ISLANDIA: LA REVOLUCIÓN SILENCIADA

Artículo publicado en el blog No sin mi bici

Recientemente nos han sorprendido los acontecimientos de Túnez y Egipto que han desembocado en las huidas de sus respectivos tiranos Ben Alí y Hosni Mubarak, tan demócratas para occidente hasta anteayer y alumnos ejemplares del FMI.

Sin embargo, otra “revolución” que tiene lugar desde hace dos años ha sido convenientemente silenciada por los medios de comunicación al servicio de las plutocracias europeas. Ha ocurrido en la mismísima Europa (en el sentido geopolítico), en un país con la democracia probablemente más antigua del mundo, cuyos orígenes se remontan al año 930, y que ocupó el primer lugar en el informe de la ONU del Índice de Desarrollo Humano de 2007/2008.

¿Adivináis de qué país se trata? Estoy seguro de que la mayoría no tiene ni idea, como no la tenía yo hasta que me he enterado por casualidad (a pesar de haber estado allí en el 2009 y el 2010). Se trata de Islandia, donde se hizo dimitir a un gobierno al completo, se nacionalizaron los principales bancos, se decidió no pagar la deuda que estos han creado con Gran Bretaña y Holanda a causa de su execrable política financiera y se acaba de crear una asamblea popular para reescribir su constitución. Y todo ello de forma pacífica: a golpe de cacerola, gritos y certero lanzamiento de huevos.

Esta ha sido una revolución contra el poder político-financiero neoliberal que nos ha conducido hasta la crisis actual. He aquí por qué no se han dado a conocer apenas estos hechos durante dos años o se ha informado frivolamente y de refilón: ¿Qué pasaría si el resto de ciudadanos europeos tomaran ejemplo?

Y de paso confirmamos, una vez más por si todavía no estaba claro, al servicio de quién están los medios de comunicación y cómo nos restringen el derecho a la información en la plutocracia globalizada de Planeta S.A.

Esta es, brevemente, la historia de los hechos:

  • A finales de 2008, los efectos de la crisis en la economía islandesa son devastadores. En octubre se nacionaliza Landsbanki, principal banco del país. El gobierno británico congela todos los activos de su subsidiaria IceSave, con 300.000 clientes británicos y 910 millones de euros invertidos por administraciones locales y entidades públicas del Reino Unido. A Landsbanki le seguirán los otros dos bancos principales, el Kaupthing el Glitnir. Sus principales clientes están en ese país y en Holanda, clientes a los que sus estados tienen que reembolsar sus ahorros con 3.700 millones de euros de dinero público. Por entonces, el conjunto de las deudas bancarias de Islandia equivale a varias veces su PIB. Por otro lado, la moneda se desploma y la bolsa suspende su actividad tras un hundimiento del 76%. El país está en bancarrota.
  • El gobierno solicita oficialmente ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), que aprueba un préstamo de 2.100 millones de dólares, completado por otros 2.500 millones de algunos países nórdicos.
  • Las protestas ciudadanas frente al parlamento en Reykjavik van en aumento. El 23 de enero de 2009 se convocan elecciones anticipadas y tres días después, las caceroladas ya son multitudinarias y provocan la dimisión del Primer Ministro, el conservador Geir H. Haarden, y de todo su gobierno en bloque. Es el primer gobierno (y único que yo sepa) que cae víctima de la crisis mundial.
  • El 25 de abril se celebran elecciones generales de las que sale un gobierno de coalición formado por la Alianza Social-demócrata y el Movimiento de Izquierda Verde, encabezado por la nueva Primera Ministra Jóhanna Sigurðardóttir.
  • A lo largo del 2009 continúa la pésima situación económica del país y el año cierra con una caída del PIB del 7%.
  • Mediante una ley ampliamente discutida en el parlamento se propone la devolución de la deuda a Gran Bretaña y Holanda mediante el pago de 3.500 millones de euros, suma que pagarán todos las familias islandesas mensualmente durante los próximos 15 años al 5,5% de interés. La gente se vuelve a echar a la calle y solicita someter la ley a referéndum. En enero de 2010 el Presidente, Ólafur Ragnar Grímsson, se niega a ratificarla y anuncia que habrá consulta popular.
  • En marzo se celebra el referéndum y el NO al pago de la deuda arrasa con un 93% de los votos. La revolución islandesa consigue una nueva victoria de forma pacífica.
  • El FMI congela las ayudas económicas a Islandia a la espera de que se resuelva la devolución de su deuda.
  • A todo esto, el gobierno ha iniciado una investigación para dirimir jurídicamente las responsabilidades de la crisis. Comienzan las detenciones de varios banqueros y altos ejecutivos. La Interpol dicta una orden internacional de arresto contra el ex-Presidente del Kaupthing, Sigurdur Einarsson.
  • En este contexto de crisis, se elige una asamblea constituyente el pasado mes de noviembre para redactar una nueva constitución que recoja las lecciones aprendidas de la crisis y que sustituya a la actual, una copia de la constitución danesa. Para ello, se recurre directamente al pueblo soberano. Se eligen 25 ciudadanos sin filiación política de los 522 que se han presentado a las candidaturas, para lo cual sólo era necesario ser mayor de edad y tener el apoyo de 30 personas. La asamblea constitucional comenzará su trabajo en febrero de 2011 y presentará un proyecto de carta magna a partir de las recomendaciones consensuadas en distintas asambleas que se celebrarán por todo el país. Deberá ser aprobada por el actual Parlamento y por el que se constituya tras las próximas elecciones legislativas.
  • Y para terminar, otra medida “revolucionaria” del parlamento islandés: la Iniciativa Islandesa Moderna para Medios de Comunicación (Icelandic Modern Media Initiative), un proyecto de ley que pretende crear un marco jurídico destinado a la protección de la libertad de información y de expresión. Se pretende hacer del país un refugio seguro para el periodismo de investigación y la libertad de información donde se protegan fuentes, periodistas y proveedores de Internet que alojen información periodística; el infierno para EEUU y el paraíso para Wikileaks.

Pues esta es la breve historia de la Revolución Islandesa: dimisión de todo un gobierno en bloque, nacionalización de la banca, referéndum para que el pueblo decida sobre las decisiones económicas trascendentales, encarcelación de responsables de la crisis, reescritura de la constitución por los ciudadanos y un proyecto de blindaje de la libertad de información y de expresión. ¿Se nos ha hablado de esto en los medios de comunicación europeos? ¿Se ha comentado en las repugnantes tertulias radiofónicas de politicastros de medio pelo y mercenarios de la desinformación? ¿Se han visto imágenes de los hechos por la TV? Claro que no.

Debe ser que a los Estados Unidos de Europa no les parece suficientemente importante que un pueblo coja las riendas de su soberanía y plante cara al rodillo neoliberal. O quizás teman que se les caiga la cara de vergüenza al quedar una vez más en evidencia que han convertido la democracia en un sistema plutocrático donde nada ha cambiado con la crisis, excepto el inicio de un proceso de socialización de las pérdidas con recortes sociales y precarización de las condiciones laborales. Es muy probable también que piensen que todavía quede vida inteligente entre sus unidades de consumo, que tanto gustan en llamar ciudadanos, y teman un efecto contagio. Aunque lo más seguro es que esta calculada minusvaloración informativa, cuando no silencio clamoroso, se deba a todas estas causas juntas.

Algunos dirán que Islandia es una pequeña isla de tan sólo 300.000 habitantes, con un entramado social, político, económico y administrativo mucho menos complejo que el de un gran país europeo, por lo que es más fácil organizarse y llevar a cabo este tipo de cambios. Sin embargo es un país que, aunque tienen gran independencia energética gracias a sus centrales geotérmicas, cuenta con muy pocos recursos naturales y tiene una economía vulnerable cuyas exportaciones dependen en un 40% de la pesca. También los hay que dirán que han vivido por encima de sus posibilidades endeudándose y especulando en el casino financiero como el que más, y es cierto. Igual que lo han hecho el resto de los países guiados por un sistema financiero liberalizado hasta el infinito por los mismos gobiernos irresponsables y suicidas que ahora se echan las manos a la cabeza . Yo simplemente pienso que el pueblo islandés es un pueblo culto, solidario, optimista y valiente, que ha sabido rectificar echándole dos cojones, plantándole cara al sistema y dando una lección de democracia al resto del mundo.

El país ya ha iniciado negociaciones para entrar en la Unión Europea. Espero, por su bien y tal y como están poniéndose las cosas en el continente con la plaga de farsantes que nos gobiernan, que el pueblo islandés complete su revolución rechazando la adhesión. Y ojalá ocurriera lo contrario, que fuera Europa la que entrase en Islandia, porque esa sí sería la verdadera Europa de los pueblos.

La revolución de Islandia

Ignacio Escolar

Ahora que el pueblo egipcio ha triunfado, o al menos lo parece, es buen momento para hablar de otra revolución mucho más desconocida: la de Islandia, ese país que el FMI de Rato ponía como ejemplo a seguir y que acabó completamente quebrado, hundido por los escombros de una banca cancerígena que convirtió la isla en un inmenso hedge fund y dejó una deuda equivalente a todo el PIB de ocho años y seis meses.

La solución islandesa a esa condena pronto se apartó de la ortodoxia. La Fiscalía abrió una investigación penal contra los banqueros responsables del colapso; algunos han huido del país y están en busca y captura por la Interpol. En 2009, el gobierno tuvo que dimitir en bloque, acorralado por las protestas ciudadanas; fue el primero y casi el único en caer por la crisis (si excluimos a Túnez y Egipto). Después los islandeses forzaron un referéndum para bloquear el pago de la deuda de la banca y lo lograron: ganó el no con más del 90% de los votos. Y hace un par de meses, Islandia arrancó una ambiciosa reforma constitucional que, por primera vez en la historia del mundo, será fruto de un proceso de democracia directa, al margen de los partidos. La Asamblea Constituyente está formada por 31 ciudadanos corrientes, elegidos en las urnas entre 523 candidaturas que sólo necesitaban 30 firmas para poder presentarse.

Hoy Islandia está creciendo. El año que viene, su presupuesto público estará en superávit; su situación económica es bastante mejor que la de otros países igualmente desarbolados, como Grecia o Irlanda. ¿El secreto? Algo revolucionario, aunque se suponía que era una de las reglas ensenciales del capitalismo: Islandia se negó a socializar las pérdidas y dejó que la banca irresponsable simplemente quebrase.

El ‘superministro’ de Aznar y el desastre del FMI

 

Marco Schwartz  en  Público

El prestigio del Fondo Monetario Internacional, ya cuestionado por amplios sectores sociales, ha quedado reducido a cenizas tras la divulgación de un informe interno que describe el nefasto papel desempeñado por la institución en vísperas de la actual crisis económica.

El periodo investigado va de 2004 a 2007, cuando el FMI estuvo encabezado por Rodrigo Rato, superministro económico de la era Aznar y artífice de lo que los juglares del pensamiento único alaban hasta el día de hoy como el “milagro español”.

El informe de la Oficina de Evaluación de la institución no puede ser más devastador al detallar cómo la suma de distintas causas –análisis deficientes, obstáculos dentro de la organización, problemas de gobernanza y, sobre todo, “limitaciones políticas”– impidieron que el FMI cumpliera su obligación de supervisar el sistema financiero mundial.

El documento constituye una radiografía despiadada en la que aparecen analistas guiados por el pensamiento dominante neoliberal, enviados “intimidados” por las autoridades nacionales, presiones “explícitas” para moderar la evaluación sobre determinados países poderosos y, en cambio, “contundencia” con los países “más pequeños o mercados emergentes”, etc.

El máximo responsable de aquel gravísimo desaguisado, hoy presidente de Caja Madrid, queda en una posición muy comprometida sobre la que tiene la obligación de dar explicaciones. Porque, según el informe citado, la institución que dirigía no sólo cometió equivocaciones en sus diagnósticos, sino que incurrió en conductas deliberadas que contribuyeron a precipitar la peor crisis de los últimos 80 años.

¡Indignaos!

Ignacio Ramonet   en   Le Monde Diplomatique

Tiene 93 años. Se llama Stéphane Hessel. Y la historia de su vida es una fabulosa novela. Lo era ya, en cierto modo, antes mismo de que naciera. Algunos quizás recuerden aquella película de François Truffaut,  Jules et Jim . Pues bien, la mujer anticonformista interpretada por Jeanne Moreau, y uno de sus dos amantes (1),  Jules , judío alemán traductor de Proust, fueron sus padres. En la atmósfera artística del París de los años 1920 y 1930, Stéphane Hessel creció rodeado de los amigos de la casa, entre otros, el filósofo Walter Benjamin, el dadaísta Marcel Duchamp y el escultor Calder…

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se alista en la Resistencia y se suma, en Londres, al equipo del general De Gaulle, quien le confía una peligrosa misión en territorio francés. Detenido por los nazis, es torturado y deportado al campo de exterminio de Buchenwald, de donde trata, una y otra vez, de evadirse. Lo acaban capturando y lo condenan a la horca. A punto de ser ejecutado, consigue usurpar la identidad de un muerto y logra por fin evadirse. Se une a la lucha por la liberación de Francia, inspirado en los principios del Consejo Nacional de la Resistencia que promete una democracia social, la nacionalización de los sectores energéticos, de las compañías de seguros y de la banca, y la creación de la Seguridad Social.

Después de la victoria, De Gaulle lo envía -tiene apenas 28 años- a Nueva York, a la ONU, cuyos fundamentos teóricos se están acicalando entonces. Allí, Hessel participa, en 1948, en la elaboración y redacción de uno de los documentos más trascendentales de los últimos seis decenios: la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Regresa luego a París para integrarse en el gabinete socialista de Pierre Mendès-France, que inicia la descolonización, pone fin a la guerra en Indochina, y prepara la independencia de Túnez y Marruecos.

Los años más recientes, este noble y persistente defensor de las causas justas, diplomático de profesión, los ha consagrado a protestar sin descanso contra el trato dispensado a los «sin papeles», a los gitanos, a todos los inmigrantes…

Y si hoy nos referimos a él, es porque acaba de publicar un librito, más bien un breve panfleto político de 30 páginas, devenido -en la Francia popular sublevada contra la regresión social-, un excepcional éxito editorial y un fenómeno social. Gracias al boca a boca y, sobre todo, a las nuevas redes sociales, el texto, ninguneado al principio por los medios de información dominantes, ha conseguido franquear las censuras y llenar de esperanza miles de corazones. En apenas unas semanas, de este repertorio de las injusticias más indignantes, ya se han vendido (cuesta 3 euros) más de 650.000 ejemplares… Algo jamás visto. Su título: una consigna,  ¡Indignaos! (2).

Dice Balzac que el panfleto «es el sarcasmo convertido en bala de cañón». Añade Stéphane Hessel que la indignación es la pólvora de toda explosión social. Dirigiéndose a sus lectores, les recomienda: «Deseo que halléis un motivo de indignación. Eso no tiene precio. Porque cuando algo nos indigna, nos convertimos en militantes, nos sentimos comprometidos y entonces nuestra fuerza es irresistible».

Los motivos de indignación no escasean: «En este mundo, dice Hessel, hay cosas insoportables». En primerísimo lugar: la naturaleza del sistema económico responsable de la actual crisis devastadora. «La dictadura internacional de los mercados internacionales» constituye además, según él, «una amenaza para la paz y la democracia». «Nunca, afirma, el poder del dinero fue tan inmenso, tan insolente y tan egoísta, y nunca los fieles servidores de Don Dinero se situaron tan alto en las máximas esferas del Estado».

En segundo lugar, Hessel denuncia la desigualdad creciente entre los que no tienen casi nada y los que lo poseen todo: «La brecha entre los más pobres y los más ricos jamás ha sido tan profunda; ni tan espoleados el afán de aplastar al prójimo y la avidez por el dinero». A guisa de enmienda sugiere dos propuestas sencillas: «Que el interés general se imponga sobre los intereses particulares; y que el reparto justo de la riqueza creada por los trabajadores tenga prioridad sobre los egoísmos del poder del dinero».

En temas de política internacional, Hessel afirma que su «principal indignación» es el conflicto israelo-palestino. Recomienda que se lea «el informe Richard Goldstone de septiembre de 2009 sobre Gaza (3), en el cual este juez sudafricano, judío, que incluso se declara sionista,  acusa al ejército israelí». Relata su visita reciente a Gaza, «prisión a cielo abierto para un millón y medio de palestinos». Una experiencia que lo sobrecoge y solivianta. Aunque no por ello reniega de la no-violencia.  Al contrario, reafirma que «el terrorismo es inaceptable», no sólo por razones éticas sino porque, al ser «una expresión de la desesperación», no resulta eficaz para su propia causa pues «no permite obtener los resultados que la esperanza puede eventualmente garantizar».

Hessel convoca el recuerdo de Nelson Mandela y de Martin Luther King. Ellos, dice, nos indican «el camino que debemos aprender a seguir». Porque, para avanzar, sólo existe una conducta: «apoyarnos en nuestros derechos, cuya violación -sea quien sea el autor de ésta-, debe provocar nuestra indignación. ¡No transijamos jamás con nuestros derechos!».

Finalmente, se declara partidario de una «insurrección pacífica». En particular contra los medios masivos de comunicación en manos del poder del dinero, y que «sólo proponen a los ciudadanos el consumo de masas, el desprecio hacia los humildes y hacia la cultura, la amnesia generalizada y una competición a ultranza de todos contra todos».

Stéphane Hessel ha sabido expresar con palabras, lo que tantos ciudadanos golpeados por la crisis y por las medidas de regresión social sienten en el fondo de sí mismos. Ese sentimiento de que les están arrebatando sus derechos, esos anhelos punzantes de desobedecer, esos deseos de gritar hasta perder el aliento, esas ganas en fin de protestar sin saber cómo…

Todos esperan ahora la segunda entrega. Cuyo título, lógicamente, sólo puede ser: ¡Sublevaos!

Notas:

(1) El otro era Pierre-Henri Roché, autor de la novela con el mismo título llevada a la pantalla por François Truffaut.

(2) Stéphane Hessel,  Indignez-vous! , Indigène éditions, Montpellier, 2010.

(3) NDLR: «Human Rights In Palestine And Other Occupied Arab Territories. Report of the United Nations Fact Finding Mission on the Gaza Conflict», Naciones Unidas, Nueva York, 15 de septiembre de 2009.

EL DOGMA NEOLIBERAL DOMINA LA UNIÓN EUROPEA

Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España

El liderazgo de la Unión Europea (el Consejo Europeo, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea) ha subrayado una vez más que se penalizará con multas sustanciales a los países de la Eurozona que no se adhieran estrictamente al Pacto de Estabilidad. Esta medida refleja que tal establishment europeo está plenamente sumergida en la ideología neoliberal que está dificultando enormemente la salida de la recesión. No hay duda de que estas medidas de austeridad de gasto público empeorarán la crisis con una desaceleración del ya minúsculo crecimiento europeo, con aumento muy notable del elevadísimo desempleo.

Estas tesis de austeridad se basan en una lectura profundamente equivocada de las causas de las crisis del euro. Asumen que la crisis del euro se debe al excesivo derroche de gasto público en los países que llaman PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y Spain) que, en inglés, quiere decir cerdos. Asumen –y dicen- que si los estados de estos países se hubieran comportado y hubieran sido tan disciplinados como los estados de los países del centro y del norte de la Eurozona, hoy no estaríamos en la situación en que nos encontramos. Lo que es extraordinario es que este dogma se reproduzca cuando es fácil de ver que esta versión de los hechos no se corresponde con la realidad. Cada uno de estos países PIGS tiene el gasto público por habitante más bajo de la Eurozona. El problema en estos países no se debe a su inexistente “excesivo gasto público” y “exuberante estado del bienestar”, pues tanto su gasto público per cápita como su gasto público social per cápita están muy por debajo del promedio de la UE-15. El problema que estos países tienen no está en el sector público, sino en el sector privado. En realidad, el mayor endeudamiento en estos países no es el público, sino el privado, y sus problemas se deben al muy marcado endeudamiento privado que se ha financiado con préstamos de la banca alemana y francesa. Y es dudoso que esta deuda pueda pagarse. Y ahí está el quid de la cuestión.

Lo que debe preguntarse es por qué están estos países tan endeudados. La respuesta es a dos niveles. Uno es que la masa salarial como porcentaje de la renta nacional ha ido descendiendo en todos estos países, con lo cual la población tiene cada vez menos capacidad adquisitiva. La otra respuesta se centra en las enormes desigualdades que existen en la Eurozona y, muy en particular, entre Alemania y los PIGS. La enorme plusvalía de euros de la banca alemana (resultado de su modelo económico basado, no en la demanda doméstica, sino en las exportaciones) se basa en los enormes déficits de euros en los países importadores y muy en especial, en los PIGS. En un gráfico que muestre la evolución del balance de pagos (Current Accounts Balances) como porcentaje del PIB, puede verse como el aumento de divisas a Alemania está relacionada con la disminución en los PIGS. En otras palabras, Alemania exporta a estos países mucho más de lo que importa de ellos. Alemania es la China de Europa.

La respuesta clásica que se da para explicar este hecho es que Alemania es mucho más competitiva que los PIGS, lo cual es sólo parcialmente cierto, pues no se explica cómo se consigue su mayor competitividad. Alemania paga a sus trabajadores mucho menos de lo que les corresponde por su productividad. Y ahí está la raíz del problema. La demanda doméstica en Alemania es demasiado baja. Esta política es resultado, por cierto, de las políticas aprobadas por los gobiernos del canciller Schröder (que determinó el colapso y rotura del mayor partido socialdemócrata existente en la UE) y de la canciller Merkel. La solución a esta situación es, o subir los salarios alemanes (como pidió el que fue Ministro de Economía de Schröder, Oskar Lafontaine), y con ello aumentar la demanda interna alemana y, por lo tanto, incrementar las importaciones y con ello estimular la economía europea, o bajar todavía más los salarios de los PIGS. Y esto es lo que Merkel y Compañía están imponiendo a los segundos, lo cual empeorará todavía más la situación, pues por un lado aumentará el endeudamiento privado de las familias en los PIGS, y por el otro Alemania continuará sin estimular el mercado doméstico (que estimularía el crecimiento económico de Europa, incluyendo España).

La situación en España

La deuda externa de España es principalmente deuda del sector privado. Y más de la mitad de esta deuda la tienen la banca alemana y francesa. Para complicar todavía más el panorama, esta deuda es a corto, no a largo plazo, lo cual quiere decir que deberá financiarse de nuevo y pronto. Y ahí está una de las raíces del problema. Uno de los mayores mitos propagados por el Banco de España es que la banca española es muy solvente. En realidad, es de las menos solventes en Europa. Y su escasa solvencia está enraizada en que la mayoría de dinero que presta es dinero extranjero que la banca española ha utilizado (con el beneplácito del Banco de España) en sus aventuras especulativas inmobiliarias. Las últimas medidas del gobierno español van encaminadas a “salvar” al supuestamente sano sistema financiero mediante la aportación de 20.000 millones de euros, ayuda que se está realizando sin exigir contrapartidas – como garantizar el crédito- a las entidades financieras. En realidad parte del problema de las cajas de ahorro se debe a que se comportaron más y más como los bancos, especulando en labores inmobiliarias.

Una consecuencia de que la gran mayoría de la deuda española es privada, no pública, es que los recortes de gasto público que la Comisión Europea está pidiendo para reducir el déficit, tendrán poco impacto en resolver el problema de la deuda española. Es más, tal reducción es contraproducente, pues dificulta enormemente el crecimiento y la recuperación económica. El mejor ejemplo de ello es Irlanda, cuyo PIB está cayendo en picado, resultado de seguir las recetas de la Comisión Europea y del FMI, lo cual quiere decir que el desequilibrio en la balanza de pagos entre Irlanda y Alemania se ha disparado, empeorando mucho más la situación. Por cierto, la gran acumulación de euros en Alemania determina que el valor del euro sea muy alto, lo cual perjudica la salida de la crisis a los PIGS, pues encarece artificialmente sus exportaciones, forzándole a endeudarse todavía más.

Podemos ver, pues, que el dogma neoliberal está destruyendo la Unión Europea. Tal entidad no podrá sostenerse debido a que estas desigualdades son tan grandes que están imposibilitando el funcionamiento de la economía europea. Según un estudio publicado por Michael Dauderstaed, las desigualdades entre regiones existentes dentro de la UE son incluso mayores que las existentes en China y en la India (Europe’s Hidden Inequalities). El dicho de la tradición socialdemócrata de “tanto mercado como se pueda y tanto estado como se necesite” se ha derivado tanto hacia lo primero que todo el sistema puede venirse abajo. Creerse que la reducción de los déficits públicos es la solución, es mostrar el poder del dogma sobre el mero sentido común. Ni que decir tiene que la perpetuación y promoción del dogma se debe a que sirve a unos intereses bien definidos –entre ellos el del capital financiero-. Ahora bien, este dogma se ha ido expandiendo y ha sido aceptado por partidos representantes de los intereses de las clases populares, tales como los partidos socialdemócratas que han ido convirtiéndose en partidos socio-liberales, pasando a ser parte del problema en lugar de la solución.

Una última observación. Intentar reducir el déficit público predominantemente a partir de los recortes en el gasto público es, no sólo erróneo, sino profundamente injusto, pues tales medidas de reducción del gasto público, incluyendo el gasto público social, afecta predominantemente a las clases populares. Las medidas más eficaces y más equitativas para reducir el déficit público del estado son el aumento de los impuestos de las rentas del capital (reduciendo, entre otras medidas, el fraude fiscal) y de las rentas superiores, e invirtiendo en la creación de empleo para disminuir el desempleo. El hecho de que el gobierno español no esté considerando estas medidas muestra el grado de abandono de cualquier intento de salir de la crisis con medidas progresistas. Y así va España.

Artículo publicado en la revista digital SISTEMA

Ofreceremos nuevos sacrificios al Dios Mercado

A través del duro golpe asestado al sistema de Pensiones, se ha abierto una brecha por la que a buen seguro se va a forzar la adopción de nuevas medidas en favor de liquidar al máximo posible el estado de bienestar mediante la privatización de gran parte del sistema de protección social para mayor gloria del capitalismo ultraliberal.

Con lo ya realizado hasta ahora, es decir el recorte de las pensiones,  se espera como ya nos lo venían repitiendo desde diversas instituciones y ministros de trabajo sucesivos, que nos echemos en brazos de planes de pensiones privados para complementar lo que nos están sustrayendo ahora. (Será motivo de otro artículo el señalar cómo los actuales niveles de renta de la mayoría de los trabajadores no les van a permitir disponer del ahorro suficiente para ello y que los planes de pensiones privados, a contrario de los públicos en España, vienen siendo deficitarios en los últimos años).

Ahora bien, una vez consumada esa infamia que supone quitar dinero a los pensionistas para dárselo a los bancos, la codicia de los mercados no va a verse satisfecha, sino más bien al contrario se abre la puerta a nuevas reformas y se observa ya la preparación de la estrategia a seguir para dar los siguientes pasos en los momentos oportunos, o con las oportunas crisis, aunque no necesariamente por este orden que señalo:

1º – Bajadas de sueldos generalizada y gradual a todos los trabajadores. Inicialmente se empezará por desvincularlos de la inflación, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo.

2º – Se cuestionara hasta llegar a recortar, las coberturas del sistema público de salud para encaminarnos igualmente hacia planes de seguros médicos privados.

y… no se librará otra importante conquista social:

3º – El ataque al sistema educativo, mediante nuevos recortes al gasto en el sistema público de enseñanza.

Como veréis, nada nuevo. Nada que no se esté aplicando en el modelo de referencia imperante ahora, el de EE. UU. desde tiempo atrás, pero frente a lo que Europa venía entendiendo que en su ADN estaba el desarrollo de un fuerte sistema de protección social.

Pero señores, alguien o «alguienes» han decidido que están perdiendo una ingente cantidad de dinero que ahora está en manos de los diversos sistemas públicos del estado y estarían mejor en manos de empresas privadas para mayor gloria de los mercados.

A éstos mismos tampoco se les ha escapado lo fácil que resulta que el gobierno de España ceda bajo presión y llegue romper el contrato social en favor de los poderes financieros que se van de rositas de esta crisis, sin que nadie les rasque el bolsillo, sin subir impuestos a las rentas más altas y sin acudir a las bolsas de fraude y sin cuestionar a qué se destinan nuestros impuestos.  Magnífico trabajo, ¡¡ de manual!!

Alguien me dirá que me he puesto catastrofista y realmente no me importaría darle la razón si así fuera, pero mucho me temo que algo parecido a lo que yo he querido simplificar aquí se nos viene encima.

EL PARO

Hemos batido records de paro y nuestro gobierno, lejos de trabajar para combatir sus causas o paliar sus efectos, dedica sus esfuerzos a cumplir fielmente el mandato de OBAMA y MERKEL mediante el empobrecimiento de la ciudadanía reduciendo sus derechos sociales que, como es sobradamente sabido, obedece al deseo de saciar la voráz codicia de los PODERES FINANCIEROS.

Con 4.690.600 personas, record absoluto en número de parados se está alcanzando unos niveles de miseria y fractura social de imprevisible evolución. Y ante todo esto, para ahondar más en este desgarro nuestro gobierno no toma mejor medida que recortar derechos sociales como el que supone el alejar el umbral de la jubilación, ampliar su período de cotizaciones y reducir sus prestaciones. En resúmen, trabajar más años para cobrar menos pensión.

Gráfica: El País

EL PARO JUVENIL

El paro juvenil que se sitúa ahora en el 43,6 % se mantendrá en España durante todo este año 2011 por encima del 40%, un porcentaje muy superior a la media de la UE (20,7%) y al de países teóricamente cercanos, como Italia (28,9%), Portugal (22,3%), Polonia (24,9%) o Francia (24,9%).

A ésto hay que añadir que gran parte del empleo juvenil existente es trabajo precario, sin garantías, discontínuo y añora el «mileurismo» como algo inalcanzable del pasado.

De esta forma, los actuales jóvenes parecen haber pasado a ser una «generación perdida» destinada a sufrir durante toda su vida las peores condiciones laborales y sociales.

Esto, en una sociedad en la que sus ciudadanos tienen escasas esperanzas de encontrar un empleo, convierte al momento actual en una peligrosa situación en la que la estabilidad social y política podría estar seriamente amenazada.

ESTADO DE BIENESTAR SOSTENIBLE

IGNACIO ZUBIRI

Todo el mundo parece estar de acuerdo en que, debido al envejecimiento, el Estado del bienestar (EB) es insostenible y debe reducirse. Puede pensarse que esta aparente unanimidad se debe a que mantener el EB va a requerir una cantidad desorbitada de recursos adicionales. Pero no es así. Según las proyecciones de la Comisión Europea, entre 2007 y 2050 el envejecimiento tendrá un coste adicional de 9 puntos del PIB. Esto es, de cada 100 euros de renta, habrá que dedicar 9 más que ahora al EB. El gasto en protección social (pensiones, sanidad y dependencia) alcanzará el 23,9% del PIB y, lejos de ser el más alto de la UE, será solo un punto superior al promedio. Para poner estas cifras en perspectiva, cabe señalar que incluso si sumáramos esos 9 puntos del PIB a los niveles actuales de gasto e impuestos, España seguiría gastando y recaudando menos que lo que hoy gastan y recaudan varios países de la UE. Además, hay países que gastan ya en protección social sólo algo menos de lo que gastará España en 2050.

Si el EB es sostenible, ¿por qué tantas organizaciones supranacionales (OCDE, FMI, UE) piden a España que lo reduzca? La respuesta es que estas instituciones no son organismos técnicos asépticos. Creen en el libre mercado, el equilibrio presupuestario permanente, que los impuestos son perjudiciales para el crecimiento y que la sostenibilidad vía menos gasto es mejor que vía más ingreso. Y muchas veces revisten de técnica lo que son posiciones ideológicas. Esta visión liberal subyace también a muchas recomendaciones de expertos y políticos. En los políticos se añade una cierta falta de valor y visión, porque es más fácil bajar el gasto que asumir los riesgos y costes de mantener el EB.

La crisis actual se ha utilizado para justificar la reducción del EB; en particular de las pensiones. La relación entre reducir el déficit actual y bajar pensiones que se pagarán dentro de 20 años es dudosa. En todo caso, conviene señalar que buena parte del déficit actual de España se debe a una caída de ingresos sin parangón en la UE. Entre 2007 y 2009, a pesar de que el PIB ha caído menos que en el promedio de la UE, los ingresos públicos en España casi han colapsado, cayendo seis veces más (6,4 puntos del PIB) que en el promedio de la UE. Por eso en 2009 los ingresos públicos eran casi 10 puntos inferiores al promedio de la UE. Si los ingresos en España hubieran caído como en el promedio, el déficit en 2009 hubiera sido el 5,8% del PIB en vez del 11,4%. Casi toda la caída de ingresos se ha debido a que se ha recaudado menos. La pérdida recaudatoria se ha acentuado por las reformas fiscales recientes (dualización, eliminación de patrimonio, rebajas en IRPF y Sociedades) y porque que se ha favorecido la elusión y se ha sido tolerante con el fraude.

Como será más caro, el EB sólo se podrá mantener (incluso a niveles más bajos) subiendo los impuestos. Si no se suben, se irá a una sociedad envejecida, empobrecida y con menos protección. Las pensiones podrían bajar hasta un 45% (el Gobierno, aunque luego lo retiró, incluyó en el programa de estabilidad un recorte de pensiones del 25% que probablemente era insuficiente para garantizarlas sin aportar impuestos), las prestaciones de la Sanidad serían menores y la Ley de Dependencia tendría problemas de aplicación. La aportación de recursos privados sería de poca ayuda. Por ejemplo, la mayoría de la población no tiene recursos para acumular pensiones privadas suficientes y los que lo hagan es probable que en el futuro se encuentren con rentabilidades muy bajas (puede que negativas). Los copagos, por su parte, son injustos e ineficientes tanto para obtener ingresos como para moderar la demanda.

Para aumentar los impuestos y que la sociedad lo acepte, son necesarias dos tipos de medidas. Primero hay que reevaluar la justificación de ciertos gastos, reorganizar el sector público y establecer mecanismos de control de la eficacia de los resultados. Segundo, hay que realizar una reforma fiscal centrada en que tributen quienes por defectos de gestión (fraude) o por decisión política (exenciones, bonificaciones y vías de elusión) no contribuyen según su capacidad. Esto implicará reformar los impuestos directos, crear nuevos impuestos (sobre entidades financieras y riqueza) y reformar la inspección.

Habrá quien diga que los impuestos ralentizan el crecimiento y que no se puede hacer pagar a los ricos porque habrá deslocalizaciones. Estos argumentos son tan interesados como, en gran medida, falsos. El argumento del crecimiento ignora los efectos expansivos del gasto público y sobreestima la reacción de los agentes económicos a los impuestos. El de la deslocalización no toma en cuenta que los impuestos son sólo un factor en la decisión de ubicación de personas y empresas, y que deslocalizarse tiene costes altos. El capital financiero se puede controlar por métodos indirectos y, en todo caso, renunciar a gravarlo no es la mejor opción económica ni ética.

En suma, el EB es sostenible si la sociedad está dispuesta a pagar en impuestos su coste adicional, que no es muy alto. El aumento de impuestos será asumible socialmente si se racionalizan las prestaciones y la gestión del gasto y se establece un sistema fiscal justo que trate igual a todos los niveles (ricos y pobres) y tipos (capital y trabajo) de rentas y que luche de forma efectiva contra el fraude.

Ignacio Zubiri es Catedrático de Hacienda de la Universidad del País Vasco

Ilstración de Patrick Thomas

El pacto de las pensiones: el reconocimiento de una derrota

Lourdes Lucía – ATTAC Madrid

Se acaba de firmar el gran pacto social sobre las pensiones, que ha sido suscrito por el Gobierno, empresarios y los sindicatos con mayor afiliación, CC OO y UGT. En este pacto quizás se hayan paliado, de una forma casi inapreciable, las durísimas medidas propuestas en un principio por los mercados (es decir, los bancos, multinacionales y entidades de inversión financiera y sus organismos: FMI y BM, con el apoyo y complicidad de los Gobiernos), pero el resultado no ofrece dudas: Es una victoria del capital financiero y una derrota para la mayoría de la población. No reconocerlo así es engañarse y engañar a los demás.

Muchos son los factores que han llevado a esta situación y posiblemente uno de los más importantes es la escasa respuesta social en España ante las duras consecuencias que para la población han tenido las medidas impuestas ante la crisis: más de 4.500.000 de parados, cierre de pequeñas y medianas empresas, condena a la desaparición de muchos autónomos, desahucios por impagos de hipotecas, privatización de empresas públicas y de las cajas de ahorro, recorte del gasto social y ahora… una legislación sobre pensiones que pone muy negro el futuro especialmente a las generaciones más jóvenes, pero muy prometedor a los bancos que harán grandes negocios con los fondos privados de pensiones.

Conocer y reconocer la realidad. Por dura y terca que sea, es el primer principio en que debe basarse cualquier organización que quiera ser una fuerza progresista que pretenda transformar la sociedad. Es cierto que las condiciones de negociación no han sido las mejores para los sindicatos que han firmado el pacto, precisamente por esta falta de respuesta social, a la que no es ajena actividad realizada por estos sindicatos durante muchos años. Pero ello no nos puede llevar a considerar un logro lo que no lo es.

Hace tres años explotó una crisis largamente gestada y que, como viene denunciando Attac desde hace más de 10 años, tiene su origen en la falta de regulación de los movimientos de capitales, en la existencia de los paraísos fiscales y en haber puesto en el centro de la economía mundial la especulación como principal y casi única actividad económica, convirtiendo al planeta en un gran casino financiero en el que muy pocos son los que ganan y muchos los que salen perdiendo.

El propio análisis realizado recientemente por la comisión encargada por el Congreso de EE UU de hacer la autopsia de la crisis acusa de avaricia a la banca (Goldman Sachs, Merryll Linch, Lehman Brothers o Citigroup) y atribuye la crisis al apetito desmesurado de los bancos por el riesgo y la ineptitud de las agencias de calificación, a la falta de regulación y la actuación laxa de los supervisores, como la Reserva Federal, y a la falta de iniciativa política para exigir responsabilidades a Wall Street.

Las primeras reacciones llevaron a algunos gobiernos a esbozar tímidas medidas de control y regulación del mercado de capitales, pero sin tomar nunca una decisión resuelta para imponerlas. Por el contrario, salieron en tromba a rescatar a los bancos con miles de millones de euros, de forma que la gran banca se siente hoy más fuerte que nunca, como lo demuestra el hecho de que en Davos haya pasado al ataque con una ofensiva conjunta contra la regulación.

De esta forma y si no se le para, el capital financiero seguirá imponiendo sus normas; y su avaricia sin límites les llevará a imponer nuevas medidas más duras todavía que las aplicadas hasta ahora.

A pesar de lo que los grandes medios de comunicación dicen sobre que no hay más alternativas a la crisis que estas duras medidas, ATTAC dice que SÍ hay soluciones: en lugar de recortar el gasto social, los Gobiernos deben incrementar los ingresos. Y esto se puede hacer: obligando a los grandes especuladores a que paguen un impuesto por las transacciones financieras: 1 de cada 1.000 euros usados en este tipo de operaciones (se trata de controlar y regular los millones de operaciones que se realizan las 24 horas de día, es decir de disuadir y sancionar a los grandes especuladores), suprimiendo los paraísos fiscales y estableciendo políticas fiscales progresivas, que recauden más entre los que más tienen.

Está demostrado por excelentes economistas (que no se han equivocado de la forma escandalosa en la que lo han hecho los que hoy se presentan como “expertos”) e incluso por numerosos inspectores de Hacienda, que con medidas de este tipo se obtendrían los recursos necesarios para afrontar políticas económicas que creen puestos de trabajo y afronten los gastos sociales necesarios para el bienestar social, incluyendo el mantenimiento y mejora de un sistema público de pensiones, que garantice el derecho a la jubilación a partir de los 65 años.

Pero de nada de esto se ha hablado en la negociación.

ATTAC, una organización plural e independiente, no desiste y llama, hoy más que nunca, a todas las personas y fuerzas sociales (sindicales, partidos, movimientos sociales…) para unirse y movilizarse reclamando políticas que sirvan para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población.

No es un brindis al sol, frente a esta dictadura de los mercados no cabe más respuesta que la presión y la movilización social. Y por difícil que parezca, es posible. La indignación que hoy sienten muchas personas se puede tornar en una gran marea colectiva que desenmascare a los causantes de la crisis y sus portavoces y obligue a los gobiernos a cambiar de rumbo.

Este es nuestro reto.