Estas lindezas decía a finales de 2007 el máximo responsable de la Iglesia Católica en Tenerife, el obispo Bernardo Álvarez, al diario local «La Opinión de Tenerife» respecto al gravísimo problema de los abusos a menores, sin que el Papa este que nos ha visitado estos pasados días, lo haya destituido:
¡Qué vergüenza!