«La transformación social tiene rostro de mujer»
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por Koldo Larrea Itxina
Mil veces habremos oído que la mal llamada crisis tiene rostro de mujer. Ciertamente, la ofensiva neoliberal arrincona aun más a las mujeres en las tareas de cuidado y las condena a la precariedad, el paro, la exclusión e, incluso, a prostituirse contra su voluntad. Esta exacerbación del capitalismo patriarcal supone, además, un agravamiento del maltrato de las mujeres dado que el ahogo económico dificulta la salida de situaciones de violencia.
Sin dejar de ser muy veraces, esas pinceladas tan repetidas refuerzan un concepto de mujer reducida al papel de víctima, de ser débil, pasivo, sumiso y dependiente que nada puede hacer para salir de su situación. Frente a esa foto interesada de la mujer como animal acorralado y desvalido que se promueve desde el sistema, resulta vital reivindicar a las miles de militantes anónimas que, desde los frentes de sus asambleas, el lugar de trabajo o el hogar, siempre contra corriente, mantienen esta sociedad demencial a flote y, día tras día, ponen al mal tiempo buena cara para empujar otro poquito en la lucha por la justicia y la igualdad. Por su actualidad, pongamos hoy el ejemplo de las mujeres de las Corralas de Sevilla, que, frente a la injusticia de los desahucios, se han organizado para ocupar bloques de viviendas vacías en manos de bancos e inmobiliarias y han elegido vivir de manera comunitaria compartiendo espacios y formando redes de apoyo y solidaridad.