Como todos los que por definición lo son, por tener capacidades superiores a las de los humanos corrientes, este personaje de ficción acaba de ser reparado de una luxación de brazo, un pelín pasionalmente forzada.
Tras serle arrancado el brazo por un funcionario de prisiones, no se sabe si devoto o perturbado -que tampoco se distingue mucho-, ayer acabó la reparación de la estatua ésta que levanta grandes e histéricas pasiones entre algunas personas de Sevilla y alrededores.
Parece ser que en su sanación no ha obrado milagro alguno, cosa extraña y que debiera estudiarse a fin de saber si sigue siendo merecedor de su sobrenombre, y sí la habilidad de algunos artesanos de la imaginería española que los hay y muy buenos.