8 de Marzo… en tiempos de crisis

«La transformación social tiene rostro de mujer»

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  por Koldo Larrea Itxina

Mil veces habremos oído que la mal llamada crisis tiene rostro de mujer. Ciertamente, la ofensiva neoliberal arrincona aun más a las mujeres en las tareas de cuidado y las condena a la precariedad, el paro, la exclusión e, incluso, a prostituirse contra su voluntad. Esta exacerbación del capitalismo patriarcal supone, además, un agravamiento del maltrato de las mujeres dado que el ahogo económico dificulta la salida de situaciones de violencia.

Feminismo, We can do it     Sin dejar de ser muy veraces, esas pinceladas tan repetidas refuerzan un concepto de mujer reducida al papel de víctima, de ser débil, pasivo, sumiso y dependiente que nada puede hacer para salir de su situación. Frente a esa foto interesada de la mujer como animal acorralado y desvalido que se promueve desde el sistema, resulta vital reivindicar a las miles de militantes anónimas que, desde los frentes de sus asambleas, el lugar de trabajo o el hogar, siempre contra corriente, mantienen esta sociedad demencial a flote y, día tras día, ponen al mal tiempo buena cara para empujar otro poquito en la lucha por la justicia y la igualdad. Por su actualidad, pongamos hoy el ejemplo de las mujeres de las Corralas de Sevilla, que, frente a la injusticia de los desahucios, se han organizado para ocupar bloques de viviendas vacías en manos de bancos e inmobiliarias y han elegido vivir de manera comunitaria compartiendo espacios y formando redes de apoyo y solidaridad.

        Si miramos al futuro, no parece muy aventurado afirmar que la transformación radical que necesita nuestra sociedad también tiene rostro de mujer. En un momento de preocupante desorientación debida a la desideologización de la izquierda y a la crisis de los partidos políticos y los sindicatos, el feminismo, junto al ecologismo, se nos presenta como el movimiento con mayor potencial para cuestionar un capitalismo patriarcal que no ceja en dilapidar un planeta agotado ni pestañea al valerse de la excusa del género para seguir discriminando de forma sistemática a la mitad de población mundial. No estoy hablando, claro está, de ese pseudofeminismo oficial, hipócrita y demagógico, que desvirtúa las reivindicaciones feministas al usarlas como coletillas vacías y decorativas en discursos institucionales de carácter anual. Me refiero a las aportaciones que desde la economía feminista y el ecofeminismo se han hecho al movimiento por el decrecimiento y al pensamiento del Buen Vivir, y, más concretamente, al nuevo paradigma que proponen esos feminismos frente a los valores masculinos de dominación, explotación, agresión y competencia que amenazan con reventar el planeta y a sus gentes: como alternativa al proyecto suicida del capitalismo patriarcal, nos dicen, tenemos al alcance de la mano una sociedad feminizada basada en la cooperación, el compartir, el apoyo mutuo, la solidaridad, la creatividad y la sensibilidad. Resumiendo: frente al terrorismo social y medioambiental del neoliberalismo, ecologismo y humanismo feminista.

        Ésta es una receta impepinable que la Madre Tierra nos va a prescribir de todas todas. Está en nuestras manos el interiorizarla y disfrutar de los retos del decrecimiento y la feminización de la sociedad, o tragárnosla a palos permitiendo que el cadáver de este monstruo biocida nos aplaste en su caída. Porque un sistema monstruoso basado en la falacia del crecimiento ilimitado sobre un planeta con recursos limitados y a costa de una población explotada podrá intentar engañarnos con otra huída hacia delante y la promesa de una nueva racha de “prosperidad”, pero no puede durar eternamente.

         Mientras, la confrontación con el neoliberalismo es, por mucho miedo que pueda darnos, inevitable: no hay armario donde esconderse de este monstruo. La pasividad de la colaboración sumisa y el silencio cómplice no es neutral ni exime de culpa. Así lo afirmaron, por ejemplo, J.P. Sartre y Franz Fanon al denunciar la responsabilidad criminal de todos aquellos franceses que veían prosperar sus vidas mientras miles de personas en la Argelia francesa eran torturadas hasta la muerte por intentar quitarse de encima el yugo colonial. De manera similar, los hombres que ejercen sus privilegios patriarcales en lugar de renunciar a los mismos y combatir su injusticia están alimentando esos abusos con su inacción, y las personas que eligen mirar hacia un centro comercial o un estadio de fútbol en vez de enfrentarse al horror de los recortes sociales o la devastación que dejan a su paso las obras del TAV tienen parte de responsabilidad en las consecuencias de esos atentados.

        Para poder subsistir y persistir en su afán saqueador, el capitalismo necesita ovejas y esquiroles, seres subyugados que colaboren con su proyecto explotador patriarcal y biocida. Su peor pesadilla es un movimiento feminista y ecologista irreverente y combativo. A las osadas pertenece el futuro, decía Emma Goldman, bestia negra del capital. Si queremos el futuro, seamos osadas en el presente, pues. No hace mucho, decía la feminista estadounidense Gloria Steinem que no se trata de desmantelarlo todo para volver a empezar, sino de una profunda transformación gradual desde la conciencia de que los medios son el fin. La cuestión es qué vamos a hacer tú y yo cada día de nuestras vidas para transformar la monstruosidad del capitalismo patriarcal en la pequeña gran belleza del Buen Vivir.

Un comentario sobre “8 de Marzo… en tiempos de crisis

  1. Creo que no se puede añadir nada más al post de hoy, ya que, se puede decir más alto pero no más claro.
    Como mujer y como ciudadana, te doy la gracias por tus palabras.

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