El Bosón de Higgs y el ‘catenaccio’ de la Iglesia

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Ante uno de los descubrimientos científicos más bellos y relevantes de las últimas décadas, la Iglesia ha reaccionado de forma coherente con su historia: a la defensiva.

El canciller de la academia científica vaticana, Monseñor Sánchez Sorondo dice, por si alguien se lo está cuestionando, que el bosón no es de Higgs sino de Dios y que, como causalidad última, Éste, tiene la patente de cuanto se halla en el universo (incluido el virus del SIDA, suponemos).

El enviado de Dios a los medios, Francisco Marhuenda, lo ha reflejado con diligencia en una portada para la historia.

La Razón, que todo lo puede, cumple el viejo sueño (casi siempre inalcanzable) del periodista: explicar el porqué de una noticia. ¡¡Qué narices de una noticia…!! La Razón nos explica en portada el porqué de la existencia misma del ser humano. Lo hace además, en una pirueta gloriosa, sin explicarnos antes el cómo. Así es como funcionan las cuestiones de fe. Desde los siglos de los siglos, ha consistido en llegar de un salto desde la casilla de salida al final del tablero, saltándose todas las casillas intermedias, y con ello las reglas más básicas del debate racional.

 La ciencia generalmente obra de un manera más laboriosa y paciente, que consiste en ir desentrañando los cómos, uno a uno, sin querer darle más sentido a la vida que el que cada uno quiera darle.

Pero no nos desviemos del tema. Hablábamos del periodismo canónico. Marhuenda no ha inventado nada. Antes que él ABC ya había resuelto el debate entre Fé y Ciencia a las bravas en una portada, en este caso en su suplemento Alfa y Omega.

Ahí ven a lo que nos referíamos. La perpetua huida hacia adelante eclesial. Ante la contradicción hay que buscar la respuesta en Dios y lo mismo en la refutación y en la confirmación, en una suerte de retórica que permite a la Iglesia vivir instalada en una permanente “win-win situation”.

Dios ha estado presente en el asunto del bosón desde que fue bautizado como la partícula divina. El mismo Peter Higgs se ha declarado molesto por esta denominación. Es un ateo confeso (valga la expresión) y le parece que meter a Dios en esto tiene poco sentido y, además, le  resta protagonismo. La irrupción de Dios en el CERN de Ginebra ha excitado, como hemos visto, a la prensa incluida a la más pretendidamente laicista.

 

Liberation sí ha hecho una portada con estilo, como explica en este post el blog Paper Papers.

La masse est dite. Un titular menos evidente, menos pedestre, que denota que la consideración que Liberation tiene de la inteligencia sus lectores es bastante más elevada que la que demuestra La Razón portada tras portada.

¡¡Nos mienten!!

El mayor problema de España no es ni el déficit público ni la deuda pública

Vicenç Navarro* – Consejo Científico de ATTAC España

Este artículo cuestiona la sabiduría convencional en los círculos del establishment español que asume que el problema mayor de la economía española es su elevado déficit público y la gran deuda pública. El artículo cuestiona tal tesis, señalando que los recortes de gasto público, incluyendo gasto público social, son innecesarios y contraproducentes pues contribuyen a la recesión de la economía española.

En sus continuas reuniones con la canciller alemana Angela Merkel, el Presidente Rajoy ha acentuado que el objetivo principal de su gobierno es el de reducir el déficit público, y supeditará todas sus políticas públicas a conseguir tal objetivo. Tal postura asume que el mayor problema de la economía española es el endeudamiento del Estado español (sea éste central, autonómico o municipal), postura que fue también compartida anteriormente por el gobierno Zapatero. Ambos gobiernos han interpretado tal endeudamiento como la causa de que el país esté en recesión y que ahora esté estancado, dificultando su recuperación. De ahí su constante referencia a que “España no puede gastarse más de lo que tiene”, frase que, con distintas variaciones, ha ido repitiendo.

Los datos, sin embargo, no avalan tales tesis. Veámoslos. Si el déficit y la deuda pública hubieran sido la causa de la crisis financiera y económica que España padece (tal como muchos economistas neoliberales, incluyendo los financiados y/o próximos a Fedea), el Estado en este país habría tenido un enorme déficit público y una elevada deuda pública cuando comenzó la crisis, en 2007. Los datos, sin embargo, muestran que, en contra de tal tesis, cuando la crisis empezó, España tenía superávit en sus cuentas del Estado. España ingresaba al Estado 2.23% del PIB más de lo que gastaba. Y su deuda pública era equivalente a un 36,2% del PIB, una de las más bajas de la UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de riqueza que España), y muy por debajo de lo establecido por el Tratado de Maastricht (60% del PIB). En realidad, la deuda pública neta (que es la que debería utilizarse aunque nunca se utilice tal indicador) era sólo un 26,7% del PIB (la deuda neta es la deuda bruta menos los intereses que el Estado se debe a si mismo al incluir deuda pública poseída por diferentes ramas del Estado). No es cierto, por lo tanto, que la crisis se debiera a que el Estado se estaba gastando más de lo que tenía. El gasto público no era el problema, pues ni el déficit ni la deuda pública eran elevados. De ahí que las políticas de recortes de gasto público (incluyendo el gasto público social) no pudieran justificarse bajo el argumento de que nos gastábamos más de lo que teníamos. En realidad, el gasto público español (incluyendo el social) por habitante era y continúa siendo de los más bajos de la UE-15.

El crecimiento notable del déficit no se debió al aumento del gasto público, sino a la bajada de los ingresos al Estado resultado de la recesión y elevado desempleo, a lo cual contribuyeron los recortes de aquel gasto público. Fue el elevado crecimiento de desempleo (España ha tenido durante la crisis la tasa de crecimiento de desempleo más elevada de la OCDE después de EEUU e Irlanda) y consecuente descenso del nivel de ocupación y de la masa salarial lo que disparó el déficit público del Estado, alcanzando en 2009, sólo dos años después del inicio de la crisis, la cifra de -11,2% del PIB, y ello como consecuencia de que los ingresos al Estado, incluyendo el IRPF (los impuestos sobre la renta), proceden en su gran mayoría de las rentas del trabajo, y muy poco de las rentas del capital. Las políticas de recortes contribuyeron a la recesión. Si España hubiera crecido un 1,5% del PIB, el déficit habría disminuido más rápidamente que de la manera en que se ha intentado conseguir, es decir, a base de recortes. Resultado de tales políticas de austeridad (y devaluación doméstica conseguida a base de disminuir salarios), la economía no se ha recuperado y el déficit alcanzó en 2011 el 8,5% (es probable que, resultado de la ingeniería contable, fuera mayor) y la deuda pública el 68,5% del PIB (el 56,4% del PIB en su deuda neta).

Pero incluso estas cifras desfavorables en el caso del déficit público (aunque no inquietantes en el caso de deuda pública), son menos alarmantes de lo que se presentan y no deberían ser motivo de tanta preocupación. Según las proyecciones del FMI, la deuda pública en el 2017 será de un 80% del PIB, que es una cifra asumible, aunque existe el peligro que, resultado del rescate financiero, los 100.000 millones de euros aumenten esta deuda pública diez puntos más del PIB (90% del PIB).

Un tanto semejante ocurre en cuanto a los intereses de la deuda. De nuevo, según el FMI, España en 2011 pasará de pagar en intereses un 1,9% del PIB a un 3,9% en el 2017, cifra que no está fuera de lo común entre los países de la UE-15. Ni el déficit ni la deuda pública son un mayor problema. El que sí es un problema (que crea grandes incertidumbres entre los mercados financieros) es el escaso crecimiento económico y elevado desempleo. Éste es el mayor problema que tiene la economía española y que requiere una serie de intervenciones públicas que el gobierno Rajoy no está ni siquiera considerando. El gobierno debería estimular la economía y facilitar la creación de empleo, lo cual puede hacer sin que aumente el déficit público. En realidad, la reducción de éste debería conseguirse a base de aumentar el crecimiento económico y el descenso del desempleo. Y para ello deberían aumentarse los ingresos al Estado mediante reformas fiscales que permitieran ingresar más fondos al Estado para estimular la creación de empleo. Y ahí el espacio es enorme.

España tiene los recursos para crear empleo. Lo que ocurre es que no los recoge. Y no me refiero sólo al fraude fiscal (90.000 millones de euros), sino a las reducciones de impuestos que han estado ocurriendo en los últimos quince años y, muy en especial, en las rentas de capital y en las rentas superiores, reducciones que, como ha señalado el Fondo Monetario Internacional han sido responsables de más de la mitad del déficit estructural existente en España. El estado (tanto central como autonómico) podría hacer obtenido 2.100 millones de euros manteniendo el impuesto sobre el patrimonio, y 2.552 millones anulando la bajada del impuesto de sucesiones, y 2.500 millones revirtiendo la bajada de impuesto que se aprobó para las personas que ingresan más de 150.000 euros al año, y 5.300 millones eliminando la reducción de los impuestos de las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año (y que representan sólo el 0.12% de todas las empresas) y/o 44.000 millones de euros anulando el fraude fiscal de las grandes fortunas y de las granes empresas citadas en la frase anterior y/o 6.900 millones de euros aplicando un impuesto finalista en Sanidad (como ha hecho Canadá) y/o 3.000 millones de euros gravando los beneficios bancarios (como ha aconsejado el FMI), y/o 1.000 millones haciendo pagar 5 euros más por cada pasajero que saliera de un aeropuerto español y(o casi 1.000 millones de euros pagando las multas de tráfico según el nivel de renta del infractor (como en Finlandia) y así un largo etcétera. Con estos fondos podría haberse creado empleo y con ello estimular el crecimiento del empleo, disminuyendo así el déficit. El que estas medidas no sean las que se tomen y en su lugar otras (recortes y más recortes) se impongan se debe a la creencia errónea de que el gasto público es el problema, y así estamos.

* Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Artículo publicado en el diario digital EL PLURAL
Fuente: ATTAC 

El fin de otro timo, la «ecobola»

El Instituto Nacional de Consumo requiere a 14 fabricantes que acaben con la publicidad engañosa de estos productos

Centro de Investigación y Control de la Calidad del INC, donde se ha elaborado el estudio.

El Instituto Nacional del Consumo (INC) ha requerido a los fabricantes de bolas de lavado, los utensilios que prometen limpiar la ropa sin necesidad de detergente (también conocidos como ecobolas), que cesen su publicidad engañosa, según adelantó ayer a este diario el Ministerio de Sanidad y Política Social.

El requerimiento se ha puesto en marcha tras la realización en los laboratorios del Centro de Investigación y Control de la Calidad del INC de un estudio sobre 14 marcas de ecobolas, realizado para averiguar lo más obvio: si es cierto que son eficaces para lavar la ropa.

Los resultados del trabajo no ofrecen lugar a dudas: las bolas de lavado limpian, sí, pero igual o incluso menos que el agua. Las diferencias entre hacer la colada en la lavadora con o sin ecobola son, por lo tanto, inexistentes, lo que, según el INC, «contradice las alegaciones publicitarias de que este tipo de productos no necesitan o sustituyen a los detergentes». Otra propiedad difundida con frecuencia por los fabricantes de estos productos queda desmontada gracias al estudio: las bolas de lavado no eliminan ni los gérmenes ni las bacterias.

Para comprobarlo, los técnicos de laboratorio metieron en lavadoras unas bandas de algodón con cinco franjas, manchadas cada una de ellas con causas habituales de suciedad: un combinado que los autores definen como «suciedad normalizada», sangre, cacao, una mezcla de sangre, leche y carbón y, por último, vino.

Los tejidos se lavaron por separado con agua, con un detergente normalizado y con las ecobolas. En todos los casos, el detergente superó al agua y las bolas de lavado pero, en algunos, como la retirada de manchas de cacao, la eficacia del agua fue superior a la de cualquiera de las ecobolas analizadas.

La directora general de Consumo, Etelvina Andreu, explica que la idea de llevar a cabo la investigación, que comenzó hace unos dos meses, surgió tras la proliferación de anuncios en medios de comunicación e internet, que definían las bolas de lavado como una forma «de ahorrar muchísimo». Andreu comenta que, ya desde el primer momento, «todo llevaba a pensar que no era lógico» lo que se publicitaba, por lo que el organismo que dirige procedió a adquirir el máximo número de marcas que pudo [se localizaron 14] para analizar su eficacia. A la iniciativa también contribuyó «la inquietud de las asociaciones de consumidores».

Estudio de la OCU

Precisamente, la Organización de Consumidores y Usuarios realizó en 2009 un estudio similar al difundido hoy por el INC, aunque, en su caso, sólo analizaron la marca IRISANA IR20 que, según sus datos, era en el momento la más vendida en España y también se ha estudiado en el trabajo de Sanidad. Como en este último estudio, la OCU también concluyó que utilizar la ecobola era «igual que lavar con agua» y fue más allá. «Si la ecobola se abriera durante el lavado, liberando las cerámicas de su interior, podría causar una avería en la lavadora».

El requerimiento que ha hecho el INC a las empresas fabricantes, que se remonta a hace alrededor de dos semanas, permite a estas aportar pruebas sobre su eficacia. Según explica Andreu, si no lo hacen (lo que no ha sucedido hasta el momento) y no retiran la publicidad, Consumo hará un segundo requerimiento, en este caso ya sin opción a réplica. Lo que en ningún caso puede el INC, por la normativa europea, es ordenar la retirada del producto. «Esto sólo podría hacerse si afectara a la seguridad de los consumidores, que no es el caso», apunta Andreu.

Tampoco es función del INC el establecimiento de sanciones, algo que sí pueden hacer las comunidades autónomas, a las que ya se ha facilitado el estudio, por lo que podrían abrir expedientes informativos y sancionadores a los fabricantes que no cesen en su publicidad engañosa. «Nuestro objetivo principal es comunicar al consumidor que las bolas no limpian», concluye Andreu.

Fuente:  Público

Ciencia o creencia

PEDRO CABA MARTÍN en Público

La reciente noticia sobre la decisión de la Universidad de Zaragoza de crear una cátedra de Homeopatía como resultado de un acuerdo con un potente laboratorio, así como la insistente atención de los medios de comunicación a ineficaces procedimientos terapéuticos, supuestos medicamentos y “productos milagro”, hace necesario una réplica sobre las llamadas medicinas alternativas.

Es cada vez más frecuente que en centros privados, colegios de médicos e incluso alguna universidad se impartan cursos académicos y concedan títulos de homeopatía, acupuntura, medicina natural y otras paramedicinas. Del incuestionable carácter incompleto del saber científico se benefician las pseudociencias, que ofrecen a la opinión pública una respuesta global y asequible sobre la enfermedad y el sufrimiento humano con procedimientos ancestrales que corresponden a periodos históricos precientíficos. Asistimos a una confusión terminológica que no diferencia las medicinas tradicionales o populares de las llamadas medicinas alternativas.
Las medicinas tradicionales o populares se fundamentan en los principios comunes del patrimonio cultural de los pueblos: religión, creencias, mundo sobrenatural y tabúes. La enfermedad es la consecuencia de fuerzas maléficas que requieren la intervención del chamán o hechicero para combatirlas. Utilizan procedimientos terapéuticos que, en algunos casos, han sido precursores de la medicina moderna, fueron y todavía son la única respuesta ante la enfermedad y el dolor en las antiguas culturas y aún hoy en día están vigentes en
etnias y grupos sociales desfavorecidos que no tienen acceso a la medicina científica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) acepta estas terapias populares de relativa eficacia que utilizan los pueblos mientras no alcancen un desarrollo social y económico que les permita disponer de los avances de la medicina moderna.
La OMS ha definido las medicinas tradicionales como “ la suma de conocimientos, técnicas y prácticas, explicables o no, utilizadas para combatir trastornos físicos, mentales y sociales, basados en la experiencia y observación y transmitidos de una generación a otra” (Informe Técnico OMS, 1998). Muy diferentes, y no se deben confundir, son las llamadas medicinas alternativas, paralelas, naturales u holísticas. Son prácticas sistematizadas de terapias no verificadas por la comunidad científica médica y se basan en el efecto placebo, al que tenemos que reconocer que también recurre la medicina oficial en ocasiones. Las llamadas medicinas alternativas –homeopatía, acupuntura, naturismo, iridología, quiropraxia, reflexoterapia, auriculoterapia y otras– pueden mejorar algunos síntomas subjetivos asociados a la enfermedad: ansiedad, aflicción, temor al dolor y a la muerte.
La acupuntura, por ejemplo, es una práctica empírica milenaria china derivada de su visión cosmogónica, según la cual el universo surgió de la relación dialéctica entre el principio activo, caliente, masculino y positivo (Yang) y el principio pasivo, oscuro, femenino y negativo (Yin). En esta dualidad básica, el equilibrio entre el defecto y el exceso, el Yin y el Yang, es el Tao. La acupuntura está asociada al taoísmo, y los preceptos descritos en el Nei-Ching son su base teórica.

La homeopatía se fundamenta en la convicción de que “lo semejante se cura con lo semejante”. Fue el lema de Hahnemann, su creador. Utilizó sustancias diluidas en dosis infinitesimales en diluciones sucesivas de una en 99 partes y tuvo justificación en sus comienzos (siglo XVIII) como reacción a una práctica médica académica, con escasa base científica, en la que se utilizaba con profusión sangrías, crísteles y purgas. Hoy ha derivado hacia una impostura ineficaz y charlatanesca que genera grandes beneficios económicos.
Últimamente han surgido proyectos de integrar en la sanidad pública estas prácticas médicas acientíficas, con el sorprendente argumento de que aproximadamente el 40% de la población recurre a ellas. En la medicina, toda terapia debe ser subordinada a ensayos científicos. Las medicinas alternativas no admiten este tipo de pruebas y basan su actuación en creencias y testimonios históricos que demuestran, según ellos, su eficacia. En 1993, el Parlamento Europeo creó una comisión para evaluar estas terapias alternativas y emitió un informe confirmando que “las prácticas médicas deben basarse en pruebas científicamente demostradas y en medicamentos experimentados en ensayos aleatorios”. Según The New England Journal of Medicine, una de las más prestigiosas publicaciones médicas, “las medicinas alternativas se fían de falsas teorías y anécdotas e ignoran los mecanismos biológicos y menosprecian la ciencia moderna”.

La medicina, como toda la ciencia, es fragmentaria, provisional en sus conclusiones y transitoria hacia el progreso. El objetivo de la ciencia consiste en elaborar teorías fiables para predecir fenómenos y codificar experiencias. Cuando el pensamiento se dogmatiza y se proclama poseedor de la verdad absoluta, ya no es ciencia, es creencia. Ciencia y creencia son esencialmente distintas e irreductibles. La única alternativa a la medicina es una medicina más científica y humanizada. Es decir, una medicina mejor. El ejercicio de la razón no es sólo necesario para el progreso científico, sino también imprescindible para la supervivencia de la humanidad. El pensamiento racional no es sólo un imperativo ético, sino el único camino para evitar la consolidación de una sociedad injusta e insolidaria e impedir que estemos encaminándonos hacia un ecocidio. La superstición, el oscurantismo o el fanatismo religioso se propagan por doquier, incluido el mundo desarrollado. Tal vez un sueño, una esperanza: la aparición de una cultura racional y crítica pero no dogmática, con mentalidad científica no cientifista, tolerante pero no frívola. Quizá no sea desmedido el grito del premio Nobel Richard Feyman: “Racionalismo o barbarie”.

Pedro Caba Martín es Médico. Ex vicepresidente de la OMS (Organización Mundial de la Salud)

Ilustración de Miguel Ordoñez

Apple pide perdón porque «todos los iPhone» son defectuosos

Público
Si su defectuosa antena lo permite, el iPhone 4 puede con la  videoconferencia móvil.

Apple quiere corregir su enorme error con el último iPhone 4 y por ello, prácticamente por primera vez en la historia de la compañía, ha hecho pública una carta admitiendo el fallo en la cobertura del teléfono y aclarando algunos detalles.

Ahora, después de recomendar que los que tuvieran el problema «sujeten el teléfono de otra forma», la compañía rechaza de pleno que el error que muchos usuarios han reportado de problemas de cobertura del terminal sea un fallo en el diseño de la antena.

«El error no es un problema de la antena, si no un fallo en la forma en la que el móvil representa la cobertura«, apuntan en el comunicado. Parece que lo que ocurre es que el iPhone «exagera» la cobertura que tiene y al representar una cobertura, por ejemplo, de cuatro barras en pantalla, realmente se encuentra con menos cobertura, aseguran.

Parece esperpéntico, pero en el comunicado Apple asegura que la fórmula en la que los iPhone calculan la fuerza de la señal inalámbrica de red que reciben exagera el resultado. Así, el fallo que está afectando a miles de personas es una simple cuestión de «representación en pantalla» y no un fallo de diseño de la antena como se había apuntado anteriormente.

Sea como fuere, la compañía se ha comprometido a solucionar el problema técnico en las próximas semanas, y pide disculpas a los clientes. Pero ahí no han acabado las sorpresas para los usuarios que han leído el comunicado de Apple.

La compañía quiere restar importancia al fallo asegurando que este «error de representación» ha estado presente desde el primer modelo de iPhone. Es decir, se trata de un fallo que lleva años presente en todos los dispositivos móviles que la compañía de la manzana ha vendido… Y eso son muchos millones de terminales. Al menos, Apple asegura haberse «asombrado» al encontrar que el fallo ha existido desde su primer iPhone.

Ahora la compañía se ha comprometido a actualizar el sistema operativo de los iPhone 4 en las próximas semanas, con una fórmula estudiada junta a AT&T, que es el proveedor exclusivo del iPhone en EEUU.

Pero, ¿por qué pierde cobertura dependiendo de cómo se agarre?

El error que los usuarios han reportado se basa, según los testimonios, en que el teléfono tiene un comportamiento diferente en función de la mano con la que se sujete. Este es el motivo por el que en un primer momento se comentó que las personas zurdas tenían más problemas de cobertura con el iPhone.

Pero Apple apunta a que esto sólo depende de la potencia que tenga la señal en el lugar donde se encuentre el usuario. «Cuando los usuarios noten una caída en el número de barras que señala la potencia de la señal es debido a la débil cobertura de la red en esa zona», sentencian.

Muchas disculpas

La compañía ya tuvo que pedir disculpas por los retrasos en los pedidos que sufrieron en los primeros días del lanzamiento del iPhone de 4, lo que provocó una escasez de oferta en sus tiendas.

En numerosos comentarios en Internet, son muchos los usuarios que apuntan a que la compañía ha lanzado un dispositivo sin haberlo probado adecuadamente, y recuerdan las pésimas condiciones laborales que sufren los empleados de Foxconn en China, empresa fabricante de los dispositivos de Apple, donde más de una decena de trabajadores se suicidaron a principios de año, antes del lanzamiento internacional del iPad.

Sin embargo, un primer análisis del comunicado de Apple deja una pregunta en el aire. Si el fallo ha estado siempre presente en todos los iPhone, ¿por qué ha dado problemas justo en el modelo en el que se ha cambiado el diseño de la antena?

La Unión Europea NO reparte Banderas Azules

Desde hace décadas, cuando llega el verano oímos eso de que «la Unión Europea ha concedido la bandera azul a determinada playa».

Todos los medios de comunicación lo repiten así año tras año.

Bien pues hemos de saber que esto no es así.  La Unión Europea no se dedica a ésto y no reparte ninguna bandera para playas o localidades playeras.

Eso lo hace una empresa denominada ADEAC-FEE  (Fundación Europea para la Educación Ambiental) que es una organización internacional privada, registrada en Holanda en 1982 y que no tiene ni más objetividad ni oficialidad que la que cualquiera le quiera otorgar.

Por otro lado el otorgarla responde fundamentamente a criterios de limpieza, seguridad y equipamientos, por lo que playas naturales no urbanizadas y maravillosas no suelen contar con dicho «honor». Ni falta que les hace.

«La homeopatía es brujería», según los médicos británicos

Luis Alfonso Gámez en EL CORREO

«La homeopatía es brujería. Es una desgracia que, situado entre el Hospital Nacional de Neurología y Great Ormond Street (en Londres), haya un Hospital Nacional de Homeopatía que financia el Servicio Nacional de Salud (NHS)», ha dicho Tom Dolphin, vicepresidente del comité de médicos jóvenes de la prestigiosa Asociación Médica Británica (BMA). Según ‘The Daily Telegraph’, los participantes en el encuentro anual de estos jóvenes profesionales han acordado por abrumadora mayoría pedir al NHS que deje que costear la homeopatía, en lo que supone un nuevo duro golpe a esta práctica.
El Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes urgió en febrero al NHS a que no la financie porque «no existe ninguna prueba de que funcione más allá del placebo» y pidió, además, a la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos Sanitarios (MHRA) que impida que las etiquetas de los preparados homeopáticos incluyan afirmaciones sobre su uso médico: «Como no son medicinas, los productos homeopáticos no deberían tener licencia de la MHRA».
Los homeópatas sostienen que un preparado en el que una sustancia ha sido diluida hasta el punto de que no queda ni una molécula de ella es efectivo gracias a la llamada ‘memoria del agua’, cuya existencia nunca ha sido probada.