OFENSIVA DERECHISTA EN EEUU PARA DESTRUIR A LOS SINDICATOS

Los gobernadores republicanos pretenden despojar a los «unions» de sus derechos

Diario  Público

Varios congresistas demócratas de Wisconsin han sacado su oficina al parque frente al Capitolio local.

Wisconsin, Indiana, Ohio. Las últimas ofensivas de los gobernadores derechistas para despojar a los sindicatos de funcionarios de sus derechos obedecen a una estrategia republicana destinada a socavar uno de los cimientos del Partido Demócrata y desviar su atención, y sobre todo sus fondos, de las elecciones presidenciales de 2012, que ya han entrado en precampaña.

Y ya no lo ocultan. Esta semana el Partido Republicano, que hasta ahora se había amparado en el déficit presupuestario de Wisconsin para justificar los recortes brutales de salarios y privilegios de sus empleados públicos, desveló sus intenciones en un anuncio difundido en la televisión local. «Barack Obama prepara una campaña de miles de millones de dólares», empieza diciendo el narrador. «En 2008, los sindicatos le dieron 400 millones de dólares. Obama y los sindicatos obstaculizan la reforma económica, han creado este embrollo, pongamos las cosas en orden».

Por «embrollo», el anuncio se refiere al caos que desde hace tres semanas reina en Madison, la capital de Wisconsin, y que enfrenta a los sindicatos, al gobernador conservador Scott Walker, elegido en noviembre, y a los 14 senadores demócratas que han huido a Illinois para no votar el plan de recortes que dejaría a los funcionarios sin negociación colectiva.

Amenazas de despidos

Walker y los congresistas conservadores locales están desesperados por acabar con una situación que ha generado titulares negativos en todo el país. El gobernador amenaza con despedir a 1.500 funcionarios. El jueves consiguió finalmente desalojar a los manifestantes que ocupaban el Capitolio desde hacía dos semanas.

«Las propuestas de Walker reducirán el dinero que los funcionarios se gastan en contribuciones políticas. Como los empleados públicos son la base del movimiento sindical» en EEUU, «al rebajar las aportaciones de los funcionarios al partido demócrata, ayudan a hundir uno de los pilares del progresismo», explica Daniel DiSalvo, politólogo de la Universidad de Nueva York.

En Ohio esta semana, los conservadores se apuntaron una victoria contra sus empleados públicos, a los que acaban de despojar de su derecho a la huelga. Mientras, en Indiana, 38 congresistas demócratas también han huido al vecino Illinois para protestar contra una ley que también ataca directamente a los unions.

En otros diez estados, gobernadores y congresistas republicanos han propuesto iniciativas para minar la presencia de los sindicatos, incluso en Michigan, bastión del todopoderoso United Auto Workers, que agrupa a 390.000 trabajadores de la industria automovilística y que salió debilitado tras el rescate gubernamental de los tres grandes (Ford, Chrysler, General Motors) en 2009. «Los republicanos piensan que, si pueden destruir los sindicatos, ya no tendrán que preocuparse por los demócratas», comenta Karen Ackerman, directora política del AFL-CIO, la mayor confederación sindical de EEUU.

El Partido Demócrata, al igual que el republicano, recibe dinero sobre todo de las empresas. Pero, a diferencia de los conservadores, entre sus primeros 20 donantes figuran los tres principales sindicatos del país, la «American Federation of State County and Municipal Employees» (que representa millón y medio de funcionarios) y las dos grandes agrupaciones de profesores, el «National Education Association» y la «American Federation of Teachers».

Los sindicatos tienen previsto gastarse al menos 30 millones de dólares en los próximos meses en campañas y manifestaciones en los estados donde sus derechos se ven más amenazados, según Associated Press. Pero el tema no es tanto el dinero como la movilización electoral. «Los sindicatos usaron 3.000 personas en Ohio en las últimas seis semanas de la campaña» presidencial demócrata, explica Allan Cigler, de la universidad de Kansas. Un ejército humano crucial en estados como Pensilvania y Michigan, donde el electorado obrero es demócrata pero conservador y en 2008 hizo un esfuerzo cultural al elegir a un presidente negro.

Los expertos temen que las nuevas andanadas contra los sindicatos tengan un impacto profundo en las relaciones laborales en EEUU, al igual que el último gran enfrentamiento sindical, el del presidente Ronald Reagan con los controladores aéreos en agosto de 1981. Cuando estos amenazaron con hacer huelga, el mandatario despidió en un sólo día a sus 11.000 miembros, lo que contribuyó a desestabilizar el resto de los sindicatos del país y prácticamente eliminar las huelgas (145 en 1981; tan sólo 11 en 2010) como opción de protesta.

La conexión El Cairo-Wisconsin

Noam Chomsky

El 20 de febrero, Kamal Abbas, líder sindical egipcio y figura prominente del Movimiento 25 de Enero, envió un mensaje a los “trabajadores de Wisconsin”: “Estamos con ustedes, así como ustedes estuvieron con nosotros”.

Los trabajadores egipcios han luchado mucho tiempo por los derechos fundamentales que les denegaba el régimen de Hosni Mubarak respaldado por EEUU. Kamal tiene razón en invocar la solidaridad, que ha sido durante mucho tiempo la fuerza orientadora del movimiento de los trabajadores en el mundo, y en equiparar sus luchas por los derechos laborales y por la democracia.

Las dos están estrechamente interrelacionadas. Los movimientos de trabajadores han estado en la vanguardia de la protección de la democracia y los derechos humanos y en la expansión de sus dominios, razón elemental que explica por qué son venenosos para los sistemas de poder, sean públicos o privados.

Las trayectorias de los movimientos en Egipto y EEUU están tomando direcciones opuestas: hacia la conquista de derechos, en Egipto, y hacia la defensa de derechos existentes, pero sometidos a duros ataques, en EEUU.
Los dos casos merecen una mirada más cercana.

La sublevación del 25 de enero fue encendida por los jóvenes usuarios de Facebook del Movimiento 6 de Abril, que se levantaron en Egipto en la primavera de 2008 en “solidaridad con los trabajadores textiles en huelga en Mahalla”, según señala el analista laboral Nada Matta. El Estado reventó la huelga y las acciones de solidaridad, pero Mahalla quedó como “un símbolo de revuelta y desafío al régimen”, añade Matta. La huelga se volvió particularmente amenazante para la dictadura cuando las demandas de los trabajadores se extendieron más allá de sus preocupaciones locales y reclamaron un salario mínimo para todos los egipcios.

Las observaciones de Matta son confirmadas por Joel Beinin, una autoridad estadounidense en materia laboral egipcia. Durante muchos años de lucha, informa Beinin, los trabajadores han establecido nexos y se pueden movilizar con presteza.

Cuando los trabajadores se sumaron al Movimiento 25 de Enero, el impacto fue decisivo y el comando militar se deshizo de Mubarak. Fue una gran victoria para el movimiento por la democracia egipcia, aunque permanecen muchas barreras, internas y externas.
Las barreras internas son claras. EEUU y sus aliados no pueden tolerar fácilmente democracias que funcionen en el mundo árabe.
Las encuestas de opinión pública en Egipto y a lo largo y ancho de Oriente Próximo son elocuentes: por aplastantes mayorías, la gente considera a EEUU e Israel, y no a Irán, las mayores amenazas. Más aún, la mayoría piensa que la región estaría mejor si Irán tuviese armas nucleares.

Podemos anticipar que Washington mantendrá su política tradicional, bien confirmada por los expertos: la democracia es tolerable sólo si se ajusta a objetivos estratégico-económicos. La fábula del “anhelo por la democracia” de EEUU está reservada para ideólogos y propaganda.

La democracia en EEUU ha tomado una dirección diferente. Después de la II Guerra Mundial, el país disfrutó de un crecimiento sin precedentes, ampliamente igualitario y acompañado de una legislación que beneficiaba a la mayoría de la gente. La tendencia continuó durante los años de Richard Nixon, hasta que llegó la era liberal.

La reacción contra el impacto democratizador del activismo de los sesenta y la traición de clase de Nixon no tardó en llegar mediante un gran incremento en las prácticas lobistas para diseñar las leyes, el establecimiento de think-tanks de derechas para capturar el espectro ideológico, y otros muchos medios.

La economía también cambió de curso hacia la financiarización y la exportación de la producción. La desigualdad se disparó, primordialmente por la creciente riqueza del 1% de la población, o incluso una fracción menor, limitada fundamentalmente a presidentes de corporaciones, gestores de fondos de alto riesgo, etc.

Para la mayoría, los ingresos reales se estancaron. Volvieron los horarios laborales más amplios, la deuda, la inflación. Vino entonces la burbuja inmobiliaria de ocho billones de dólares, que la Reserva Federal y casi todos los economistas, embebidos en los dogmas de los mercados eficientes, no lograron prever. Cuando la burbuja estalló, la economía se colapsó a niveles cercanos a los de la Depresión para los trabajadores de la industria y muchos otros.

La concentración del ingreso confiere poder político, que a su vez deriva en leyes que refuerzan más aún el privilegio de los superricos: políticas tributarias, normas de gobernanza corporativa y mucho más. Junto a este círculo vicioso, los costes de campañas electorales han aumentado drásticamente, llevando a los dos partidos mayoritarios a nutrirse en el sector de las corporaciones: los republicanos de manera natural y los demócratas (ahora muy equivalentes a los republicanos moderados de años anteriores) siguiéndoles no muy atrás.

En 1978, mientras este proceso se desarrollaba, el entonces presidente de los Trabajadores Autónomos Unidos, Doug Fraser, condenó a los líderes empresariales por haber “elegido sumarse a una guerra unilateral de clases en este país: una guerra contra el pueblo trabajador, los pobres, las minorías, los muy jóvenes y muy viejos, e incluso muchos de la clase media de nuestra sociedad”, y haber “roto y deshecho el frágil pacto no escrito que existió previamente durante un periodo de crecimiento y progreso”.

Cuando los trabajadores ganaron derechos básicos en los años treinta, dirigentes empresariales advirtieron sobre “el peligro que afrontaban los industriales por el creciente poder político de las masas”, y reclamaron medidas urgentes para conjurar la amenaza, de acuerdo con el académico Alex Carey en Taking the risk out of democracy. Esos hombres de negocios entendían, al igual que lo hizo Mubarak, que los sindicatos constituyen una fuerza directriz en el avance de los derechos y la democracia. En EEUU, los sindicatos son el contrapoder primario a la tiranía corporativa.

De momento, los sindicatos del sector privado de EEUU han sido severamente debilitados. Los sindicatos del sector público se encuentran últimamente sometidos a un ataque implacable desde la oposición de derechas, que explota cínicamente la crisis económica causada básicamente por la industria financiera y sus aliados en el Gobierno.

La ira popular debe ser desviada de los agentes de la crisis financiera, que se están beneficiando de ella; por ejemplo, Goldman Sachs, que está “en vías de pagar 17.500 millones de dólares en compensación por el ejercicio pasado”, según informa la prensa económica. El presidente de la compañía, Lloyd Blankfein, recibirá un bonus de 12,6 millones de dólares mientras su sueldo se triplica hasta los dos millones.

En su lugar, la propaganda debe demonizar a los profesores y otros empleados públicos por sus grandes salarios y exorbitantes pensiones, todo ello un montaje que sigue un modelo que ya resulta demasiado familiar. Para el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, para la mayoría de los republicanos y muchos demócratas, el eslogan es que la austeridad debe ser compartida (con algunas excepciones notables).

La propaganda ha sido bastante eficaz. Walker puede contar con al menos una amplia minoría para apoyar su enorme esfuerzo para destruir los sindicatos. La invocación del déficit como excusa es pura farsa.

En sentidos diferentes, el destino de la democracia está en juego en Madison, Wisconsin, no menos de lo que está en la plaza Tahrir.

Manifestaciones en todo EE. UU. apoyan las protestas sindicales de Wisconsin

Como ya venimos tratando en este blog se están sucediendo dos procesos de gran envergadura que los medios de comunicación ignoran o cuando menos minimizan. Se trata de LA REVOLUCIÓN ISLANDESA y la revuelta obrera en el estado de WISCONSIN, en Estados Unidos.

Resulta sorprendente que los «medios» se interesen tanto por las revueltas más o menos violentas en los países árabes a la vez que «olvidan» estas pacíficas revoluciones en los países occidentales que pretenden frenar el ultra conservadurismo galopante que pretende -en este último caso- acabar con el sector público.

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EE. UU. en estos días:

Miles de personas han seguido las protestas este fin de semana contra los planes de gobernadores republicanos en Estados Unidos de reducir el déficit fiscal a cuenta de los trabajadores del sector público, siguiendo el ejemplo iniciado en Wisconsin.

Este domingo Michael Moore se ha incorporado a las manifestaciones en Madison, capital del estado de Wisconsin, en el centro norte del país.  El director de cine manifestó que «los ricos se habían sobrepasado, primero tomando el dinero de la clase obrera y, ahora, tratando de silenciarlos» y Moore comparó la protesta de los trabajadores con la revueltas en los paises árabes.

«El sueño americano está en llamas. No estamos hablando de empleados de sindicatos. Hablamos de enfermeras, policías y bomberos», dijo en la manifestación de Washington el antiguo responsable para «empleos verdes» del Gobierno de Barack Obama, Van Jones, que abandonó su puesto en 2009.

Las protestas de Wisconsin se extendieron esta semana pasada a Indiana y Ohio, estados donde se debaten medidas similares, algo que también ocurre en Iowa, Idaho, Tennessee y Kansas.

Los antecedentes:

La propuesta de los republicanos de Wisconsin para reducir el déficit fiscal desemboca en una reescritura de la legislación laboral de ese estado y en masivas protestas de rechazo.

El Gobernador de Wisconsin, el republicano Scott Walker, enardecido con el triunfo ultraconservador en las elecciones de mitad de mandato de Obama, decidió proponer una ley que facilita la privatización de los servicios públicos y recorta los derechos de los funcionarios para paliar el abultado déficit público (que sin duda ellos no causaron, sino las políticas de sus gobernantes). Los sindicatos, prácticamente han sido apartados de la negociación de los convenios colectivos (tal como se pretende hacer también en nuestra Europa).

Scott Walker, presentó el pasado martes un presupuesto con profundos recortes para -supuestamente- reducir el profundo déficit fiscal, que asciende ya a 137 millones de dólares. Un argumento que, a juicio de los empleados públicos, ha servido como excusa para despojar de sus «derechos laborales a los trabajadores estadounidenses», ya que la medida arrebata a los sindicatos del sector público la mayoría de los derechos de negociación colectiva. La cuestión ha abierto, en definitiva, un auténtico debate nacional en EE UU sobre el papel de los sindicatos.

En Ohio, esta pasada semana también los republicanos actuaron contra sus empleados públicos, a los que eliminaron el derecho a la huelga. Mediente una nueva normativa, aprobada por los senadores republicanos de Ohio (17 votos a favor y 16 en contra) el pasado miércoles, limita la negociación colectiva al tema salarial, excluye todo lo relacionado con los planes de salud o las pensiones y supedita el proceso a la autoridad de los responsables locales, que tendrían la última palabra. Igualmente les prohíbe hacer cualquier huelga.

Las razones esgrimidas por los republicanos de Ohio son las mismas en las que se ha amparado el gobernador de Wisconsin, el déficit presupuestario (en este caso 8.000 millones) y la necesidad de recortes drásticos.

Pillan al gobernador del estado de Wisconsin admitiendo haber considerado infiltrar a violentos en las manifestaciones pacíficas:

En una llamada telefónica con alguien que fingía ser uno de sus principales contribuyentes a su campaña electoral, el gobernador Scott Walker dijo hace unos días que “había considerado” el envío de agitadores a las manifestaciones en la capital.

El alcalde de la ciudad, Dave Cieslewicz, notablemente furioso, dijo a la prensa que el gobernador de Wisconsin, en realidad pensaba en la infiltración de personas en las multitudes para convertir estas protestas pacíficas en algo violento.

El alcalde Cieslewicz dijo a continuación:

“Nuestras estimaciones son que tal vez medio millón de personas han pasado por la Plaza del Capitolio, en los últimos 10 días. Han venido con los ánimos cargados, y ha habido contra manifestaciones simultáneamente. Por lo tanto era de esperar problemas. Pero, lo que hemos conseguido es un compromiso de comportamiento cívico ejemplar y las protestas han sido todas pacíficas. No hemos tenido ni un solo arresto durante diez días de protestas.

Los manifestantes hasta ayudaban en la limpieza del capitolio y resulta que incluso está más limpio que nunca. La gente respetaba los jardines municipales como si fuera su propia casa. Ayer por la noche veía desde el interior del Capitolio como los manifestantes organizaron una hora de limpieza, desmontaron el bloqueo al capitolio y asistieron a los barrenderos a cumplir sus tareas. Han estado a la altura de nuestra reputación de “Cortesía del Medio Oeste”.

¡Qué vergüenza!

Clama el pleno de la Asamblea de Wisconsin antes de votar el proyecto de ley «antisindical»:

Ofreceremos nuevos sacrificios al Dios Mercado

A través del duro golpe asestado al sistema de Pensiones, se ha abierto una brecha por la que a buen seguro se va a forzar la adopción de nuevas medidas en favor de liquidar al máximo posible el estado de bienestar mediante la privatización de gran parte del sistema de protección social para mayor gloria del capitalismo ultraliberal.

Con lo ya realizado hasta ahora, es decir el recorte de las pensiones,  se espera como ya nos lo venían repitiendo desde diversas instituciones y ministros de trabajo sucesivos, que nos echemos en brazos de planes de pensiones privados para complementar lo que nos están sustrayendo ahora. (Será motivo de otro artículo el señalar cómo los actuales niveles de renta de la mayoría de los trabajadores no les van a permitir disponer del ahorro suficiente para ello y que los planes de pensiones privados, a contrario de los públicos en España, vienen siendo deficitarios en los últimos años).

Ahora bien, una vez consumada esa infamia que supone quitar dinero a los pensionistas para dárselo a los bancos, la codicia de los mercados no va a verse satisfecha, sino más bien al contrario se abre la puerta a nuevas reformas y se observa ya la preparación de la estrategia a seguir para dar los siguientes pasos en los momentos oportunos, o con las oportunas crisis, aunque no necesariamente por este orden que señalo:

1º – Bajadas de sueldos generalizada y gradual a todos los trabajadores. Inicialmente se empezará por desvincularlos de la inflación, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo.

2º – Se cuestionara hasta llegar a recortar, las coberturas del sistema público de salud para encaminarnos igualmente hacia planes de seguros médicos privados.

y… no se librará otra importante conquista social:

3º – El ataque al sistema educativo, mediante nuevos recortes al gasto en el sistema público de enseñanza.

Como veréis, nada nuevo. Nada que no se esté aplicando en el modelo de referencia imperante ahora, el de EE. UU. desde tiempo atrás, pero frente a lo que Europa venía entendiendo que en su ADN estaba el desarrollo de un fuerte sistema de protección social.

Pero señores, alguien o «alguienes» han decidido que están perdiendo una ingente cantidad de dinero que ahora está en manos de los diversos sistemas públicos del estado y estarían mejor en manos de empresas privadas para mayor gloria de los mercados.

A éstos mismos tampoco se les ha escapado lo fácil que resulta que el gobierno de España ceda bajo presión y llegue romper el contrato social en favor de los poderes financieros que se van de rositas de esta crisis, sin que nadie les rasque el bolsillo, sin subir impuestos a las rentas más altas y sin acudir a las bolsas de fraude y sin cuestionar a qué se destinan nuestros impuestos.  Magnífico trabajo, ¡¡ de manual!!

Alguien me dirá que me he puesto catastrofista y realmente no me importaría darle la razón si así fuera, pero mucho me temo que algo parecido a lo que yo he querido simplificar aquí se nos viene encima.

EL PARO

Hemos batido records de paro y nuestro gobierno, lejos de trabajar para combatir sus causas o paliar sus efectos, dedica sus esfuerzos a cumplir fielmente el mandato de OBAMA y MERKEL mediante el empobrecimiento de la ciudadanía reduciendo sus derechos sociales que, como es sobradamente sabido, obedece al deseo de saciar la voráz codicia de los PODERES FINANCIEROS.

Con 4.690.600 personas, record absoluto en número de parados se está alcanzando unos niveles de miseria y fractura social de imprevisible evolución. Y ante todo esto, para ahondar más en este desgarro nuestro gobierno no toma mejor medida que recortar derechos sociales como el que supone el alejar el umbral de la jubilación, ampliar su período de cotizaciones y reducir sus prestaciones. En resúmen, trabajar más años para cobrar menos pensión.

Gráfica: El País

EL PARO JUVENIL

El paro juvenil que se sitúa ahora en el 43,6 % se mantendrá en España durante todo este año 2011 por encima del 40%, un porcentaje muy superior a la media de la UE (20,7%) y al de países teóricamente cercanos, como Italia (28,9%), Portugal (22,3%), Polonia (24,9%) o Francia (24,9%).

A ésto hay que añadir que gran parte del empleo juvenil existente es trabajo precario, sin garantías, discontínuo y añora el «mileurismo» como algo inalcanzable del pasado.

De esta forma, los actuales jóvenes parecen haber pasado a ser una «generación perdida» destinada a sufrir durante toda su vida las peores condiciones laborales y sociales.

Esto, en una sociedad en la que sus ciudadanos tienen escasas esperanzas de encontrar un empleo, convierte al momento actual en una peligrosa situación en la que la estabilidad social y política podría estar seriamente amenazada.

ESTADO DE BIENESTAR SOSTENIBLE

IGNACIO ZUBIRI

Todo el mundo parece estar de acuerdo en que, debido al envejecimiento, el Estado del bienestar (EB) es insostenible y debe reducirse. Puede pensarse que esta aparente unanimidad se debe a que mantener el EB va a requerir una cantidad desorbitada de recursos adicionales. Pero no es así. Según las proyecciones de la Comisión Europea, entre 2007 y 2050 el envejecimiento tendrá un coste adicional de 9 puntos del PIB. Esto es, de cada 100 euros de renta, habrá que dedicar 9 más que ahora al EB. El gasto en protección social (pensiones, sanidad y dependencia) alcanzará el 23,9% del PIB y, lejos de ser el más alto de la UE, será solo un punto superior al promedio. Para poner estas cifras en perspectiva, cabe señalar que incluso si sumáramos esos 9 puntos del PIB a los niveles actuales de gasto e impuestos, España seguiría gastando y recaudando menos que lo que hoy gastan y recaudan varios países de la UE. Además, hay países que gastan ya en protección social sólo algo menos de lo que gastará España en 2050.

Si el EB es sostenible, ¿por qué tantas organizaciones supranacionales (OCDE, FMI, UE) piden a España que lo reduzca? La respuesta es que estas instituciones no son organismos técnicos asépticos. Creen en el libre mercado, el equilibrio presupuestario permanente, que los impuestos son perjudiciales para el crecimiento y que la sostenibilidad vía menos gasto es mejor que vía más ingreso. Y muchas veces revisten de técnica lo que son posiciones ideológicas. Esta visión liberal subyace también a muchas recomendaciones de expertos y políticos. En los políticos se añade una cierta falta de valor y visión, porque es más fácil bajar el gasto que asumir los riesgos y costes de mantener el EB.

La crisis actual se ha utilizado para justificar la reducción del EB; en particular de las pensiones. La relación entre reducir el déficit actual y bajar pensiones que se pagarán dentro de 20 años es dudosa. En todo caso, conviene señalar que buena parte del déficit actual de España se debe a una caída de ingresos sin parangón en la UE. Entre 2007 y 2009, a pesar de que el PIB ha caído menos que en el promedio de la UE, los ingresos públicos en España casi han colapsado, cayendo seis veces más (6,4 puntos del PIB) que en el promedio de la UE. Por eso en 2009 los ingresos públicos eran casi 10 puntos inferiores al promedio de la UE. Si los ingresos en España hubieran caído como en el promedio, el déficit en 2009 hubiera sido el 5,8% del PIB en vez del 11,4%. Casi toda la caída de ingresos se ha debido a que se ha recaudado menos. La pérdida recaudatoria se ha acentuado por las reformas fiscales recientes (dualización, eliminación de patrimonio, rebajas en IRPF y Sociedades) y porque que se ha favorecido la elusión y se ha sido tolerante con el fraude.

Como será más caro, el EB sólo se podrá mantener (incluso a niveles más bajos) subiendo los impuestos. Si no se suben, se irá a una sociedad envejecida, empobrecida y con menos protección. Las pensiones podrían bajar hasta un 45% (el Gobierno, aunque luego lo retiró, incluyó en el programa de estabilidad un recorte de pensiones del 25% que probablemente era insuficiente para garantizarlas sin aportar impuestos), las prestaciones de la Sanidad serían menores y la Ley de Dependencia tendría problemas de aplicación. La aportación de recursos privados sería de poca ayuda. Por ejemplo, la mayoría de la población no tiene recursos para acumular pensiones privadas suficientes y los que lo hagan es probable que en el futuro se encuentren con rentabilidades muy bajas (puede que negativas). Los copagos, por su parte, son injustos e ineficientes tanto para obtener ingresos como para moderar la demanda.

Para aumentar los impuestos y que la sociedad lo acepte, son necesarias dos tipos de medidas. Primero hay que reevaluar la justificación de ciertos gastos, reorganizar el sector público y establecer mecanismos de control de la eficacia de los resultados. Segundo, hay que realizar una reforma fiscal centrada en que tributen quienes por defectos de gestión (fraude) o por decisión política (exenciones, bonificaciones y vías de elusión) no contribuyen según su capacidad. Esto implicará reformar los impuestos directos, crear nuevos impuestos (sobre entidades financieras y riqueza) y reformar la inspección.

Habrá quien diga que los impuestos ralentizan el crecimiento y que no se puede hacer pagar a los ricos porque habrá deslocalizaciones. Estos argumentos son tan interesados como, en gran medida, falsos. El argumento del crecimiento ignora los efectos expansivos del gasto público y sobreestima la reacción de los agentes económicos a los impuestos. El de la deslocalización no toma en cuenta que los impuestos son sólo un factor en la decisión de ubicación de personas y empresas, y que deslocalizarse tiene costes altos. El capital financiero se puede controlar por métodos indirectos y, en todo caso, renunciar a gravarlo no es la mejor opción económica ni ética.

En suma, el EB es sostenible si la sociedad está dispuesta a pagar en impuestos su coste adicional, que no es muy alto. El aumento de impuestos será asumible socialmente si se racionalizan las prestaciones y la gestión del gasto y se establece un sistema fiscal justo que trate igual a todos los niveles (ricos y pobres) y tipos (capital y trabajo) de rentas y que luche de forma efectiva contra el fraude.

Ignacio Zubiri es Catedrático de Hacienda de la Universidad del País Vasco

Ilstración de Patrick Thomas

El pacto de las pensiones: el reconocimiento de una derrota

Lourdes Lucía – ATTAC Madrid

Se acaba de firmar el gran pacto social sobre las pensiones, que ha sido suscrito por el Gobierno, empresarios y los sindicatos con mayor afiliación, CC OO y UGT. En este pacto quizás se hayan paliado, de una forma casi inapreciable, las durísimas medidas propuestas en un principio por los mercados (es decir, los bancos, multinacionales y entidades de inversión financiera y sus organismos: FMI y BM, con el apoyo y complicidad de los Gobiernos), pero el resultado no ofrece dudas: Es una victoria del capital financiero y una derrota para la mayoría de la población. No reconocerlo así es engañarse y engañar a los demás.

Muchos son los factores que han llevado a esta situación y posiblemente uno de los más importantes es la escasa respuesta social en España ante las duras consecuencias que para la población han tenido las medidas impuestas ante la crisis: más de 4.500.000 de parados, cierre de pequeñas y medianas empresas, condena a la desaparición de muchos autónomos, desahucios por impagos de hipotecas, privatización de empresas públicas y de las cajas de ahorro, recorte del gasto social y ahora… una legislación sobre pensiones que pone muy negro el futuro especialmente a las generaciones más jóvenes, pero muy prometedor a los bancos que harán grandes negocios con los fondos privados de pensiones.

Conocer y reconocer la realidad. Por dura y terca que sea, es el primer principio en que debe basarse cualquier organización que quiera ser una fuerza progresista que pretenda transformar la sociedad. Es cierto que las condiciones de negociación no han sido las mejores para los sindicatos que han firmado el pacto, precisamente por esta falta de respuesta social, a la que no es ajena actividad realizada por estos sindicatos durante muchos años. Pero ello no nos puede llevar a considerar un logro lo que no lo es.

Hace tres años explotó una crisis largamente gestada y que, como viene denunciando Attac desde hace más de 10 años, tiene su origen en la falta de regulación de los movimientos de capitales, en la existencia de los paraísos fiscales y en haber puesto en el centro de la economía mundial la especulación como principal y casi única actividad económica, convirtiendo al planeta en un gran casino financiero en el que muy pocos son los que ganan y muchos los que salen perdiendo.

El propio análisis realizado recientemente por la comisión encargada por el Congreso de EE UU de hacer la autopsia de la crisis acusa de avaricia a la banca (Goldman Sachs, Merryll Linch, Lehman Brothers o Citigroup) y atribuye la crisis al apetito desmesurado de los bancos por el riesgo y la ineptitud de las agencias de calificación, a la falta de regulación y la actuación laxa de los supervisores, como la Reserva Federal, y a la falta de iniciativa política para exigir responsabilidades a Wall Street.

Las primeras reacciones llevaron a algunos gobiernos a esbozar tímidas medidas de control y regulación del mercado de capitales, pero sin tomar nunca una decisión resuelta para imponerlas. Por el contrario, salieron en tromba a rescatar a los bancos con miles de millones de euros, de forma que la gran banca se siente hoy más fuerte que nunca, como lo demuestra el hecho de que en Davos haya pasado al ataque con una ofensiva conjunta contra la regulación.

De esta forma y si no se le para, el capital financiero seguirá imponiendo sus normas; y su avaricia sin límites les llevará a imponer nuevas medidas más duras todavía que las aplicadas hasta ahora.

A pesar de lo que los grandes medios de comunicación dicen sobre que no hay más alternativas a la crisis que estas duras medidas, ATTAC dice que SÍ hay soluciones: en lugar de recortar el gasto social, los Gobiernos deben incrementar los ingresos. Y esto se puede hacer: obligando a los grandes especuladores a que paguen un impuesto por las transacciones financieras: 1 de cada 1.000 euros usados en este tipo de operaciones (se trata de controlar y regular los millones de operaciones que se realizan las 24 horas de día, es decir de disuadir y sancionar a los grandes especuladores), suprimiendo los paraísos fiscales y estableciendo políticas fiscales progresivas, que recauden más entre los que más tienen.

Está demostrado por excelentes economistas (que no se han equivocado de la forma escandalosa en la que lo han hecho los que hoy se presentan como “expertos”) e incluso por numerosos inspectores de Hacienda, que con medidas de este tipo se obtendrían los recursos necesarios para afrontar políticas económicas que creen puestos de trabajo y afronten los gastos sociales necesarios para el bienestar social, incluyendo el mantenimiento y mejora de un sistema público de pensiones, que garantice el derecho a la jubilación a partir de los 65 años.

Pero de nada de esto se ha hablado en la negociación.

ATTAC, una organización plural e independiente, no desiste y llama, hoy más que nunca, a todas las personas y fuerzas sociales (sindicales, partidos, movimientos sociales…) para unirse y movilizarse reclamando políticas que sirvan para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población.

No es un brindis al sol, frente a esta dictadura de los mercados no cabe más respuesta que la presión y la movilización social. Y por difícil que parezca, es posible. La indignación que hoy sienten muchas personas se puede tornar en una gran marea colectiva que desenmascare a los causantes de la crisis y sus portavoces y obligue a los gobiernos a cambiar de rumbo.

Este es nuestro reto.

JOSEPH STIGLITZ

El profesor estadounidense y Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz es una de esas rara avis en el mundo de la economía.

Stiglitz es, hoy en día, el economista más citado del mundo. Es neokeynesiano y un crítico feroz de la idea que ha dominado el mundo de las finanzas desde Ronald Reagan: que a los mercados hay que dejarlos a su aire, sin que los gobiernos se entrometan, pues son eficaces y crean riqueza gracias a la ‘mano invisible’ que imaginó Adam Smith en el siglo XVIII. Stiglitz ha pasado 30 años intentando demostrar mediante modelos matemáticos que la famosa mano no es que sea invisible, es que no existe. Y que los mercados, sin vigilancia, se aprovechan de la ignorancia del prójimo. Su teoría de la información imperfecta le valió el Nobel en 2001. «La globalización abrió las puertas para encontrar nuevos ignorantes y explotarlos», sentenció.

Nació en un pueblo siderúrgico, de obreros del metal. Es hijo de un vendedor de seguros judío. La simpatía por la clase trabajadora la mamó desde niño. Estuvo presente cuando Luther King pronunció su famoso discurso «yo tengo un sueño…». Fue economista jefe del Banco Mundial. Y dimitió dando un portazo, con diatribas contra esa institución, «dirigida por fundamentalistas del libre mercado» y contra el FMI, «que pone la soga al cuello de los países a los que se supone que va a ayudar». En la actualidad es profesor en la Universidad de Columbia, Nueva York, donde también imparte clases (de Periodismo) su mujer, 20 años más joven. Ha sido asesor de Zapatero y de Sarkozy. También de Obama, aunque ahora se muestra desencantado con su política. «Los que diseñaron el plan de rescate de Wall Street o estaban en nómina de los bancos o eran unos incompetentes.»

Así de claro habla Joseph Stiglitz:

Mi deseo para 2011 es que dejemos de prestar atención a los supuestos magos financieros que nos metieron en este lío, y que ahora nos exigen austeridad, y que empecemos a usar el sentido común. Si hay que soportar dolor, el mayor esfuerzo debe recaer sobre los responsables de la crisis, y sobre aquellos que se beneficiaron de la burbuja.

Es lapidario a la hora de diagnosticar cómo marcha la economía global. «Estados Unidos y Europa van mal; el resto, muy bien. El crecimiento en los países ricos se va a desacelerar aún más en 2011.» Opina que los bancos nunca han querido reconocer sus créditos fallidos y ahora no quieren admitir las pérdidas. «El sector financiero presionará a los gobiernos para lograr el pago completo de su deuda, aunque provoque un enorme desempleo y un gran sufrimiento social…»

Y cree que los especuladores lanzarán nuevos ataques contra España, Grecia, Portugal e Irlanda, «que están en una situación similar a la de Argentina en vísperas de la quiebra de 2001», la época del ‘corralito’, cuando los bancos restringieron el acceso de los ahorradores a sus depósitos. «El euro es un problemón», resume.  E insta a la UE a adoptar un fondo solidario de estabilidad a largo plazo, porque sin «políticas apropiadas y sin instituciones saneadas» la moneda única podría desaparecer, aunque lo considera improbable. No obstante, reconoce que los economistas no son fiables. «Las personas se comportan de manera menos racional de lo que creemos los economistas. Un experimento demostró que la gente es más altruista de lo que suponen los economistas, excepto en el caso de un grupo: los economistas mismos.»

Los planes de rescate de la crisis han expuesto una de las mayores hipocresías de la historia. Aquellos que se escudaban en la austeridad fiscal cuando se trataba de financiar pequeños programas de bienestar para los pobres, ahora han defendido sin problemas el mayor plan de rescate de la historia. Los que abogaban por la virtud del libre mercado y de la transparencia han llevado a crear un sistema financiero tan opaco que ni los mismos bancos comprenden sus balances. Los que defendían la responsabilidad ahora buscan el perdón de la deuda para el sector financiero.

El mercado no se corrige solo. De hecho sin la regulación adecuada, el mercado tiene una tendencia natural hacia los excesos. Sencillamente la mano invisible de Adam Smith no existe. Los banqueros persiguen su propio interés que no tiene porque encajar con los intereses generales de la sociedad, incluso por no encajar no tienen porque encajar ni con el interés de sus accionistas o deudores y sin duda no son los mismos intereses que los propietarios que han perdido sus viviendas, los trabajadores que se han quedado sin empleo, los jubilados que han visto como sus fondos de pensiones se evaporaban o los contribuyentes que han pagado miles de millones de dólares en rescates bancarios.

Bajo la amenaza de colapso del sistema, la red de seguridad, no ha servido precisamente para salvar a los individuos de las exigencias de la vida, sino que la han extendido generosamente para salvar a la banca comercial, la banca de inversión, a las aseguradoras o a las compañías de coches. Nunca tanto dinero había sido transferido de tantos hacia tan pocos…. La justificación ha sido que rescatar a la banca, permitiría que se volviera a abrir el grifo del préstamo. Esto no ha sucedido. Lo que ha sucedido ha sido simplemente que el contribuyente ha dado su dinero a las instituciones que han estado especulando con ellos durante años, vía préstamos predatorios, intereses de las tarjetas de crédito usureros, y comisiones no transparentes.

Stiglitz se enmarca también entre aquellos economistas que critican la hegemonía del PIB entre los indicadores económicos:

– Sólo compensa a los gobiernos que aumentan la producción material.

– No mide adecuadamente los cambios que afectan al bienestar, ni permite comparar correctamente el bienestar de diferentes países’.

– No toma en cuenta la degradación del medio ambiente ni la desaparición de los recursos naturales a la hora de cuantificar el crecimiento.  Esto es particularmente cierto en Estados Unidos, donde el PIB ha aumentado más, pero en realidad gran número de personas no tienen la impresión de vivir mejor porque sufren la caída de sus ingreso.

Fuente: Newsweek y XL Semanal

Pensiones y mentiras

A continuación, algunas reflexiones e ideas respecto a la reforma de las Pensiones por parte de varios críticos con el sistema, y otras del autor de este blog:

El argumento demográfico que se viene dando para justificar la reforma de las pensiones lo puso en marcha el Banco Mundial hace casi tres décadas cuando se comprobó que la propuesta de privatizar completamente los sistemas públicos que deseaban las entidades financieras era demasiado cara y que podía acarrear gran rechazo y conflictos sociales.(Juan Torres López)


Vicens Navarro, catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra y director del Observatorio Social de España:

Hace unos días el nuevo Ministro de Trabajo, el Sr. Valeriano Gómez, en una entrevista dijo que, aún cuando la productividad anual aumentara un 2% o un 2,5%, todavía sería insostenible seguir con el sistema de pensiones sin reformar.

Ello no es cierto. Si el crecimiento anual de la productividad fuera 2%, el PIB en 2050 sería 2.20 veces mayor que ahora. Ello quiere decir que si el PIB ahora es 100, en 2050 sería 220. Pues bien, mientras que ahora 9 unidades (el 9% del PIB) van a pensionistas, en 2050 serían 33 (el 15% del PIB), y para los no pensionistas, en 2050 serían 187 (220-33), mucho más que ahora, que son 91. Es decir, resultado del incremento de la tarta (más del doble), tanto pensionistas como no pensionistas tendrán muchos más recursos, pues estamos hablando de cantidades monetarias con la misma capacidad de compra en 2010 y en 2050. Es más, es probable que el PIB sea incluso mayor, resultado del crecimiento de la población que trabaja (ahora una de las más bajas de la OCDE). Si en lugar de 52% fuera 72% o 75%, el PIB sería incluso mucho mayor. La alarma en la que se basa la REFORMA de las PENSIONES es totalmente infundada. Lo que el estado debiera hacer es mejorar la productividad del país y facilitar la integración de la mujer al mercado de trabajo, en lugar de alargar obligatoriamente la edad de jubilación.

Ignacio Zubiri, catedrático de Hacienda Pública en la Universidad del País Vasco:

Se están aceptando como hechos incontestables posiciones puramente ideológicas.

Se ligan los cambios a la actual crisis cuando las pensiones no tienen nada que ver con la crisis actual.

El sistema sólo es «insostenible» si nos empeñamos en que debe financiarse exclusivamente con cotizaciones. ¿Por qué ha de ser así?

No me gusta la reforma del sistema de pensiones del Gobierno español, porque no hay ningún compromiso. El Gobierno no se compromete a mantener unas pensiones del 80% o el 70% del último salario, lo que dice es: «si el Señor provee habrá pensiones como hasta ahora y si no provee te dejaré la pensión en la mitad y te aguantarás»


Juan Torres, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla:

En España, un puñado de economistas financiados siempre por la banca han hecho un buen número de predicciones con resultados muy alarmistas que anunciaban déficits en las cuentas de la Seguridad Social en 1995, 2000, 2005, 2010 y hasta 2050. Nunca han acertado, ni siquiera en éste último ejercicio de 2010, en el que a pesar de que hay más de cuatro millones de parados, el sistema ha tenido un mínimo déficit de 278 millones de euros pero compensado sobradamente por el ingreso de los intereses del fondo, obteniendo finalmente un superávit de 2.383 millones de euros.

“Cuando el Gobierno, la patronal, los bancos y los economistas liberales hablan de pensiones, razonan al revés. Primero habría que reflexionar sobre qué parte del PIB se considera adecuada para garantizar una vida digna de los jubilados y luego estudiar cómo alcanzar la financiación necesaria».


Miren Etxezarreta, catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona

“El debate se ha planteado sobre una gran cantidad de trampas y de verdades a medias, encaminadas siempre a recortar derechos y fomentar las pensiones privadas”.

“Si el Gobierno quiere mejorar las pensiones, ¿por qué no presenta un plan de medidas de empleo para que los jóvenes empiecen a cotizar antes? ¿Por qué se tolera este altísimo paro juvenil?”

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Otras ideas al respecto:

– El discurso de la hipotética falta de financiación de las Pensiones parte de una premisa errónea, la de considerar a la Seguridad Social como algo distinto al Estado. Son todos los recursos del Estado los que tienen que hacer frente a la totalidad de los gastos de ese Estado. También a las Pensiones.

– No es creíble que en 30 años no habrá dinero para pagar las pensiones con el sistema actual. Es cierto que habrá más pensionistas, pero también habrá más trabajadores, no en vano la población española ha aumentado en cinco millones en los últimos años y debemos tener en cuenta que hay un 20% de paro, otros 4 millones que algún día tendrán que trabajar, a quienes deberemos sumar los millones de jóvenes que se incorporarán al mercado laboral cada año de los 30 que quedan para que supuestamente el sistema sea inviable.

– El colapso de las pensiones se ha pronosticado en muchas  ocasiones y el sistema público de pensiones aún no ha caído en ninguna de las crisis anunciadas.

– Las posibles soluciones de mejora al sistema no tienen porqué suponer un retroceso en los derechos adquiridos por la clase trabajadora. ¿Por qué no aumentar las cotizaciones sociales de las empresas con mayores beneficios y de los empleados con mayores salarios y construir de este modo un sostenible sistema de pensiones público, que no dependa de la avaricia de financieros que se puedan jugar en la Bolsa el dinero de nuestros fondos de pensiones? ¿Y qué decir de aumentar la presión fiscal a las rentas del capital y a las transacciones financieras, de perseguir el fraude fiscal, de aumentar los impuestos a los ricos, de no gastarse el dinero de los contribuyentes en armas y en guerras, y de tantas medidas que se tildan de demagógicas? Y cuanto más larga sea la agonía, más publicidad para que los Bancos y las Cajas -que dentro de poco serán de estos bancos, como nuestras pensiones- vendan más y más planes de pensiones a los atemorizados trabajadores.

– Dentro de 30 años habrá dinero para lo que se quiera, tan solo es y será una cuestión de marcar prioridades. A día de hoy, la reforma de las pensiones, al igual que la reforma laboral, son resultado del oportunismo de los poderes financieros de los países de nuestra órbita para colmar su infinita avaricia y hacer negocio también con nuestra jubilación.

– No nos olvidemos de que a ésto les seguirán reformas en otros campos como la sanidad y la educación, aunque quizá para ello haya que provocar otras crisis.

– Por último me parece frívolo hablar de reformas de Pensiones sin reformar el sistema financiero y el de crédito.

Fuentes: Jordi Calvo Rufanges, Miren Etxezarreta, Ignacio Zubiri, Vicens Navarro, Juan Torres