EL VATICANO, UN PARAÍSO FISCAL

ENTREVISTA a GIANLUIGI NUZZI, PERIODISTA Y AUTOR DEL LIBRO ‘VATICANO S.A.’

El Instituto de Obras Religiosas, el llamado “Banco Vaticano” ha mantenido siempre en secreto sus operaciones bancarias. ‘Vaticano S.A’. desvela una trama de cuentas secretas y comisiones a políticos.

Rosa Martínez / Periódico Diagonal

El Instituto de Obras Religiosas (IOR), el llamado Banco Vaticano, se encuentra en el centro de una investigación judicial que lleva a cabo un tribunal de Roma. En octubre de 2010, una sentencia ordenó el embargo de 23 millones de euros al considerar que el IOR había violado las obligaciones de las normas antiblanqueo en operaciones bancarias realizadas con el banco alemán JP Morgan Frankfurt y otra entidad italiana. Según el fallo, el IOR no comunicó “para quién pretendía realizar las operaciones, ni la naturaleza y objetivo de las mismas”.

Aunque pocos meses después de esta sentencia el Vaticano modificó su normativa fiscal para intentar entrar en la lista de la OCDE de los países que respetan la normativa internacional contra el blanqueo de dinero, el IOR ha funcionado siempre en el más absoluto de los secretos y su historial de acusaciones es extenso. Implicado en el escándalo del Banco Ambrosiano, el IOR ha continuado aprovechándose de los privilegios que le da su estatus de banca papal para mover dinero por todo el mundo sin que ninguna autoridad al otro lado de los muros del Vaticano le pida cuentas, actuando como un verdadero paraíso fiscal en la práctica.

«El Instituto de Obras Religiosas es un banco ideal para pasar inadvertido porque actúa en el más absoluto de los secretos»

El libro Vaticano S.A., del periodista Gianluigi Nuzzi ha permitido conocer los oscuros negocios de la Santa Sede, gracias a la documentación recogida por uno de sus responsables, monseñor Renato Dardozzi. Conocedor de primera mano de los aspectos más reservados del IOR hasta fines de los ‘90, Dardozzi quiso que los documentos se hiciesen públicos tras su muerte. En sus páginas aparecen cuentas millonarias de fundaciones caritativas inexistentes, movimientos de capitales que nadie controla y vínculos con la política e incluso la mafia.

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DIAGONAL: ¿Qué actuaciones del IOR salen a la luz en su libro?

GIANLUIGI NUZZI: Se hacen públicos por primera vez documentos que habían permanecido siempre secretos y que revelan todas las operaciones opacas llevadas a cabo después de Marcinkus [presidente del IOR desde 1971 hasta 1989]. Revela por ejemplo la existencia de todo un sistema de cuentas secretas a nombre de supuestas Fundaciones Benéficas de lucha contra la leucemia o la pobreza, utilizadas en realidad para proteger a los verdaderos titulares. A esas cuentas fueron a parar, por ejemplo, parte de las enormes comisiones y sobornos pagados por empresas italianas a numerosos políticos investigados por los jueces de Mani Pulite (Manos limpias).

D.: ¿Alguna cuenta fue usada por políticos importantes?

G.N.: Sí, por ejemplo la de la Fundación Spellman podría ser en realidad una cuenta para ser utilizada por Giulio Andreotti, en aquel tiempo primer ministro de Italia.

D.: ¿Y para lavar dinero negro?

G.N.: Eso no forma parte de la documentación del archivo de Dardozzi. Son unas declaraciones de Massimo Ciancimino, el hijo de Vito Ciancimino, el alcalde mafioso de Palermo, que afirma en una entrevista que en los ‘70 y ‘80 su padre depositaba en el Instituto de Obras Religiosas parte del dinero que circulaba entre mafiosos y políticos.

«Ratzinger está intentando introducir sistemas de control ante el riesgo de que incluyan al banco en la lista de paraísos fiscales»

D.: ¿Qué convierte al IOR en un banco ideal para pasar inadvertido?

G.N.: Sobre todo el hecho de que actúa en el más absoluto de los secretos. No se sabe de quién es el dinero depositado allí, el patrimonio del banco es top secret. Goza además de importantes exenciones fiscales al tratarse de un banco extranjero. Con estas condiciones no hay duda que es un banco muy apetecible para quien quiera discreción.

D.: ¿Conocía el papa Wojtyla los hechos que se denuncian en el libro?

G.N.: Hay pruebas documentales de que sus más estrechos colaboradores conocían la estructura paralela que se había desarrollado para blanquear dinero procedente de las comisiones. Por ejemplo, el entonces presidente del IOR, Angelo Caloia, en una carta reservada al secretario del papa, Stanislaw Dzwisz se refiere de forma explícita a “investigaciones realizadas con total reserva” de las cuentas corrientes secretas. El papa tuvo un comportamiento muy prudente sin obstaculizar frontalmente lo que ocurría.

D.: ¿Cual ha sido la reacción del Vaticano con el libro?

G.N.: Un cambio, al menos sobre el papel, ha habido, porque existe el riesgo de que al banco se le incluya en la lista negra de la OCDE. Ratzinger está intentado introducir sistemas de control en los flujos financieros. Lo que hay que ver es cuánto de lo prometido se lleva realmente a cabo.

D.: ¿Se puede afirmar que el IOR ha actuado como un paraíso fiscal?

G.N.: Por la documentación aparecida se puede decir que al menos hasta fines de los ‘90 funcionó como un verdadero paraíso fiscal.

INSTITUTO DE OBRAS RELIGIOSAS: EL BENEFICIO ES SAGRADO

El Instituto de Obras Religiosas nació en 1942 al convertirse en un verdadero banco la que en un principio se llamó Comisión para las Obras Pías. A partir de ahí, nació un gran imperio financiero con inversiones en todos los rincones del mundo.

Sobre él han recaído sospechas de haber financiado operaciones armamentísticas o de haber colaborado con el régimen de Mussolini y con el tercer reich. Los privilegios de los que goza han hecho de él el banco preferido para quien quisiese transferir capitales al extranjero para evadir impuestos. Como señala Gianluigi Nuzzi en Vaticano S.A. el IOR “no se puede registrar; no está permitido interceptar los teléfonos; no se puede interrogar a sus empleados”.

Para saber algo acerca de las operaciones del banco, prosigue Nuzzi, “los jueces del país interesado deben realizar rogatorias al Estado de la Ciudad del Vaticano. El Estado del Vaticano es el único país europeo que no ha firmado ninguna convención de asistencia judicial con otros países del continente”.

Dios no existe. Prueba

Benedicto XVI (de soltero Ratzinger) nos ha desvelado parte de su mentira  (en realidad muy poco -sólo el Purgatorio-). Y aunque pocos años atrás su antecesor hizo lo mismo con el Infierno y el resto del cuento lo mantiene activo para no perder el empleo, hoy es buena ocasión para recordar ese bonito…  ¿juego? del filósofo Noé Garza que «demuestra» la inexistencia de Dios.

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Preámbulo.

Algunas personas piensan que no se puede demostrar la inexistencia de algo, pero se equivocan. Puede ser probado, por ejemplo, que no hay un número primo par mayor que 2; o que no existen las esferas cúbicas. Otras personas piensan, que no se puede demostrar la inexistencia de dios. En mi opinión, como ateo, es que sí se puede demostrar que dios no existe.

La definición de la palabra dios.

Para probar la inexistencia de dios debemos, primero, definir lo que significa esa palabra. Para todas las culturas, la palabra dios es sinónimo de un ser todopoderoso; así que admito esa definición por ser el único concepto que comúnmente se tiene de dios.

Para mí, tendría más sentido si dios fuese de género femenino, porque sólo ese género puede dar vida; algo que hasta los cavernícolas sabían. Pero después, cuando los hombres comenzaron a tomar el control de la sociedad, nació la idea de que dios es de género masculino. Aunque en algunas culturas hay un dios masculino y un dios femenino. Se debe de tomar en cuenta que un dios omnipotente debe ser andrógino o sin sexo. Pero como en la mayoría de las culturas es de género masculino, aquí lo trataremos como varón.

Algunas personas (por ejemplo Einstein) creen en un dios personal o individual, digamos simbólico. Yo pienso que a ese tipo de dioses no se le puede llamar dios propiamente dicho. Un dios que no tiene vida, no tiene nada que ver con la definición de dios que las culturas “primitivas” nos dejaron como base para nuestra presente civilización. Este tipo de dios puede ser excluido por la Navaja de Occam pero, lo más importante, no presta atención a las plegarias ni a los sacrificios.

Referente a lo anterior, podríamos decir que, si dios no es omnipotente, no hay nada que le impida ser parte del universo. Si ese es el caso ¿qué hace a ese dios divino? Entonces este dios sería un extraterrestre, o simple materia; que probablemente contenga sangre, ADN, o cualquier otra característica de lo que sabemos que contiene vida. Y cualquier cosa que dios pueda hacer, nosotros la podríamos hacer. Todo su conocimiento podría ser conocimiento que nosotros podríamos obtener. Y eso nos convertiría en dioses; resultando en una extraña forma de narcisismo.

Muchas personas justifican su fe en dios a manera de respuesta para todo aquello que no tiene explicación. ¿Cuál es el significado de la vida? ¿Quién creó el universo? ¿De dónde provienen el tiempo y el espacio? Cuando no tenemos el conocimiento apropiado para responder estas y otras preguntas, se utiliza a dios como respuesta.

Digamos que, si dios es el significado de la vida, ¿cuál es el significado de dios? Si dios tiene una naturaleza, ¿quién creo esa naturaleza? Si dios creó el tiempo y el espacio, ¿cómo pudo vivir fuera de ellos? Ya que la creación es un evento del tiempo, ¿cómo pudo dios crear el tiempo? Para contestar todas estas preguntas, dios tiene que ser todopoderoso; o simplemente no puede contestarlas. Para que dios pueda ser todopoderoso, tiene que ser omnipotente; y así estar por encima de todo, del tiempo y del espacio.

Cualidades de un dios omnipotente.

Para que un dios pueda ser considerado como omnipotente, debe cumplir los siguientes requisitos:

1. Lo debe de saber todo. Todo lo que es, todo lo que fue y todo lo que será. Para poder saber todo esto, debe conocer hasta el mínimo movimiento de la partícula más pequeña del cosmos.

2. Debe ser digno de nuestra adoración. Cualquier ser que no sea digno de nuestra adoración, no puede ser considerado dios.

3. Debe ser capaz de hacerlo todo, hasta lo más imposible e ilógico. Y para poder cumplir este requisito, debe estar por encima de todas las dimensiones.

4. No puede ser ni bueno ni malo, o tener una característica subjetiva. Si dios es bueno, no puede ser malo y por ende no es todopoderoso. Algunos dirán que los buenos pueden hacer cosas malas aunque deciden no hacerlas. Pero si dios es tan bueno no puede decidir cosas malas, ¿o sí?

El problema del mal.

Tenemos el problema del mal, expuesto por David Hume, quien dice que, si dios permite el mal, no es tan bueno. Si viola sus intenciones para con el universo, no es todopoderoso. Dios no puede ser ambos, bueno y todopoderoso. Hay muchas objeciones al respecto, pero ninguna que tenga validez. Ya que dios es el responsable del mal, porque si dios es el creador de todo, solo él pudo crear el mal. Y si pensáramos que algún ente maligno creó el mal, ¿por qué no pensar que ese ente es el creador de todo y no dios?

Las evidencias ontológicas en contra de los dioses.

Es necesario que dios sea digno de adorar. Porque si no lo es, entonces no es digno de ser llamado dios.

Ninguna de las religiones existentes nos puede dar un dios digno de adorar. Pero supongamos que todos esos dioses son falsos, y que hay un dios que ninguna cultura conoce. Pero si hay un dios que haya fallado o no ha intentado comunicarse con nosotros, no es digno de nuestra adoración. Entonces las evidencias ontológicas son aceptables, aun sin un amplio conocimiento del universo.

Hay un ligero examen, basado en las evidencias ontológicas, que usted puede hacer para probar la existencia de dios. Rece y haga sacrificios en nombre de dios, y pídale que provea una evidencia irrefutable de que existe, dentro del rango de siete días. Si después de esa semana, usted tiene las pruebas, felicidades, hágame llegar esas pruebas. Pero si no le manda las pruebas, es por una de estas tres razones:

1. Dios no existe.

2. Dios no quiso.

3. Dios no puede darle las evidencias.

Debido a las evidencias ontológicas, podemos deducir que las alternativas dos y tres, dan indicios de un dios que no es digno de su adoración. Por lo tanto, igualan la alternativa uno. Así que si no recibe respuestas, es porque dios no existe.

El significado de la palabra existencia.

¿Qué queremos decir con existencia? La definición correcta de existencia es que algo sólo existe si se relaciona de alguna manera con otra cosa. Esto quiere decir que las cosas existen, en relación unas con otras. Lo podríamos interpretar, como parte de nuestro universo. A dios se le define como infinito, lo cual quiere decir que no hay nada fuera de dios; porque la palabra infinito da a entender que ya todo esta incluido. Pero eso quiere decir que dios no puede existir, por la razón mencionada anteriormente; o que dios es el universo, en cuyo caso, dios no es dios.

La Navaja de Occam

La navaja de Occam fue formulada por William Occam (1285-1349) y dice: “No se deben multiplicar entidades, a menos que sea necesario”. Que, dicho con otras palabras, quiere decir que uno debe utilizar una explicación simple, basada en premisas simples; antes de hacer una explicación compleja.

Supongamos que todo fue creado, y que el creador es un dios omnipotente. Un dios que está por encima del tiempo, el espacio, la moral, la existencia y que tiene su propia causa. Esta entidad puede ser remplazada por el universo. El universo está por encima del tiempo, el espacio, la moral, la existencia y tiene su propia causa. Muchos teístas afirman que dios tiene una naturaleza. ¿Quién creó esa naturaleza? Si aceptamos que dios tiene una naturaleza y existe sin una causa, ¿por qué no decir que las leyes de la física son como son, sin una causa?

En realidad dios no es una respuesta, es una evasión a la pregunta. Es imposible obtener información evadiendo la pregunta. Cuando decimos que dios hizo una cosa de cierta forma, no hay manera de entender las cosas más a fondo; te metes en un callejón sin salida. Ante esta respuesta, uno se encoge de hombros y acepta las cosas como son. Y entonces, las respuestas al cómo y por qué quedan inconclusas. Si queremos obtener un amplio conocimiento del mundo y el universo, no podemos quedarnos con un dios como respuesta. Porque diciendo que dios es la explicación a todo, deja muchas preguntas al aire. Se debe remover la idea de dios, con la navaja de Occam, si se quiere obtener un amplio conocimiento del mundo y el universo.

La Imposibilidad.

Muchas cosas son imposibles de hacer. Por ejemplo, nadie puede sumar dos mas dos, y obtener como resultado 666. Hay muchos ejemplos al respecto pero, si dios es todopoderoso, él podría hacerlo; aunque sigo insistiendo que esas cosas son imposibles de hacer.

Muchas personas dirán que dios solo hace cosas que son, lógicamente, posibles. Pero yo digo que a los milagros se les llama milagros porque son imposibles de hacer. ¿Qué es lógico? ¿Caminar por encima del agua? ¿Resucitar a los muertos? ¿Estar por encima del tiempo, el espacio y todas las dimensiones, y existir? Yo pienso que todo aquello que viola las leyes de la física y la naturaleza es imposible. Así que la omnipotencia es imposible. Además de que la omnipotencia es una cualidad, y no hay manera de diferenciar o clasificar la omnipotencia de la no-omnipotencia. Para que la omnipotencia pueda ser una expresión válida tiene que ser absoluta; pero no tenemos un criterio en qué basarnos, así que el término no es válido.

La omnipotencia es imposible por las paradojas.

Una manera de desmentir la omnipotencia de dios, es hacerlo por medio de paradojas. ¿Acaso puede crear una roca, que ni él mismo pueda cargar? ¿Puede construir una muralla que ni el mismo pueda tumbar?

Ahora, si dios lo sabe todo, debe saber lo que sucederá en el futuro. Y lo sabe desde el inicio de su existencia, así que sus acciones son predestinadas; esta sujeto al destino y no tiene libre albedrío. Si dios no tiene libre albedrío, entonces no es omnipotente. Viéndolo de otra forma, para poder tener libre albedrío, tomar decisiones y hacer planes, se tiene que estar actuando conforme al tiempo presente. Si dios está por encima del tiempo, no puede hacerlo y no tiene libre albedrío. Si dios esta por encima de las dimensiones, dios no tiene dimensión, es la nada, es ausencia, algo nulo.

Pongámoslo todavía más fácil. Si dios tiene libre albedrío, no sabe lo que él mismo hará mañana, y entonces deja de ser omnipotente.

Problemática del Creacionismo.

Si para que algo pueda existir necesita de un creador, entonces dios también tiene un creador. Si dios no tiene un creador, entonces lo anterior es una mentira, y podríamos asumir que el universo no necesita de un creador para poder existir.

El mundo perfecto.

Esta en realidad no es evidencia concreta, más bien describe la ausencia de sentido común en las personas que adoran un dios.

Si dios está por encima del tiempo y creó el tiempo y el espacio, entonces los puede manipular. Y sólo lo podríamos ver en las leyes de la física (Davies, 1983, capitulo 4). Este dios es innecesario, como expliqué anteriormente, gracias a la navaja de Occam.

Si alguien hiciera una plegaria a dios pidiendo cambiar un evento presente, pero relacionado con el pasado; y dios pusiera atención, las leyes de la física cambiarían para responder la plegaria. Y entonces el mundo seria distinto, y la plegaria jamás hubiese existido. Además de que dios, en su omnipotencia, sabría que la persona haría esa plegaria y se adelantaría, y cambiaria las cosas sin necesidad de la plegaria. Las plegarias serian innecesarias, porque viviríamos en un mundo perfecto; y en ese mundo decir una plegaria seria dudar del poder de dios.

Pero una mejor manera de cambiar el mundo y tu vida, es haciéndolo tú mismo. Entonces tendrías la seguridad de que las cosas serán diferentes; y no estarías esperando a que contesten tu plegaria. Seria más rápido y más efectivo. Es más seguro cambiar el mundo con acciones que con plegarias.

Nadie realmente cree en dios.

Schopenhauer una vez dijo algo así como “El hombre puede hacer lo que quiera, pero no puede tener lo que quisiera”.

Las personas que dicen creer en dios, realmente no lo hacen. Sólo desean creer en él. Piensan que sus vidas no tienen sentido sin un dios que las proteja; así que deciden cerrar sus ojos ante la evidencia de la inexistencia de dios.

Según las propias palabras de un líder religioso, el Papa Ratzinger:

“La libertad religiosa no justifica la libertad de divergencia. Esta libertad no apunta a una verdad relativa, pero sí se trata de la libertad de decisión de las personas para, de acuerdo a sus inclinaciones morales, aceptar la verdad”. (The times, Junio 27 1990, p9)

Más claro ni el agua. Las personas que son creyentes aceptan la “verdad”, y después tienen que tener mucha fe para poder seguir creyendo. Deciden qué creer y qué no creer, y después intentan convencerse a sí mismos y, en el proceso, a otros, para no sentirse solos ni diferentes a los demás. Se resisten, a pesar de las evidencias, a dejar de creer en dios, porque sin esa creencia, su vida está vacía.

Todos hemos pasado por algo similar. Yo, por ejemplo, cuando era niño creía en Santa Claus, Los Reyes Magos, que la cigüeña trae a los niños de Paris, que había monstruos en mi cuarto y que mis juguetes tenían vida (¿Toy Story?). Y todo porque me dejé influenciar por el medio que me rodeaba. Pero ahora, ya más maduro, me pongo a recapacitar y me doy cuenta de que yo decidí creer en eso; a pesar de lo ilógico que suenan estas cosas.

Pero cuando algunas personas creyentes se cuestionan sus dogmas religiosos, se convierten al agnosticismo o al ateísmo. Como por ejemplo Charles Darwin (Darwin, 1958), Dan Barker (Barker, 19??), Ernest Renan y muchos otros. Estas personas son un claro ejemplo de que, si se cuestiona la idea de dios, puedes llegar a desecharla. Personas que después de leer libros y cuestionarse sus ideas llegaron a ser ateos. No querían hacerlo, pero es algo inevitable ante las evidencias.

Conclusión.

He tratado de definir al único dios que puede ser filosóficamente justificado. Y en base a eso, demostrar que este dios no existe. Después de leer este trabajo muchos dirán que dios está fuera del alcance de la mente humana; así que no puede ser interpretado por simples mortales. Pero recuerden que las personas que afirman algo son los que tienen que demostrarlo. Yo afirmo que dios no existe, y en este documento lo he «demostrado», si tú afirmas que dios existe, ¿dónde están tus pruebas?

Noé Garza

Carta al Papa de un anticlerical español

Luis García Montero  en Público

Confieso que ha acertado usted conmigo. Mis sentimientos se parecen mucho al anticlericalismo combativo. Es verdad que en este asunto, como en todos, soy incompatible con la violencia y que entre mis ilusiones no está la de quemar una iglesia. Pero la quema de una iglesia es un episodio coyuntural, propio de condiciones históricas muy particulares, que no sirve para definir el anticlericalismo. Sin quemar nada y sin perseguir sacerdotes, se puede sentir una indignación interior, una combustión interna, muy parecida al anticlericalismo, cada vez que alguien quiere humillar la razón a las supersticiones. Confieso que yo siento esa cólera al escuchar sus ideas sobre la ciencia, el dolor, la sexualidad, la muerte, la mujer y la dignidad humana. Como no he recibido el don de la fe, me parece una estafa inaceptable el mundo que usted representa.

Si se esfuerza un poco, no le resultará difícil entenderme. Cada cuál pertenece a su historia. Yo he nacido en un país en el que la jerarquía católica, siempre que estuvo en su mano, actuó con una agresividad muy violenta, quemando cuerpos y libros, persiguiendo herejes, abrazándose al poder terrenal y humillando a los más desfavorecidos. El enciclopedista Masson de Morvilliers preguntó en el siglo XVIII qué se podía esperar de un país que necesitaba el permiso de un cura para pensar. No cambiaron mucho las cosas en el siglo XIX y en buena parte del XX. Está muy cerca todavía el espectáculo de una Iglesia militante contra los valores democráticos, volcada en preparar y bendecir el golpe de Estado de 1936, las ejecuciones masivas y la dictadura. Le aclaro que hablo desde una experiencia histórica objetiva, nacional y católica, no tanto desde una experiencia particular. Yo tuve la suerte de encontrarme en mi adolescencia con curas obreros que luchaban a favor de los pobres y en contra de la dictadura. Pero esos curas, y su Teología de la Liberación, ahora cuentan muy poco, gracias a la burocracia partidista de la Iglesia y a las persecuciones disciplinarias
desatadas contra ellos por usted y su antecesor, Juan Pablo II.

Así que le confieso mi anticlericalismo. El malentendido está en que usted me considere peligroso y en que piense que represento a mi país. Soy de los que creen que en los asuntos de la identidad cuenta más el hacer que el ser. Aunque soy anticlerical, me esfuerzo en comportarme como un laico. Renuncio a mis antipatías religiosas en busca de espacios públicos y neutros que permitan la convivencia. A mí me haría mucha ilusión llenar los colegios y los espacios colectivos, junto al cartelito de prohibido fumar, de otro tipo de avisos, como la religión es peligrosa para la salud física y mental. Pero comprendo que eso podría molestar a muchas conciencias personales. Así que dejo mi anticlericalismo en casa. Creo que tengo derecho a esperar un comportamiento parecido de usted. Podría, por ejemplo, guardarse los crucifijos en su casa. No sabe lo que me molesta que mi hija se vea obligada a estudiar Biología en una clase con un crucifijo, es decir, con un señor muerto, pero que va a resucitar a los tres días, lo cual no es del todo sorprendente si se piensa que vino al mundo sin que su madre conociera varón y que es a la vez un individuo y una agrupación, formada por un padre, un hijo y un espíritu santo. Para la identificación policial, esa multiplicidad de personalidades es tan peligrosa como un burka.

Pero no se preocupe, porque yo no soy peligroso para usted. No he tenido nunca un Gobierno que defienda mis derechos de ciudadano dispuesto a vivir en un país laico. Y, además, no represento a mi país. Lo que hoy caracteriza a España no es el anticlericalismo, sino la indiferencia de una masa instalada en el egoísmo que define a las sociedades consumistas del capitalismo desarrollado. Esa indiferencia sí que es peligrosa, tanto para sus ideas religiosas como para mis ilusiones políticas. Las militancias éticas han pasado de moda. El Gobierno lo sabe, y por eso no entra en guerra con ustedes. Evita posibles facturas electorales y prefiere dejar que la indiferencia vaya desacralizando y despolitizando poco a poco el país. Le confieso que usted y yo estamos fuera de lugar en este reino. Sobramos los dos. Sobran su culpa y su espiritualidad católica. Sobran mi anticlericalismo y mi deseo de conseguir un mundo sin dioses, reyes, ni tribunos.

ADMONICIONES, una más de las magníficas columnas de Blanca Alvarez

«Puede que, finalmente, este país haya descubierto la forma de convivir en laico respeto»

Sin cayado, sin equipaje, aceptando hospedarse donde fueran invitados, sin provisiones, sin dinero. De este modo pidió el propio Jesucristo a los suyos que peregrinaran por el mundo anunciando la Buena Nueva. Casi del mismo modo que el Papa. Tal vez, intuyo, por esa razón no fueron tantos los presentes en esta visita. O puede que, finalmente, este país haya descubierto la forma de convivir en laico respeto, olvidando el crujir de los potros de tortura, el olor de las hogueras y la visión de los dictadores caminando bajo palio.
No dejo de preguntarme si Benedicto XVI nos visitó en calidad de sucesor de Pedro, como jefe de Estado, supremo y no democrático, o como anunciante de un próximo alzamiento por parte de las fuerzas reaccionarias del mundo.
Si nos visitó como el sucesor de Pedro, piedra sobre la cual Cristo edificó su Iglesia, le ha faltado cumplir con los requisitos de su papado, sin portar en su equipaje un gramo de caridad. Si nos visitó como jefe de Estado, no dejo de imaginar cómo reaccionaríamos ante la visita de un jefe de Estado de un país musulmán que nos ‘recomendara’ recordar los tiempos en que casi todo nuestro territorio patrio pertenecía a tal creencia y nos exhortara a regresar hasta esas ‘raíces religiosas’. Ahora bien, si la intención de su visita consistía en anunciarnos el advenimiento de un nuevo alzamiento reaccionario, entonces juro que me lo creo. Por algo conoció en su temprana adolescencia, allá por los años treinta, los republicanos años treinta, la ascensión y entronización de Hitler en su país.
Hemos recibido, con honores de jefe de Estado, a quien llegó para tirarnos de las laicas orejas. ¿Qué fue del respeto debido a la soberanía del otro?
Y en cuanto a las católicas raíces europeas, un poco de memoria, por favor: Europa, antes que otra cosa, fue politeísta, tuvo druidas, brujas sagradas, vírgenes negras, diosas y solsticios festivos. También fue musulmana, judía, pagana y, en breves momentos, laica, revolucionaria y pragmática.
Por otra parte, este país nuestro ha pagado, con doblones, tercios y reyes inclinados, el privilegio de sentirse querida por el papado y ser nombrada católica, apostólica y romana.
Finalmente, me pregunto qué fuerza moral puede tener el máximo representante de una institución fatalmente herida de pederastia y abusos a menores; de qué caridad puede hablarnos la institución dueña de una banca privada, bienes muebles e inmuebles tan cuantiosos como para pagar la deuda del Tercer Mundo y aún sobrar. Llegó el representante de un fundamentalismo masculino que deja para las mujeres tareas de limpieza y colocación de mantel, y defendiendo una familia que existe en su virginal y rancia catequesis.
Con todo, lo más preocupante debería ser esa injerencia, aderezada con amenazas, sobre la soberana decisión del soberano pueblo al cual pertenecemos por darnos el derecho a ser laicos practicantes.
BLANCA ÁLVAREZ en diario El Correo