PAUL NAKAMURA
Como todo verano, comencé a apreciar en mi hogar una lenta pero continua invasión de hormigas.
Las rojas, muy pequeñas, que creo habitan en todo el planeta.
Me han dicho varios que se ubican en la estructura de la casa. Pensando en las implicancias que eso genera, al igual que todo verano, comencé con el tradicional despliegue de K-Otrina semanal y salí en busca de esos diminutos huecos que hay por miles en la casa (creanme, son miles).
Esto ya era un indicio de lo que descubrí hoy…
Hoy tuve que tirar incluso varias plantas al darme cuenta que en las macetas había más hormigas que tierra.
Al terminar con la limpieza entera de la terraza, vaciar macetas, tirar veneno por doquier (algo que no me cierra hace rato), manguerear (empaparme incluido), y acomodar nuevamente las cosas correspondientes, es que sucede lo interesante del asunto.
Una vez más me encontré negando algo que en el fondo creo firmemente: esta es una guerra que no voy a poder ganar. Aún entendiendo la diferencia de tamaño, de elementos para combatir y de la firme creencia de sentirme superior frente al insecto no voy a lograrlo.
Las hormigas están aquí hace mucho más que yo. Se ubican en toda la casa y en lugares difíciles de acceder (tanto para mí como para la K-Otrina) y hasta creo que ya han desarrollado cierta resistencia a ese veneno porque caminan por el líquido. No sólo están en mi casa, sino en todo el mundo.
-Noto además en este momento que ya mencioné esta “marca” 2 veces, algo que me lleva a otra conclusión: nuevamente creo que ese veneno va a hacer algo al respecto, cuando estoy seguro que no lo hará porque sino se quedarían sin trabajo (clásico paradigma de la obsolescencia programada imperante en estos tiempos)-
Volviendo al tema de las hormigas…Hoy he visto a “mis invasores” silenciosos como un ejemplo a seguir.
Tal vez en un punto medio delirante ví en la situación Paul Vs. Hormigas algo similar al mundo inmundo en el que vivimos.
Paul y el 99% de la población mundial son un gran hormiguero enfrentando a un enorme monstruo que tira venenos e intenta matarnos en cada temporada. (Para los distraídos ese monstruo inmundo que intenta matarnos es toda la elite gobernante repugnante, bancos, organismos de créditos internacionales; es decir el 1%).
Hoy me convencí, gracias a las hormigas, de que es inevitable que este gran hormiguero que formamos entre todos lleva las de ganar por la simple e irrefutable razón de que somos la inmensa mayoría.
Tal vez en apariencia somos insignificantes. No tenemos como defendernos directamente, no tenemos armas, venenos, y somos mucho más pequeños que ese gran monstruo.
Pero así como las hormigas, somos muchísimos más, hemos desarrollado cierta “defensa” frente a esos venenos y por más que nos tiren con todo, no vamos a desaparecer. Y por más que no les guste vamos a ocupar la casa.
Como conclusión entendí que si no luchamos por quedar dentro de la casa (que nos corresponde por derecho, moral y sobre todo porque es de todos) vamos a terminar en la alcantarilla o en la calle, y ahí hay otros monstruos peligrosos, por lo tanto es de vital importancia luchar por lo que es nuestro.
JUNTOS COMO HORMIGAS NO VAN A VENCERNOS, ESA ES LA LECCIÓN DEL DÍA
Gracias como siempre Luis!
Abrazo transatlántico!
PAUL
Muy buen texto. Excelente paralelismo.