SEMANA MÁS DOLOR
Así viene sucediendo desde aquel fatídico Mayo de 2010 en el que, el entonces presidente J. L. Rodríguez Zapatero, comenzó a ceder ante presiones externas y creyó necesario suicidarse políticamente y traicionar tanto sus principios como sus propuestas políticas a la cuidadanía, en pro de un nuevo credo o quizá no tan nuevo, que -etiquetas económicas al margen- básicamente consiste en salvar a los más ricos con el dinero de todos los demás.
Pero, sí eso ya lo vimos en el anterior gobierno de apellido socialista, aunque ejecutándolo con actitud culposa, salta a la vista la desfachatez del actual gobierno del PP, presidido por un débil mental como Mariano Rajoy que, en esta su última comparecencia rozó el paroxismo cuando se desdecía de sus propósitos jactándose de ello a lo largo de la enumeración de toda una batería de medidas de empobrecimiento general para con ello intentar pagar la ya pública estafa bancaria de los últimos años.
Llamó especialmente la atención, como durante la sangrante descripción de los puntos en los que dramáticamente va a incidir el saqueo a la población, toda esa banda de cretinos que engrosan el grupo parlamentario del partido en el gobierno aplaudía con sádico entusiasmo punto por punto lo que constituía una tragedia más infligida a la ciudadanía.
Y es algo más que anecdótico esta vez, el papel destacado de la sinvergüencería de esta tal Andrea Fabra, que de raza le viene su bajeza, ya que en otras numerosas ocasiones hemos tenido que soportar a ese psicópata de manual apellidado Montoro que desde su tribuna de ministro acostumbramos a ver babear sádicamente sus amenazas.
A estas alturas ya todo el mundo sabe de las medidas adoptadas a las que me refiero, pero para evidenciar una vez más que ninguna de ellas va a tocar el bolsillo de las grandes fortunas, conocemos entre otras:
-Subidas de IVA
-Reducción salarial y días de libranza a funcionarios.
-Reducción de la prestación por desempleo.
-Adelanto de las medidas de retraso y disminución de la jubilación.
-Recorte a la ayuda de las personas dependientes.
Y entre todas ellas, como no, reducción de cotizaciones a los empresarios, lo que hará que el fondo público de la Seguridad Social sufra otra importante merma de recursos que luego nos anunciarán deficitaria.
En fin, sorprende ver cuán poca gente hace falta para hacer tanto daño a tantos.