Desmontando falacias: Las empresas no crean empleo

No pasa una semana sin que, desde el gobierno, desde las patronales de empresarios o desde la bien pensante gente en cualquier lugar -ya que es una creencia muy extendida-, oigamos la manida frase de que «las empresas son las que crean empleo» y, por lo tanto deberemos veneración a este principio y así plegarnos a las sucesivas y abusivas demandas de la patronal, por ser ella la poseedora de esa alta sabiduría en la creación de tan importante valor. Esto, sencillamente, no es cierto.

Pues no, las empresas no crean empleo.

Y si esto es así, ¿quién lo hace, entonces?.

La respuesta es compleja y desde luego muy alejada de la simpleza divulgada, pero lo cierto es que el «sujeto» de la creación de empleo es algo impersonal, y en realidad no es un sujeto sino un proceso que comúnmente se conoce como “coyuntura económica”.

Y es esta, la coyuntura, como mecanismo social, a través de la cual se producen simultáneamente ingresos, gastos y producción o dicho de otra forma, se crea empleo cuando las personas y los hogares «deciden» que van a gastar en vez de ahorrar, cuando las empresas «ven» que es el momento de hacer inversiones, y en esta dinámica se genera la oportunidad de producir. Todo ello, lógicamente bajo un contexto macroeconómico favorable.

En todo este delicado proceso las empresas no crean el empleo sino que «operan» el empleo determinado por la coyuntura. 

Y por otra parte, hemos de recordar, que las empresas «crean» el mínimo empleo necesario para la obtención de sus objetivos de producción y enriquecimiento, y nunca más allá ni con ningún otro supuesto objetivo social

Y esta es la mala noticia para el pensamiento neoliberal imperante, si queremos empleo debemos interesarnos por la coyuntura, no por las empresas. Pero claro, hacer entrar esto en cabezas interesadas en eliminar trabas administrativas a las empresas, bajarles sus impuestos, incrementar sus incentivos fiscales y promover procesos de privatización de lo público, parece una tarea condenada al fracaso.

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Fuente: Frédéric Lordon en Le Monde Diplomatique

EMPLEO: La Educación NO es la respuesta

Paul KrugmanClarín

Es una verdad universalmente aceptada que la educación es la clave del éxito económico. Todo el mundo sabe que los empleos del futuro requerirán niveles de capacitación más altos que nunca. Es por esto que, en una reciente aparición junto al ex gobernador de Florida Jeb Bush, el presidente Obama declaró que “si queremos más buenas noticias sobre el empleo, tenemos que hacer más inversiones en educación”.

«Pero lo que todo el mundo sabe es equivocado«

Un día después del encuentro Obama-Bush, The Times publicó un artículo acerca del uso creciente de software para realizar investigaciones legales. Resulta que las computadoras pueden analizar rápidamente millones de documentos, haciendo de un modo muy económico una tarea que requería ejércitos de abogados y asistentes.

En este caso, entonces, el progreso tecnológico está reduciendo, de hecho, la demanda de trabajadores con un alto nivel de educación.

Y la investigación legal no es un ejemplo aislado. Como lo señala el artículo, el software también viene reemplazando a los ingenieros en tareas tales como el diseño de microprocesadores. La idea de que la tecnología moderna elimina sólo empleos poco calificados, que los trabajadores con una sólida educación son claros ganadores, puede ser dominante en la discusión pública, pero se desactualizó hace décadas.

El hecho es que desde 1990 aproximadamente el mercado laboral de EE.UU. se ha caracterizado no por un aumento generalizado de la demanda de capacitación, sino por un “vaciamiento”: los empleos con mejor remuneración y los de salarios bajos crecieron rápidamente, no así los empleos de salarios medios, la clase de trabajos de los que dependemos para sostener a una fuerte clase media. Y el agujero en el medio se fue agrandando; muchas de las ocupaciones bien remuneradas que experimentaron un rápido crecimiento en los 90 han crecido más lentamente en los últimos tiempos, aun cuando se aceleró el crecimiento del empleo de salarios bajos.

¿Por qué ocurre esto? La creencia de que la educación es cada vez más importante se basa en la noción ­que suena plausible­ de que los avances tecnológicos incrementan las oportunidades laborales para quienes trabajan con información; dicho en términos más sencillos, que las computadoras ayudan a los que trabajan con la cabeza y que perjudican a los que trabajan con las manos.

Sin embargo, algunos años atrás, los economistas David Autor, Frank Levy y Richard Murnane argumentaron que esta era una manera errada de pensar el tema. Las computadoras, señalaron, sobresalen en tareas rutinarias, “tareas cognitivas y manuales que pueden realizarse siguiendo reglas explícitas”. Así, cualquier tarea rutinaria ­categoría que abarca diversos trabajos administrativos, no manuales­ está en la línea de fuego. Por el contrario, los trabajos que no se pueden llevar a cabo siguiendo reglas explícitas ­categoría que incluye diversas clases de trabajo manual, desde chóferes de camiones hasta porteros de edificios­ tenderán a crecer aún a pesar del progreso de la tecnología.

Difícil de automatizar

Y he aquí el nudo de la cuestión: la mayor parte del trabajo manual que todavía se hace en nuestra economía parece ser del tipo del que es difícil de automatizar. En particular, en momentos en que los trabajadores del sector manufacturero tienen en Estados Unidos un nivel de desempleo inferior al 6%, no hay muchos empleos de línea de producción que se puedan perder.

Mientras tanto, buena parte del trabajo administrativo que hoy realizan trabajadores con un alto nivel de educación y una remuneración relativamente elevada, pronto podrían ser computarizados. Las aspiradoras-robot (roombas) son lindas, pero todavía falta mucho para que haya porteros-robot; por su parte, la investigación legal automatizada y el diagnóstico médico por computadora ya están aquí.

Y también hay que considerar la globalización. En otra época, sólo los obreros de fábrica tenían que preocuparse por la competencia de otros países, pero la combinación de computadoras y telecomunicaciones hizo posible proveer muchos servicios desde lejos. Y la investigación de mis colegas de Princeton Alan Blinder y Alan Krueger sugiere que los empleos bien pagos realizados por trabajadores con un alto nivel de educación tienden a ser más “tercerizables” que los trabajos realizados por trabajadores menos calificados y con sueldos bajos. De ser así, el crecimiento del comercio internacional de servicios agudizará aún más el vaciamiento del mercado laboral estadounidense.

Lo que la universidad no puede

¿Pero, de todo esto, qué dice de la política? Sí, necesitamos corregir la educación estadounidense. En particular, las desigualdades que experimentan los norteamericanos desde la línea de partida ­los chicos brillantes de familias pobres tienen menos posibilidades de terminar la universidad que los chicos mucho menos capaces de familias ricas­ no son solamente una atrocidad: representan un descomunal desperdicio del potencial humano de la nación.

Pero hay cosas que la educación no puede hacer. En especial, la noción de que poner más chicos en la universidad puede devolvernos la sociedad con clase media que supimos tener es una expresión de deseos. Ya no es tan cierto que un título universitario garantiza un buen empleo, y con el correr de las décadas es cada vez menos cierto.

Por eso, si queremos una sociedad con más prosperidad para todos, la educación no es la respuesta: tendremos que ocuparnos de construir esa sociedad directamente. Tenemos que restablecer el poder de negociación que la fuerza laboral perdió en los últimos 30 años, de modo que los trabajadores comunes así como las superestrellas puedan negociar buenas remuneraciones. Debemos garantizar las necesidades básicas, sobre todo el cuidado de la salud, para todos los ciudadanos.

Lo que no podemos hacer es llegar adonde queremos ir simplemente otorgándoles a los trabajadores títulos universitarios, que pueden ser no más que pasaportes a empleos que no existen o que no pagan salarios de clase media.

Traducción: Susana Manghi

EL PARO

Hemos batido records de paro y nuestro gobierno, lejos de trabajar para combatir sus causas o paliar sus efectos, dedica sus esfuerzos a cumplir fielmente el mandato de OBAMA y MERKEL mediante el empobrecimiento de la ciudadanía reduciendo sus derechos sociales que, como es sobradamente sabido, obedece al deseo de saciar la voráz codicia de los PODERES FINANCIEROS.

Con 4.690.600 personas, record absoluto en número de parados se está alcanzando unos niveles de miseria y fractura social de imprevisible evolución. Y ante todo esto, para ahondar más en este desgarro nuestro gobierno no toma mejor medida que recortar derechos sociales como el que supone el alejar el umbral de la jubilación, ampliar su período de cotizaciones y reducir sus prestaciones. En resúmen, trabajar más años para cobrar menos pensión.

Gráfica: El País

EL PARO JUVENIL

El paro juvenil que se sitúa ahora en el 43,6 % se mantendrá en España durante todo este año 2011 por encima del 40%, un porcentaje muy superior a la media de la UE (20,7%) y al de países teóricamente cercanos, como Italia (28,9%), Portugal (22,3%), Polonia (24,9%) o Francia (24,9%).

A ésto hay que añadir que gran parte del empleo juvenil existente es trabajo precario, sin garantías, discontínuo y añora el «mileurismo» como algo inalcanzable del pasado.

De esta forma, los actuales jóvenes parecen haber pasado a ser una «generación perdida» destinada a sufrir durante toda su vida las peores condiciones laborales y sociales.

Esto, en una sociedad en la que sus ciudadanos tienen escasas esperanzas de encontrar un empleo, convierte al momento actual en una peligrosa situación en la que la estabilidad social y política podría estar seriamente amenazada.