OLIGARQUÍA, AUSTERIDAD Y REPRESIÓN

 

Alberto Rabilotta, en boletín de ATTAC

Sobre la situación en la zona euro (ZE) hay mucho que decir, pero mejor leer el excelente análisis titulado «Crónica de una muerte anunciada» de Bernardo Kilksberg, Gran maestro de la Universidad de Buenos Aires (1), quien además de ser doctor en economía conoció y vivió la realidad de las políticas de austeridad en su Argentina natal: «En economía hay muchas incertidumbres, pero una de las cosas que hoy se saben después de experiencias como las de Argentina y México en los ´90 y Europa actualmente es cuáles son los efectos de los ajustes ortodoxos.  Son, parafraseando a García Márquez, la «Crónica de una muerte anunciada».

Y como dice Kilksberg, la «propuesta ortodoxa es ante todo mala economía, produce efectos letales. Sin embargo, beneficia a sectores, particularmente financieros, el uno por ciento que hoy es el dueño de nada menos que el 43 por ciento del Producto Bruto Mundial y que necesita de un relato de la economía que lo legitime y proteja sus intereses».

Y en materia de protección de sus intereses, agregaría este periodista, los oligarcas tienen a su servicio los Estados, que cuanto más endeudados están, mayor uso hacen de su «monopolio de la violencia legitima».

¿Alguien vio que el FMI haya, alguna vez, reclamado recortes en el gasto militar y en la policía a los países latinoamericanos que hace dos o tres décadas tuvieron que ejecutar los severos planes de austeridad que exigía el Consenso de Washington?  No, eso jamás sucedió . Más bien al contrario, la experiencia muestra que con los planes de austeridad aumentó la resistencia popular y se disparó tanto la represión como el gasto en la «seguridad pública».

Las cifras del Instituto de Investigaciones sobre la Paz Internacional de Estocolmo (Sipri, en inglés) muestran que en el 2011 los 27 países miembros de la UE gastaron 281 mil millones de dólares estadounidenses en el apartado de «Defensa», apenas ocho mil millones menos que en el 2008, lo que coincide con las cifras del organismo de la UE que se ocupa de las estadísticas, Eurostat, que sitúa en 1,6 por ciento del PIB el gasto destinado a la Defensa por parte de los países miembros entre el 2002 y el 2010 (3)

Pero en el capitulo de la «seguridad pública», es decir en las fuerzas policiales, prisiones y organismos judiciales para «mantener el orden», el gasto de los países de la UE pasó de 1,8 por ciento en 2002 a 1,9 por ciento en 2010, y probablemente aumentó en el 2011 si tenemos en cuenta que los recortes en el gasto estatal en muchos países de la UE, para reducir los déficits públicos, no afectan al gasto militar ni tampoco al de la «seguridad pública».

Todo esto, para recordar que las políticas de austeridad que están aplicando los gobiernos de la UE bajo el dictado de la oligarquía financiera, causantes del empobrecimiento masivo, el desempleo y la miseria de millones de europeos, tienen necesariamente que venir acompañadas de políticas represivas, y a veces de golpes de Estado y dictaduras cuando se trata o se trataba de países latinoamericanos.

Cuando la oligarquía tiene el poder la democracia cesa de tener vigencia

Ese uno por ciento, la oligarquía que domina el mundo, tiene temores.  El más grande es que los pueblos decidan despojarlos de su «riqueza obscena«, como escribe el Blogger «masaccio» al señalar que según el columnista Kenneth Rapoza, de la revista Forbes -la que leen los oligarcas para saber en que lugar se encuentran entre los 500 más ricos del mundo- lo que los ricos temen más es que «congresistas falderos» de pronto empiecen a plasmar las demandas del electorado.  O que «haya violencia en las calles», como escribe Robert Frank en la sección Reporte sobre la Riqueza del diario Wall Street.

En el 2010, según el economista Emmanuel Saez de la Universidad de California en Berkeley, los ricos estadounidenses, el uno por ciento de la población, se apropió del 93 por ciento del aumento del ingreso, y según un análisis de Peter Robinson de la agencia Bloomberg (2 de octubre 2012), en el 2011 la brecha entre ricos y pobres en Estados Unidos superó, en desigualdad en los ingresos, a las de Uganda y Kazajstán.

Y como los pueblos tienen en un momento dado la tendencia a protestar y exigir cambios de política, como política de principio la oligarquía exige que el Estado utilice su «monopolio de la violencia legítima», o sea que reprima cualquier manifestación de protesta o crítica al sistema.

A la vista está la muchas veces brutal represión policial contra los manifestantes de Ocupemos Wall Street en Estados Unidos, o contra los manifestantes en Grecia y España, por ejemplo. Y quienes hemos vivido la realidad latinoamericana sabemos que no solamente la represión aumentará a medida que se incremente la protesta social, sino que irá adquiriendo todas las características de violencia y arbitrariedad que corresponden a una dictadura, a la dictadura del capital financiero.

Las fuerzas democráticas europeas, aquellas que realmente se oponen a esta oligarquía, deben estudiar lo que sucedi ó cuando el FMI -con el apoyo de la oligarquía local y de los militares- obligó a ciertos países latinoamericanos a llevar a cabo políticas de austeridad similares, o quizás un poco más severas que las aplicadas actualmente en Grecia o España.

Oligarquía, austeridad y represión van unidas contra los pueblos. La democracia y la protesta no tienen cabida en esa ecuación, esa es la realidad hasta el momento en que masivamente los pueblos dicen ¡Basta! y ¡Que se vayan todos!

La Vèrdiere, Francia.

Notas:
1.- Página/12: Crónica de una muerte anunciada, por Bernardo Kilksberg, Asesor Especial del Bur ó de Políticas para el Desarrollo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-204754-2012-10-03.html
2.- http://firedoglake.com/2012/09/30/a-glimpse-of-the-oligarchys-view-of-the-future-for-us-workers/
3.- http://euobserver.com/defence/115906

•  Alberto Rabilotta es periodista argentino–canadiense – – – Servicio Informativo «Alai-amlatina» – – –

25-S, «Manifestaciones ante EL CONGRESO»

Comienzo de la manifestación:

Algunos interesantes videos:

Amplia crónica de un informativo Tv.:

Primeros abusos policiales:

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Violencia policial gratuita:

Una narración de hechos:

Miserables policías expandiendo indiscriminadamente su odiosa agresividad en la estación de Atocha:

Descubrimiento de un policía provocador infiltrado:

Gestos emocionantes:

Crónica del blog INSUMISSIA:

25S y el poder de la desobediencia civil pacífica

Una crónica de la resistencia frente al Congreso en Neptuno

Sección:Movimiento 15M
Miércoles 26 de septiembre de 2012

Ésta es una crónica de una de las múltiples historias que se vivieron el pasado 25S en la plaza Neptuno, en concreto en una de las primeras líneas frente a las vallas del Congreso desde las 18h hasta casi las 22h. Al contrario de las crónicas que están contando muchos de los medios de comunicación, ésta habla de cómo una multitud resistió y se cuidó colectivamente durante horas frente a las unidades de antidisturbios que «protegían» el Congreso mediante actuaciones brutales y desproporcionadas.

Todo empieza poco antes de las 18h, cuando un gran grupo de gente, agrupando a personas que veníamos de diferentes ciudades avanzamos hacia la plaza Neptuno, llegando hasta justo detrás de las vallas que impedían el acceso a la calle del Congreso. La policía se sitúa detrás de las vallas, con policías a caballo en primera linea en actitud intimidante. Actitud festiva y muchísima energía. Carteles, frisbees, gritos, risas. La protesta transcurre normalmente hasta poco antes de las 19h. La secuencia que podemos ver desde donde estamos es la siguiente. Poco a poco, vienen más policías a primera línea y se ponen los cascos. Un chico joven lanza una botella pequeña de cerveza al otro lado de la valla para ser inmediatamente abroncado por los manifestantes que estaban alrededor. La situación es de calma hasta que se empiezan a acercar más policías al lado derecho de la valla. Vemos que, tal vez como reacción, tal vez como provocación, hay gente que empieza a mover y levantar la primera linea de vallas. No sabemos si son manifestantes, infiltrados, o las dos cosas. La policía sale, da porrazos y empieza a cargar.

Tras un primer amago de avalancha, la gente se retrocede con más orden. La policía sigue pegando y cargando. Empezamos a gritar «al suelo, al suelo», «todos sentados». Y sentándonos conseguimos detener la carga. Aún así, la policía ha ganado terreno y ha ocupado una línea de unos 25 metros desde las vallas, dividiendo a la primera línea de manifestantes en dos. Nosotros estamos en el lado izquierdo, donde la gente sigue sentada. Una nueva carga poco tiempo después, sin que haya ninguna provocación. Pero la gente ya sabe que sentándose está segura, y la carga se detiene.

En media hora hemos aprendido una lección valiosísisma. Si nos sentamos todos, si la gente no corre, si aguantamos, la policía no puede cargar. Si no tenemos miedo estamos seguras. Si no nos levantamos las personas de atrás pueden ver lo que pasa y no se ponen nerviosas. Somos muchas y no tenemos miedo. Tenemos el poder. Formamos un núcleo de unas 200-300 personas sentadas en primera linea del lado izquierdo. Ya no nos echan. Esto también ha permitido que un grupo de gente con cámaras (periodistas o no) se sintiera seguro dentro de nuestro grupo, lo que ha permitido que estuviéramos protegidas de ataques gratuitos por parte de la policía. Hemos conseguido que la acción fuera lo que queríamos. Esto no es una manifestación más, es una acción de desobediencia civil rodeando el congreso, y se nota en la actitud de la gente. No nos van a echar. El congreso está ahí enfrente pero nos sentimos como si ya lo hubiéramos ocupado.

Por desgracia, en el lado derecho de la valla las cosas no van también. La gente sigue de pie, y en un momento dado empieza a haber provocaciones. Vemos como se lanzan algunos objetos y la policía carga por ese lado de forma desproporcionada. Vemos a policías correr con bocachas, cargando y disparando pelotas de goma contra la multitud que empieza a correr. Algo va mal, la policía empieza a tener espacio para correr, cargar y disparar. Se empiezan a confiar y las cargas cada vez son más salvajes. Hay gente que intenta defenderse como puede, tiran botellas, corren, se retiran, vuelven… pero esto no parece disuadir a la policía sino que aprovechan esto para ir ganando cada vez más terreno. Disparan y cargan aprovechando los grandes espacios libres que dejan las avalanchas de gente que provocan las cargas.

En nuestro lado, seguimos resistiendo en el suelo. La consigna es que si nos sentamos estamos a salvo. La policía no puede cargar si estamos en el suelo. Como mucho puede pegar a la primera línea, pero no tenemos miedo porque sabemos que nos estamos cuidando los unos a los otros. Las cargas nos rodean casi totalmente, pero hemos formado una zona segura, y seguimos aguantando en primera línea frente a las vallas. Aguantamos así durante bastante rato. Pero la policía ya ha conseguido lo que quería. Una parte de la gente ha entrado a su juego lanzando piedras, huyendo y volviendo de nuevo. La estupidez estratégica de alguna de la gente que queda llega hasta el nivel de resguardarse detrás de la gente sentada después de lanzar objetos a la policía. Cada vez hay más policía a nuestro alrededor y empezamos a ser menos. Amagos de carga. E incluso personas provocando a la policía en frente de nuestro grupo. Son casi las 22h, y nos damos cuenta de que ya no tiene sentido quedarse allí. La policía empieza a presionar desde las vallas, y nos levantamos y vamos retrocediendo ordenadamente.

Todo ha acabado, pero hemos cumplido nuestro objetivo. Hemos resistido frente al congreso de forma pacífica durante todo el tiempo. Hemos parado todas las cargas y las provocaciones de la policía permaneciendo sentados. Hemos creado una zona segura en la que todo el mundo podía estar sin exponerse a la violencia indiscriminada que ha dominado durante las últimas horas de la protesta. Desgraciadamente, la policía ha roto el cerco desde el otro lado, consiguiendo rodearnos en los últimos momentos. Pero sobre todo, hemos descubierto que juntos no tenemos miedo.

Los maderos no son obreros… y jamás compañeros

por Andrea Benites-Dumont / Codo a Codo
Son una fuerza represiva del Estado que garantiza la dominación social y la política del capitalismo sobre las clases trabajadoras y desposeídas.

Más allá que sus salarios, dietas, extras y plus, devengan de fondos públicos que pagamos los ciudadanos en diferentes acápites, los efectivos de las fuerzas policiales, no son por su naturaleza  “empleados públicos” como los docentes o los trabajadores estatales, porque se estaría ignorando que son una fuerza represiva del Estado que garantiza la dominación social y la política de los capitalistas sobre las clases trabajadoras y desposeídas.

Y también más allá de su extracción social, aún cuando obrera, convertido en policía al servicio del Estado capitalista, y dado que la existencia determina la conciencia, es un defensor de patrones y burgueses, y por ende, nunca un obrero.

El trabajo de un policía no es una actividad productiva, es un accionar represivo. Las policías de diferentes ámbitos se han enfrentado a trabajadores y estudiantes para custodiar tanto los intereses patronales o los estatales. La sindicalización de la policía no transforma ni mucho menos, su esencia represiva; más aún las demandas de esos sindicatos policiales, han tenido que ver en equipar los diferentes cuerpos con mejor armamento e instrucción en nuevas técnicas de control y represión.

Lejos de una expresión de deseos, la posibilidad eventual de un compromiso efectivo de una parte de la policía para no reprimir a los trabajadores e incluso rebelarse ante esa orden, sólo sería posible en una situación de lucha de clases aguda, es decir revolucionaria, que produzca el quiebre y descomposición del Estado y de sus instituciones coercitivas y la radicalización política y social de las grandes masas.  Sólo bajo esas condiciones la clase trabajadora podría establecer un acuerdo favorable a sus intereses en pos de romper la cadena de mandos, suprimiendo la disciplina vertical a la media y alta oficialidad, debilitando así el poder represivo del Estado burgués, sobre la base de la movilización revolucionaria, lo que presupone la autoorganización y el armamento obrero y popular, el factor de persuasión sobre las fuerzas represivas.

El Estado ha inducido en la población el mensaje del papel de custodio de la seguridad y el orden, indispensables para el funcionamiento social; y aún cuando una gran mayoría de la sociedad ha asumido este mensaje intrínsecamente perverso, los policías que se suman a las manifestaciones sociales contra los recortes del gobierno del PP, contaminan y tergiversan el sentido de la suma de demandas de los diferentes sectores.

Los médicos, enfermeros y personal sanitario, educadores, trabajadores del metro, de trenes, funcionarios administrativos, parados, trabajadores en precario, interinos, bomberos… etc., no tienen puntos en común con quiénes emplean armas y ensañamiento en las manifestaciones, con quiénes se hacen los heridos cuando la represión es salvaje y dar así a los medios de comunicación los titulares falaces de batallas y encontronazos; asimismo el movimiento obrero y los movimientos sociales además de la violencia permanente, soportan la infiltración de secretas y soplones.

Produce náusea intelectual y emocional compartir la calle y no enfrente como es tradicional, natural y, por sobre todo digno. Como indigno es pensar que existen policías buenos.

Con el desempleo creciendo a diario,  se han incorporado a inicios de este mes de julio,  1.178 nuevos agentes en la Comunidad de Madrid,  con el objetivo de  “garantizar la paz social”… Los policías que acosan a los inmigrantes, los que se emplean a fondo en los desahucios, son de igual calaña de los que cargan contra los mineros, contra los parados, contra los jóvenes, contra los yayos….  Custodian el orden y la ley de los banqueros, de los parásitos sociales, de la oligarquía, son los esbirros de las clases dominantes.

No sólo es deseable que acorten los salarios, pagas y dietas de los represores, ya que por reivindicativa que sea una manifestación obrera, va implícita en ella, el ansia y la lucha por la disolución de todas las fuerzas de seguridad, al tiempo que se defiende y se promueve las formas de autodefensa obrera y popular, enfrentando la violencia centralizada del Estado y sus bandas de matones armados.

No se puede permanecer indiferente y tolerante que en las multitudinarias manifestaciones contra los planes devastadores de la derecha y sus secuaces, los sicarios del capital sean manifestantes comunes. No lo son, no lo han sido y no lo serán, porque son maltratadores y mamporreros,  su cometido es vil, despreciable e infame, su función es sostener a los grupos dominantes, a los poderosos, mafiosos y corruptos con todos los medios a su alcance.

La clase obrera ha sido golpeada tremendamente con la reforma laboral, el recorte de derechos y servicios, en educación, en sanidad, en investigación, en ayudas sociales, la subida de impuestos, la reducción de salarios. En las masivas respuestas se contagia y multiplica la rebeldía, se  acrecienta la rabia, se remienda la maltrecha economía individual en una suerte de trueque fraternal que se acumula en las calles sin, hasta ahora, condicionamientos, ya que se ha colado en las marchas, la infame policía. Para evitar el envilecimiento de tamaña proximidad, es indispensable expulsarlos de la marchas obreras y populares, tenemos sobradas razones e inalterables sentimientos. Y es sin ninguna duda una cuestión innegociable de principios. No tenemos ni queremos otros principios, porque en ellos nos va la vida, toda la vida, la nuestra y la de generaciones anteriores que libraron heroicas batallas para destrozar las cadenas y todos los mecanismos embaucadores de sometimiento.

- Actualización, 25 de Septiembre de 2012:

El secretario general del SUP: «Apoyamos que la policía no lleve identificación. Leña y punto»

Sánchez Fornet en twitter

Imagen de la cuenta de Twitter de José Manuel Sánchez Fornet, criticado por su defensa de que los policías no lleven identificación en las manifestaciones, defendiendo que se actúe con «leña y punto». (Twitter)

Los maderos no son obreros

por Ernest Favil en "Kaos en la Red"
El pasado domingo, una concentración de funcionarios frente al Congreso, convocada a través de Twitter, acabó convirtiéndose desde las 9 p.m. en manifestación no autorizada por las calles del centro de Madrid. Una buena parte de los manifestantes eran miembros de los cuerpos represores del Estado.

Anteyer era domingo, 15 de julio de 2012. Se cumplían 14 meses exactos de lo que algunos, ilusos, pensamos que podría haber sido una revolución en Madrid.

Una concentración de funcionarios frente al Congreso, convocada a través de Twitter bajo el hashtag #AcampadaFuncionarios, se acabó convirtiendo, desde las 9 de la noche, en manifestación no autorizada por las calles del centro de Madrid (Paseo del Prado, Recoletos, Atocha, Gran Vía y Carrera de San Jerónimo).

Este humilde redactor, agredido y detenido por policías nacionales durante una manifestación hace unos meses, y pendiente de un juicio donde le acusan falsamente de atentado a la autoridad, penado con hasta 6 años de cárcel, ya no suele ponerse en la primera fila de las manifestaciones, que es donde ocurren las cosas. Por eso anoche, hacia las 10:30 p.m., nos limitamos a ver pasar la marcha de funcionarios por la Gran Vía: desde una acera y con cierta desgana.

La primera gran sorpresa que nos llevamos fue la de reconocer a muchísimos policías infiltrados en la manifestación. ¿Tan peligrosos iban a ser los funcionarios madrileños como para tener que infiltrar a todos esos tipos musculosos, reventadores profesionales de manifestaciones, a los que ya, por desgracia, conocemos bien el aspecto, la vestimenta y hasta las caras?

La segunda gran sorpresa ocurrió un momento después: resulta que todos aquellos maderos, cabecitas bien rapadas, mirada inquisidora, cuerpos deformados por la mezcla de anabolizantes y comida basura, se estaban dizque “manifestando”. El gobierno de Rajoy les había quitado su paga extra y sus días de libre disposición, y ellos habían decidido salir a la calle a mostrarle su descontento. Para ello, y ante la perplejidad de los “quincemeros” que por allí husmeábamos, se habían apropiado de los eslóganes de nuestra primera acampada: “¡Vuestra crisis no la pagamos!”, “¡Lo llaman democracia y no lo es!” y “¡Manos arriba, esto es un atraco!”

Eso cuando cantaban. Porque la mayor parte del tiempo, el 50% de policías que conformaban aquella mani, junto al otro 50% compuesto por bomberos, profesores, empleados de oficinas públicas y demás familia, marchaban en silencio.

Hacia las 10:45 p.m. este redactor no pudo aguantar su cólera. En la acera de la Gran Vía, a la altura de la Calle Montera, y aprovechando el eslogan “¡No nos mires, únete!” que alguno de los funcionarios iba canturreando, me puse a gritar el viejo eslogan libertario: “¡Los maderos, no son obreros!” Inmediatamente, empecé a sentir las miradas inquisidoras procedentes de varios grupitos de policías que marchaban ilegalmente por la Gran Vía. Eran miradas de “te estoy fichando, ya sé quién eres, no te pongas chulo porque te voy a joder la vida”. Después de cinco años viviendo en Madrid, uno ya puede distinguir bien esas miradas, y reconocer a un policía español en cualquier circunstancia. Un agente que marchaba de la mano de su novia, después de escuchar mi grito y hacerme el consuetudinario fichaje visual, se encaró conmigo y me llamó “subnormal” y, cómo no, “perroflauta”.

– “Subnormal. ¿Qué dices, perroflauta? ¡Perroflauta!”

Yo me tuve que callar la boca. No me extrañaría nada que el madero ese se hubiese venido a la mani con su arma reglamentaria. Cualquier discusión con él, si yo me ponía chulo, podía acabar arruinándome la vida.

Al lado de los funcionarios, casi escoltándolos, marchaban los antidisturbios. Ayer, en vez de dar hostias en la cabeza y disparar balas de goma a ancianos y niños, lanzaban sonrisas a quienes cortaban la calle e impedían el libre tránsito de los vehículos. En el Twitter, hacia las 11.30 p.m., el famoso “twittero” @Fanetin anunciaba a bombo y platillo que los antidisturbios se habían quitado sus cascos en solidaridad con los manifestantes que se congregaban junto al edificio del Congreso en la Carrera de San Jerónimo.  En realidad, los mercenarios de las UIP llevaban desde las 8 de la tarde intercambiando chascarrillos con sus compañeros, por una vez convertidos en manifestantes de verdad, no disfrazados.

Lleno de rabia e impotencia, bajé la calle Montera hacia la puerta del Sol. Allí nos quedamos mirando a los manteros que intentaban vender su mercancía en una esquina de la plaza. La mera contemplación de esa escena, cualquier día o cualquier noche del año, es algo que debería motivar la indignación y la rabia de los ciudadanos españoles y hacerlos salir a la calle a cambiar las leyes, el orden establecido, el sistema o como quieran llamarlo. Policías municipales y nacionales (de uniforme y de paisano) los hostigan a cada minuto, los persiguen con sus motos como si fueran carne de cacería, mientras ellos, casi todos africanos y sin permiso de residencia, intentan ganarse la vida vendiendo gafas de colores, deuvedés con las últimas películas de Hollywood, y sobre todo bolsos, bolsos de imitación de Gucci y otras marcas de renombre. Los compran a 8,50 euros en los bazares de ropa y complementos al por mayor que hay por el centro de Madrid, y los venden a 15 euros, con suerte, a los turistas que pasean por los lugares más emblemáticos de la capital. De esos lugares emblemáticos, la puerta del Sol es el espacio clave. Unos segundos con la manta apoyada en el suelo de esa plaza puede depararles la venta de un artículo. 7 euros de beneficio con los que pagar la comida de esa noche, ahorrar para los 100 o 150 euros del alquiler del sótano en el barrio de Lavapiés que comparten con 6 o 7 compañeros de trabajo, o quizá para mandárselos desde algún locutorio a sus familias en Senegal, Gambia, o Camerún.

Son los esclavos modernos, el último eslabón de esta sociedad que de verdad ha vivido durante años, no por encima de sus posibilidades, sino pisoteando la dignidad de los parias de otros lugares del mundo.

Pues bien, ayer los esclavos manteros y los que los negreros que los reprimen y violentan a diario coincidieron en una situación extraña: los unos intentaban sobrevivir como todos los días al infortunio de haber nacido en el lugar equivocado del mundo, y los otros se manifestaban por primera vez en su vida contra el recorte de su paga. En realidad, los africanos no se estaban enterando de nada. Miraban, como hacen siempre, a un lado y a otro, preparados para tirar de la cuerda y salir corriendo al menor atisbo de policía municipal en los alrededores. Saben que un descuido puede costarles carísimo: perder los 100 o 120 euros invertidos en la mercancía a manos los policías; irse a casa con una multa de 200 o 300 euros que, de no pagarse, bloqueará cualquier petición de residencia por arraigo que pretendan hacer en el futuro; pasar dos noches en los inmundos calabozos de la comisaría de Leganitos o de Aluche por no tener los papeles en regla… Quienes se tomen la molestia de acercarse a hablar con estos vendedores ambulantes  sabrán que cada uno de ellos ha pasado más de veinte veces por los calabozos de las comisarías de Madrid, por la única razón de ser negros y no tener permisos de residencia en regla. Escucharán historias de palizas de los funcionarios, de robos, de vejaciones, de insultos racistas. Les oirán contar que en Navidades es mejor no vender perfumes, porque los policías están interesados en llevarse a su casa esa mercancía. Les oirán decir que los días previos al Día de la Madre es peligroso andar vendiendo bolsos de marca, porque las mujeres de los agentes, o los revendedores de turno, están esperando con ansia a que se los confisquen.

«Eso no es vida, joder», pensamos una vez más y nos acercamos a grabar un poco a los manteros mientras hacen su trabajo. Intentamos reflejar el absurdo de este país nuestro, que dicen que se está levantando por sus derechos. Como en un agujero negro donde se concentraba la injusticia de una sociedad absurda, por un lado de la Plaza de Sol transcurría la manifestación ilegal de policías, militares y demás funcionarios, muy soliviantados ellos, camino del Congreso. A pocos metros, los manteros se ganaban su sustento con un estrés y un riesgo para sus vidas que a cualquiera de aquellos funcionarios, con vivirlo una semana nada más en sus vidas, los sumiría en una profunda depresión o les haría pensar seriamente en el suicidio.

Entonces contemplamos una escena vomitiva, lamentable. Un grupo de policías bajaban por la calle Montera para unirse a la manifestación que transcurría por el otro lado de la plaza. Tal vez se habían quedado rezagados y no habían podido acompañar al grupo de manifestantes en el recorrido entero por la Gran Vía hasta Callao y luego por Preciados. Al verlos los manteros enseguida los reconocieron. Debían ser policías municipales de los que patrullan por el centro y los vendedores inmediatamente se pensaron que venían a por ellos, vestidos de paisano. Con pánico en los ojos, hicieron el ademán de recoger sus mantas para salir a la carrera. Los municipales se intercambiaron miradas entre ellos, se echaron unas buenas risas, se cachondearon un poco. Una de las funcionarias, en plan compasivo, al fin les dijo: «No, no, hoy no, hoy podéis quedaros.» Uno de los chicos negros les preguntó, con toda la lógica del mundo: «¿Mañana tampoco?». Y ella le respondió, maternal y asesina: «No, mañana no.»

Mañana no: mañana volverán esos policías sin corazón a salir a la caza del negro, a perseguir trabajadores ilegales con que llenar sus sórdidos calabozos o sus CIE, llenos de sangre y de excrementos humanos. Saldrán a torturar y a abusar de la gente, y a encañonar a los más débiles, y a hacer disparos al aire en cuanto alguno de los esclavos se atreva a levantar la voz contra lo que están haciendo, contra lo que es injusto.

Ayer, como todos los días, los policías estaban en la calle luchando por su paga extraordinaria. Ellos no son obreros.

http://www.youtube.com/watch?v=zjtl-E0esIc&

¿UNA POLICIA EXTRANJERA ANTIMOTINES ESTÁ OPERANDO EN GRECIA?

   David Malone*  (Traducciòn Susana Merino) en Boletín Informativo de ATTAC

¿Sabían ustedes que la UE tiene su propia policía antimotines en condiciones de operar en cualquier país europeo, sin que responda a ninguno de ellos? No, ni siquiera yo lo sabía.

Se llama Gendarmería Europea (Eurogendfor). Tiene su sede en Italia pero financiada y administrada por seis países signatarios Francia, Italia Holanda, España, Portugal y Rumanía. Por ahora según el Tratado.

Esta policía se ha formado con el objeto de enfrentar motines y desórdenes civiles y como lo anuncia el Tratado debe hallarse integrada por miembros policiales con estatuto militar.

En la foto que la muestra:  ¿Cuándo han visto ustedes que  fuerzas policiales, aún las anti-motines ataquen con bayonetas?

La fuerza, cuya sede es Italia, se compone de 3.ooo hombres, repartidos en dos brigadas de acción rápida. Dado que por el momento Grecia no es miembro de la Eurogendfor, ninguno de sus agentes/soldados (¿?) hablará griego. Y sin embargo pueden operar en Grecia. He consultado a mis amigos atenienses y me lo han confirmado. He contactado también – o intentado contactar – dos veces directamente a   Eurogendfor, con el objeto de verificar los hechos. Aún no funciona el correo electrónico de su web. Se puede intentar pero en las últimas cuatro horas cuando oprimo enviar, obtengo esta respuesta:

“El servidor no puede enviar su solicitud. Por favor vuelva a intentarlo más tarde”

Si uno llama telefónicamente a la sede central, responde un contestador automático. Hay una opción Oficina de Prensa pero remite al menú principal de “Bienvenida” como sucede con todas las demás opciones. Y así me ha sucedido durante todo el día.

En otras palabras existe un contacto fachada, pero la realidad operativa es otra: “Dejen de hinchar, plebeyos”

¿Qué pasará si se descubre que es verdad que el gobierno griego ha “invitado” a una policía casi militar antimotines integrada por personas de otras naciones para operar en Grecia contra sus propios ciudadanos? ¿No es suficiente la policía griega? ¿No están dispuestos los militares griegos a cortar cabezas? ¿Hace falta que sean extranjeros los que lo hagan por ellos?

¿Qué diferencia hay entre Eurogendfor y cualquier otra fuerza mercenaria?

El gobierno griego podría invitar a cualquier otro ejército privado. No importa como encuadrar a Eurogendfor, la verdad  es que el pueblo griego no ha votado a favor de este tratado y tampoco se le ha preguntado si está de acuerdo con que fuerzas extranjeras casi militares puedan operar en Grecia. Si esta historia resulta cierta, significa que el gobierno griego como todos los gobiernos que en el curso de la historia han perdido toda legitimidad con su propia gente, busca el apoyo militar de fuerzas extranjeras con las cuales reprimir a su propio pueblo. Visto así, aquí entra finalmente en juego la palabra tiranía. Y es una palabra que tiene consecuencias extremadamente graves.

Retrocedamos un paso. Los recortes en Grecia se hallan íntimamente vinculados con el salvataje de los bancos franceses y alemanes, ni siquiera con los propietarios griegos de la banca griega. El pueblo griego vine manifestándose hace meses contra el “salvataje”. El gobierno griego ha ignorado a su pueblo y ha escogido seguir las órdenes de las élites de la UE, del FMI, del BCE y de la mayor parte de los bancos a nivel global.

Ahora bien, se presume que una fuerza antimotines militarizada no griega podría llegar para imponer  austeridad. ¿Cuáles son las órdenes que en verdad están siguiendo? ¿A qué intereses estarían sirviendo? ¿los de los bancos? La clase financiera ¿tiene además su propio personal policial antimotines para enviarlo a donde la gente pretenda desafiarlos y en donde la policía local pueda no ser suficientemente “confiable” al servicio de los intereses supranacionales de los bancos?

Naturalmente, sé que este no es el papel que se le ha asignado a la Eurogendfor. Sin embargo ¿es esta la forma en que funciona en realidad?.

Continuaré buscando hablar con alguien de Eurogendfor, y se los contaré si alguna vez se dignan responder un mail o contestar el teléfono. No contengan la respiración. ¿Quién soy yo después de todo? Soy un ciudadano y ¿Cuánto cuenta en esos tiempos? ¿Ciudadano? En el nuevo orden o eres titular de un “bond” o no eres nadie.

*David Malone es autor de un blog, documentalista de la BBC y autor del libro “Debt Generation”

Fuente: www.golemxiv.co.uk

Enlace: http://www.golemxiv.co.uk/2011/10/foreign-riot-police-now-operating-in-greec