
Manel Fontdevila en Público

Manel Fontdevila en Público
Hace unos días se ha hecho público que enviar a nuestros pesqueros a esquilmar el Índico, aprovechando la ausencia de regulación de un estado fallido como es Somalia, se cifra en un millón de euros anuales.
Frente a los medios de comunicación españoles que, como acostumbran, no han ido más allá del estereotipo de unos piratas que han descubierto un lucrativo filón en el negocio del secuestro y los rescates, se alzan otras voces denunciando esa explotación pesquera protegida por mercenarios (empresas de seguridad privada, se llaman ahora) y militares que financiamos a medias con los armadores de los barcos.

Así lo manifestaba en octubre el primer ministro somalí, Omar Abdirashid Ali Sharmarke, quien dijo que son muchos los países que están pescando ilegalmente en Somalia, empujando a antiguos pescadores a este negocio.
Otros, como el investigador noruego Stig Jarler Hansen, en un informe reciente sobre piratería apoyado por el Ministerio noruego de Defensa, señalan que muchos de éstos son policías y guardacostas entrenados por peregrinos programas de cooperación para vigilar las costas. Al acabarse estos proyectos, cientos de somalíes se vieron con formación militar y sin sueldo.
Ésta es también la teoría defendida por la investigación llevada a cabo por periodistas de Al Jazeera, Huffington Post y WardheerNews, incluida en la selección de las 25 noticias más censuradas de 2009.
Entre otras muchas consideraciones económicas que se pueden hacer, son 200.000 las toneladas de atún que al año son suministradas desde el Índico para el consumo español, gracias a una flota de factorías flotantes y son 300 millones de euros al año la estimación de las pérdidas que provoca, ésta nuestra pesca pirata, a Somalia.
Jónathan F. Moriche – ATTAC España
Pocas imágenes tan expresivas del sombrío pasaje histórico que atravesamos como las publicadas hace pocos días para dejar constancia del encuentro mantenido en Nueva York por el presidente José Luís Rodríguez Zapatero con una selecta representación del poder financiero global.
Entre los invitados a la reunión, celebrada en la residencia del embajador español ante la ONU, directivos del más alto rango de Citigroup, Morgan Stanley, Goldman Sachs, Soros y otras grandes firmas de Wall Street, hasta la malhadada cifra de 13.
Durante la pasada primavera, la economía española fue objeto de un ataque concertado por algunos de los actores más poderosos del mercado financiero global, en el marco de una ofensiva más amplia contra la moneda europea que afectó sucesivamente a Grecia, España, Portugal, Irlanda… (operación minuciosamente planificada, cuyos principios fueron establecidos en una reunión a la que el Wall Street Journal puso incluso fecha y escenario: el 8 de febrero de 2010, en el número 767 de la Tercera Avenida neoyorquina, sede de una filial de Goldman Sachs).
La estrategia de cerco de los especuladores y sus aliados contra España fue implacable. Las agencias de calificación de riesgos (un sector monopolizado por tres grandes firmas, Standard & Poor’s, Fitch y Moody’s, que evalúan, de un modo supuestamente independiente, objetivo y veraz, la situación económica) comenzaron a rebajar su valoración de la fiabilidad y la rentabilidad de nuestra economía en general y nuestra deuda pública en particular.
Grandes medios de comunicación económica (como el Financial Times o el Wall Street Journal, que guían el comportamiento de millones de pequeños y grandes inversores de todo el mundo) publicaron análisis y reportajes estremecedoramente sombríos sobre la situación económica española y las políticas económicas del gobierno socialista. Mensajes que se repitieron en los informes de las grandes instituciones económicas internacionales, como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Central Europeo. Una vez escuchado el trompetín de cacería, los grandes fondos especulativos se lanzaron a apostar a la baja por la deuda pública española. En menos de un mes, el coste para España de financiar su deuda pública pasaba del 0’9% al 1’6%: en un momento de fuerte bajamar de las arcas públicas y asfixiado por el coste de las medidas anticrisis, el Estado español vio severamente afectada su capacidad para financiar sus inversiones y gastos captando crédito en el mercado internacional. Como efecto colateral, los principales valores de la Bolsa española sufrieron una dura depreciación.
En aquel momento, Rodríguez Zapatero lanzó duras críticas contra los “tiburones” del mercado financiero y anunció su disposición a impulsar regulaciones internacionales más severas frente a las actividades especulativas. El ministro de Fomento José Blanco declaró que “nada de lo que está ocurriendo, incluidos los editoriales de periódicos extranjeros, es casual o inocente”. Incluso se anunció que el Centro Nacional de Inteligencia (al igual que los servicios secretos griegos) había iniciado una investigación para esclarecer los ángulos más oscuros de la operación. Apenas medio año después, de tal investigación nada más se supo, todas aquellas hipotéticas regulaciones han quedado en buenas intenciones y papel mojado, y Rodríguez Zapatero comparte apaciblemente mesa y mantel con los mismos tiburones que atraparon a España entre sus fauces.
¿Qué ha sucedido entre una escena y la otra? Recorte salarial de los trabajadores de la función pública. Reforma laboral de una dureza sin precedentes en nuestra historia democrática. Congelación de los fondos destinados a la Ley de Dependencia y la Ayuda Internacional al Desarrollo. Anuncio de una inminente reforma del sistema de pensiones. En conjunto, y siguiendo el guión ya ensayado con éxito contra Grecia, la rendición incondicional del gobierno español ante los especuladores, el secuestro de nuestra soberanía económica y la imposición a nuestro gobierno electo y nuestras instituciones democráticas de un programa económico neoliberal directamente dictado desde la esfera financiera internacional.
Mientras Rodríguez Zapatero se sometía en Nueva York a esta humillante ceremonia de vasallaje ante los nuevos amos del mundo, una jornada de Huelga General se fraguaba en España, convocada por los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT, y apoyada, de modomás o menos crítico, por el conjunto de la izquierda sindical (CGT, CNT…), política (Izquierda Unida, Izquierda Anticapitalista…) y social (Ecologistas en Acción, ATTAC…) del país. Pero en Nueva York, el presidente aseguró a los depredadores financieros que, fuera cual fuera el seguimiento de la Huelga, los planes de ajuste estructural seguirían adelante.
La voz de millones de trabajadores y trabajadoras, ciudadanos y ciudadanas de este país, quedaba así depreciada por debajo de los susurros amenazantes de un puñado de hienas de cuello blanco. “El predominio otorgado a los mercados financieros es una amenaza para el futuro de las democracias y el Estado de Bienestar en los países de la eurozona”, ha escrito Juan Hernández Vigueras. Una amenaza ya consumada, de la que esta penosa fotografía de Rodríguez Zapatero en Nueva York es un sangrante recordatorio, además de una urgente llamada a la acción.
Artículo publicado originalmente en Ambroz Información. Edición digital en www.radiohervas.es. http://jfmoriche.blogspot.com

Haber nacido en Suiza –un país cuya “única materia prima es el dinero de los demás”– y una larga relación con la ONU no implica directamente la defensa del capitalismo financiero que esos dos datos harían sospechar. Ziegler es un anciano antiprototípico capaz de articular un libro sobre esta premisa: “Pocas veces los occidentales han dado tales muestras de ceguera, indiferencia y cinismo como ahora. Su ignorancia de las realidades es impresionante. Y así es como se alimenta el odio“.
Es una acusación bastante dura, ¿no le parece?
Vivimos en un orden caníbal del mundo: cada cinco segundos muere un niño de menos de 6 años; 37.000 personas fallecen de hambre cada día y más de mil millones (casi una sexta parte de la humanidad) sufre malnutrición permanente. Y mientras tanto, las 500 mayores multinacionales controlaron el año pasado el 53% del PIB mundial. Esta oligarquía del capital financiero organizado tiene un poder como jamás lo tuvo un papa, un rey o un emperador. Creo que la ceguera y la arrogancia de los occidentales es total.
La pasada semana hubo una reunión de la ONU, que es su casa, para tratar el asunto.
Sí. Y [el secretario general] Ban Ki Moon dijo que el hambre podría ser erradicada con 40.000 millones de dólares. Es una locura, porque el problema no es que haya poco dinero para los subsidios de cooperación (aunque siempre se puede hacer más), son las estructuras del orden criminal del mundo las que fabrican cada día la masacre cotidiana del hambre. La solución no es dar más, sino robar menos.
¿Cuáles son esas «estructuras del orden criminal»?
Este orden se basa en tres pilares. El primero es el dumping [exportar productos a un precio más bajo que en el propio país] agrícola: la UE exporta productos agrícolas a África a precios muy bajos, lo que destruye la agricultura africana. El segundo son los agrocarburantes: se queman millones de toneladas de trigo y maíz para proteger el planeta, para reducir las emisiones;es una razón comprensible, pero quemar alimentos en un planeta donde cada cinco segundos un niño muere de hambre es un crimen contra la humanidad…
¿Y el tercer pilar?
Es la especulación bursátil de los grandes hedge funds sobre el arroz, el trigo, el maíz, etcétera. La especulación sobre los alimentos de base. Después de la crisis financiera de 2008, los grandes hedge funds migraron desde los mercados financieros a los mercados de materias primas. Se dedicaron, legalmente, a especular e hicieron explotar los precios de los alimentos básicos.
La UE es responsable de algunas de estas políticas…
La hipocresía de los comisarios, inclusive españoles, es impresionante. Porque cuando los refugiados del hambre intentan venir a Canarias o a Lampedusa son rechazados por métodos militares.
Pero, ¿no existe un problema de sobrepoblación?
La FAO, que cada año da en su informe anual unas cifras respetadas por todos, dice que la agricultura actual podría alimentar a 12.000 millones de personas. Es, prácticamente, el doble de la humanidad. Y el Banco Mundial dice que al menos 260 millones de personas más fueron empujadas en 2009 al abismo del hambre por causa de la especulación.
¿Y la culpa de todo ello es de Occidente?
Occidente es ciego, arrogante, no comprende la memoria herida de la esclavitud, de las masacres coloniales;no entiende que hoy en día todo eso se transforme en conciencia política, en reivindicación de perdón y de reparación.
Pero hablar de odio en el título es bastante agresivo.
Este libro es un libro de esperanza. Ésta es la 14.ª edición en el extranjero y funciona muy bien. Siempre los editores dicen que el título no es muy bueno, porque la palabra odio impresiona mucho. Pero hay dos tipos de odio: el patológico, que es el del terrorismo, el de Al-Qaeda, que no tiene justificación y tiene que ser combatido con todas las medidas democráticas; pero existe otro: el odio razonado, que es el que se ve en Bolivia, en Caracas, en otras partes. Es la transformación, postergada, de esa memoria herida de la esclavitud en una fuerza política. En Bolivia, por primera vez en el subcontinente, es un campesino, un cocalero, un aymara –no un intelectual de izquierdas– quien gobierna.
¿Cómo se produce esta transformación?
Estos países están viviendo un renacer identitario y la fuerza política y social generada es capaz de hacer frente a las multinacionales (con las expropiaciones del petróleo, el gas, las minas…).
¿Y cuál es el papel de Europa?
Las multinacionales son el poder principal en España, Francia y en todas partes. Los Estados de Europa son verdaderas democracias, donde los derechos humanos son respetados. Pero, fuera de Europa practican el fascismo externo, la ley de las multinacionales, que maximizan los beneficios con la explotación máxima de los recursos ajenos. Pero aquí, en el cerebro del monstruo, el pueblo existe con todos sus derechos: una sociedad civil con conciencia puede forzar la prohibición de quemar alimentos para fabricar biocarburantes, puede reformar la Bolsa, prohibir la especulación con materias primas…
¿Y el de la ONU?
Naciones Unidas ha terminado. En su momento fue muy importante, pero ya no funciona. Los países del Sur quieren relaciones internacionales, organismos, de justicia e igualdad, que no existen. Si es posible construir un frente de solidaridad planetaria entre la nueva sociedad civil aquí y los nuevos movimientos del Sur, se podría quebrar el orden caníbal del mundo. El libro se publica con esta esperanza.

La Real Academia Española de la Lengua define de dos modos el verbo estafar. Como pedir o sacar dinero o cosas de valor con artificios y engaños y con ánimo de no pagar, y, en sentido jurídico, como cometer alguno de los delitos que se caracterizan por el lucro como fin y el engaño o abuso de confianza como medio. Por eso yo creo que el término de estafa es lo que mejor describe lo que han hecho continuadamente los bancos, los grandes especuladores y la inmensa mayoría de los líderes y las autoridades mundiales antes y durante la crisis que padecemos.
Los Estados le dieron a los bancos privados el privilegio de crear dinero emitiendo deuda con la excusa de que eso era necesario para financiar la actividad de las empresas y los consumidores. Pero en los últimos treinta años, la banca internacional multiplicó la deuda para financiar los mercados especulativos y para ganar dinero simplemente comprando y vendiendo más dinero, y no para financiar a la economía productiva. Esta es la primera estafa.
Para disponer de recursos adicionales a los que le depositaban sus clientes, la banca ideó formas de vender los contratos de deuda y los difundió por todo el sistema financiero internacional. Pero al hacerlo, ocultaba que millones de esos contratos no tenían las garantías mínimas y que al menor problema perderían todo su valor, como efectivamente ocurrió. Actuando de esa forma y tratando de elevar cada vez más la rentabilidad de sus operaciones, la banca fue asumiendo un riesgo cada vez mayor que ocultaba a sus clientes y a las autoridades y que transmitía al conjunto de la economía. Esta es la segunda estafa.
Para llevar a cabo esas estafas, la banca recurrió a las agencias de calificación que actuaron como sus cómplices corruptos engañando sistemáticamente a clientes y autoridades indicando que la calidad de esos productos financieros era buena cuando en realidad sabían que no era así y que, por el contrario, se estaba difundiendo un riesgo elevadísimo porque eran, como se demostró más adelante, pura basura financiera. Esta es la tercera estafa.
Los grandes financieros consiguieron que los bancos centrales fueran declarados autoridades independientes de los gobiernos con la excusa de que éstos podían utilizarlos a su antojo y de que así era mejor para lograr que no subieran sus precios. Sin embargo, lo que ocurrió fue que con ese estatuto de “independientes” los bancos centrales se pusieron al servicio de los bancos privados y de los especuladores, mirando a otro lado ante sus desmanes. Y así, en lugar de combatir la inflación permitieron que se diera la subida de precios de la vivienda quizá más alta de toda la historia y constantes burbujas especulativas en numerosos mercados. Y lejos de conseguir la estabilidad financiera lo cierto fue que durante su mandato “independiente” también hubo el mayor número de crisis financieras de toda la historia. Esta es la cuarta estafa.
Para generar fondos suficientes para invertir en los mercados especulativos cada vez más rentables, los bancos y grandes financieros lograron, con la excusa de que eso era lo conveniente para luchar contra la inflación, que los gobiernos llevaran a cabo políticas que redujeran los salarios y aumentaran así los beneficios (que en su mayor parte van a ahorro en lugar de al consumo como le pasa a los salarios), y la progresiva privatización de las pensiones y de los servicios públicos. Esta es la quinta estafa.
Cuando el riesgo acumulado de esa forma estalló y se desencadenó la crisis, los bancos y los poderosos lograron que los gobiernos, en lugar de dejar caer a los bancos irresponsables, de encarcelar a sus directivos y a los de las agencias de calificación que provocaron la crisis, les dieran o prestaran a bajísimo interés varios billones de dólares y euros de ayudas con la excusa de que así volverían enseguida a financiar a la economía. Pero en lugar de hacer esto último los bancos y grandes financieros usaron esos recursos públicos para sanear sus cuentas, para volver a tener enseguida beneficios o para especular en mercados como el del petróleo o el alimentario, provocando nuevos problemas o que en 2009 hubiera 100 millones de personas hambrientas más que en 2008. Esta es la sexta estafa.
Los gobiernos tuvieron que gastar cientos de miles de millones de dólares o euros para evitar que la economía se colapsara y para ayudar a la banca. Como consecuencia de ello tuvieron que endeudarse. Como los bancos centrales están dominados por ideas liberales profundamente equivocadas y al servicio de la banca privada, no financiaron adecuadamente a los gobiernos, como sí habían hecho con los bancos privados, y eso hizo que tuvieran que ser los bancos privados quienes financiaran su deuda. Así, éstos últimos recibían dinero al 1% de los bancos centrales y lo colocan en la deuda pública al 3, al 4 o incluso al 8 o 10%. Esta es la séptima estafa.
Como los bancos y grandes financieros no se quedaron contentos con ese negocio impresionante, se dedicaron a propagar rumores sobre la situación de los países que se habían tenido que endeudar por su culpa. Eso fue lo que hizo que los gobiernos tuvieran que emitir la deuda más cara, aumentando así el beneficio de los especuladores y poniendo en grandes dificultades a las economías nacionales. Esta es la octava estafa.
Los gobiernos quedaron así atados de pies y manos ante los bancos y los grandes fondos de inversión y, gracias a su poder en los organismos internacionales, en los medios de comunicación y en las propias instituciones políticas como la Unión Europea, han aprovechado la ocasión para imponer medidas que a medio y largo plazo les permitan obtener beneficios todavía mayores y más fácilmente: reducción del gasto público para fomentar los negocios privados, reformas laborales para disminuir el poder de negociación de los trabajadores y sus salarios, privatización de las pensiones, etc… Afirman que así se combate la crisis pero en realidad lo que van a producir es todo lo contrario porque es inevitable que con esas medidas caiga aún más la actividad económica y el empleo porque lo que hacen es disminuir el gasto productivo y “el combustible” que los sostiene. Esta es la novena estafa.
Desde que la crisis se mostró con todo su peligro y extensión, las autoridades e incluso los líderes conservadores anunciaron que estaban completamente decididos a poner fin a las irresponsabilidades de la banca y al descontrol que la había provocado, que acabarían con el secreto bancario, con los paraísos fiscales y con la desregulación que viene permitiendo que los financieros hagan cualquier cosa y que acumulen riesgo sin límite con tal de ganar dinero… Pero lo cierto es que no han tomado ni una sola medida, ni una sola, en esa dirección. Esta es la décima estafa.
Mientras está pasando todo esto, los gobiernos, esclavos o cómplices de los poderes financieros, no han parado de exigirle esfuerzos y sacrificios a la ciudadanía mientras que a los ricos y a los bancos y financieros que provocaron la crisis no les han dado sino ayudas constantes y todo tipo de facilidades para que sigan haciendo exactamente lo mismo que la provocó. Gracias a ello, éstos últimos están obteniendo de nuevo cientos de miles de millones de euros de beneficios mientras que cae la renta de los trabajadores, de los jubilados o de los pequeños y medianos empresarios. Esta es la undécima estafa.
Mientras que constantemente vemos que los presidentes de gobiernos reciben instrucciones del Fondo Monetario Internacional, de las agencias de calificación, de los banqueros o de la gran patronal, la ciudadanía no puede expresarse y se le dice que todo lo que está ocurriendo es inexorable y que lo que ellos hacen es lo único que se puede hacer para salir de atolladero. Esta es la duodécima estafa.
Finalmente, se quiere hacer creer a la gente que la situación de crisis en la que estamos es el resultado de un simple o momentáneo mal funcionamiento de las estructuras financieras o incluso económicas y que se podrá salir de ella haciendo unas cuantas reformas laborales o financieras. Nos engañan porque en realidad vivimos desde hace decenios en medio de una convulsión social permanente que afecta a todo el sistema social. La verdad es que cada vez hay un mayor número de seres humanos hambrientos y más diferencias entre los auténticamente ricos y los pobres, que se acelera la destrucción del planeta, que los medios de comunicación están cada vez en propiedad de menos personas, que la democracia existente apenas deja que la ciudadanía se pronuncie o influya sobre los asuntos más decisivos que le afectan y que los poderosos se empeñan en imponer los valores del individualismo y la violencia a toda la humanidad. Esta es la decimotercera estafa.
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Lo que ha ocurrido y lo que sigue ocurriendo a lo largo es la crisis es esto, una sucesión de estafas y por eso no se podrá salir de ella hasta que la ciudadanía no se imponga a los estafadores impidiendo que sigan engañándola, hasta que no les obligue a dar cuentas de sus fechorías financieras y hasta que no evite definitivamente que sigan comportándose como hasta ahora.
El presidente del Banco Central Europeo, el francés Jean-Claude Trichet, ha criticado con suma dureza a los bancos por su comportamiento tras la crisis financiera.
«Habrían desaparecido todos si no los hubiéramos recatado. Lo tuvimos ante los ojos», afirma Trichet en declaraciones adelantadas este sábado por el dominical alemán Welt am Sonntag, en las que subraya su incomprensión ante el hecho de que muchos ejecutivos crean que pueden actuar como antes de la ruina de Lehman en otoño de 2008.
El presidente del BCE critica especialmente los excesivos salarios, bonificaciones y beneficios alcanzados a corto plazo sin relación con la economía real, que «no concuerdan con nuestros valores democráticos fundamentales».
Asimismo defiende la decisión del BCE, fuertemente criticada por Alemania, de adquirir a partir del 9 de mayo pasado deuda pública de países en crisis como Grecia, Portugal o Irlanda.
«La situación era demasiado dramática. Europa era en ese momento el epicentro de la crisis», explica Trichet a los reporteros del rotativo dominical que le acompañaron en su trabajo a lo largo de varias jornadas.
Trichet considera que los gobiernos alemán y francés tienen una apreciable responsabilidad en la crisis financiera de los Estados, que, explica, se inició hace seis años cuando Francia y Alemania violaron el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
«Me hubiese gustado que la opinión pública alemana hubiese reaccionado con la misma indignación ante la ruptura del Pacto de Estabilidad en 2004 como ante nuestra decisión de comprar deuda pública. Los gobiernos fueron extremadamente poco fiables durante meses y años», señala finalmente Trichet.
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– Pregunta (Yonka)
¿Quién son los responsables de la venta de armas en nuestro país? ¿Qué debemos hacer los ciudadanos para pararlo? Gracias.

– Respuesta (Gervasio Sánchez)
Las empresas armamentísticas están subvencionadas por el estado. Una comisión del ministerio de Comercio decide a quién vendemos armas y cuántas. Esta comisión viola sistemáticamente la ley de Control de armas aprobada en diciembre de 2007, Esa ley dice que no se puede vender armas a paises con conflictos internos, vecinales, países cuyos gobiernos violen los derechos humanos o puedan utilizar esas armas contra su población. Si alguien tiene dudas que coja la lista de ventas de los últimos años y vea a que páises vendemos. El máximo responsable es el presidente del gobierno por autorizar esas armas. Podríamos decir que el presidente del gobierno es el principal exportador de armas de nuestro país. Al ser la sexta potencia en venta de armas (en 2009 un 44% más que en 2008), el presidente José Luis Rodriguez Zapatero es un destacado vendedor de armas. Esta actitud anula su discurso pacifista. En realidad lo convierte en un hipócrita y un cínico.
Y si el problema es que el despido está caro, ¿cómo hemos llegado al 20% de parados? Me conozco la respuesta liberal y su receta homeopática: contra el fuego, más fuego; contra el paro, despido más barato.
Me sé también su teoría y acepto como dato que hay empresarios que no contratan a trabajadores indefinidos por lo que cuesta después echarlos si las cosas empeoran. Pero es una verdad incompleta: en España los indefinidos no han sido los que, mayoritariamente, han engordado el paro. Los despidos se han cebado con los temporales, con ese empleo basura del que se alimenta el mercado de trabajo español: ese enfermo de bulimia que engulle trabajadores a la misma velocidad con la que después los vomita. También dicen los liberales que con la crisis pagan justos por pecadores, y que por eso siempre se van primero al paro los más baratos de despedir, y no los peores empleados. Tienen razón, la protección es desigual. Pero, ¿por qué igualarnos en la precariedad?
Me sé también la respuesta del PSOE. La nueva respuesta, quiero decir: hay que aprobar como sea los exámenes de junio porque, si suspendemos, el mal será aún mayor. Desde el Gobierno saben que la reforma laboral, que abarata sensiblemente el despido de indefinidos y encarece ligeramente el de temporales, no ayudará a crear empleo hasta que no se recupere la economía. Es posible incluso que su primer efecto sea el contrario: que algunas empresas aprovechen las nuevas condiciones para aliviar sus plantillas y sustituir trabajadores caros por otros más baratos.
También conozco la respuesta del PPT, el Partido Popular de los Trabajadores. Mejor dicho, la desconozco, porque sólo sé que se opone a todo, para sorpresa del resto de los grupos conservadores europeos. Aunque la mejor respuesta es la de don Gerardo Díaz Ferrán: “Los empresarios lo que queremos es contratar. No tenemos ningún interés en despedir”. Quién lo diría.
Desde hace décadas, cuando llega el verano oímos eso de que «la Unión Europea ha concedido la bandera azul a determinada playa».
Todos los medios de comunicación lo repiten así año tras año.
Bien pues hemos de saber que esto no es así. La Unión Europea no se dedica a ésto y no reparte ninguna bandera para playas o localidades playeras.
Eso lo hace una empresa denominada ADEAC-FEE (Fundación Europea para la Educación Ambiental) que es una organización internacional privada, registrada en Holanda en 1982 y que no tiene ni más objetividad ni oficialidad que la que cualquiera le quiera otorgar.
Por otro lado el otorgarla responde fundamentamente a criterios de limpieza, seguridad y equipamientos, por lo que playas naturales no urbanizadas y maravillosas no suelen contar con dicho «honor». Ni falta que les hace.