EL NEOLIBERALISMO, CARACTERÍSTICAS Y EFECTOS

Alberto Garzón Espinosa – Consejo Científico de ATTAC España

Para muchos, incluso entre la izquierda, el uso de la palabra neoliberalismo debería cesar por ser inapropiado. Según esta visión, el neoliberalismo es un concepto más ideológico que teórico, y sobre todo más político que económico. No es útil y tiene más de panfletario que de riguroso. A pesar de esa renuencia explícita por tantos, se trata, sin embargo, de un término ampliamente extendido y aceptado por incluso bastantes de quienes lo critican.

Sin negar que se ha convertido en un lugar común en el discurso de los militantes de izquierdas, formando parte demasiadas veces de discursos realmente vagos y ciertamente con poca base teórica, el concepto es para mí plenamente válido y adecuado. Eso es lo que trataré de hacer ver en este post, cuyo objetivo es, por lo tanto, reivindicar el uso del neoliberalismo como concepto e instrumento de análisis en economía.

Neoliberalismo como ideología y como configuración económica

Para la mayoría de los economistas críticos y las corrientes de pensamiento económico alternativo la crisis estructural de los años setenta marcó el inicio de una nueva etapa que se ha convenido en llamar neoliberal. Hablamos entonces de un cambio en la configuración de la economía capitalista, que desde el final de la segunda guerra mundial y hasta los años setenta había estado gestionada a partir de un ideario obtenido de las enseñanzas de Keynes. Esa etapa del capitalismo, apellidada dorada entre otras cosas por la inexistencia de crisis graves y por responder a un círculo virtuoso de crecimiento de salarios y crecimiento económico, entró en crisis y abrió la puerta a una nueva forma de comprender la sociedad.

El neoliberalismo es evidentemente una ideología, con un proyecto más o menos definido de cómo tiene que ser la sociedad, y sus bases pueden encontrarse en F. Hayek o M. Friedman. Pero el neoliberalismo es también la configuración resultante de aplicar un determinado tipo de políticas, las que fueron inspiradas por aquella ideología. El capitalismo no se articula siempre de la misma forma y sus instituciones cambian (las relaciones entre capital-trabajo, entre Estado-trabajo y otras…) bien como respuesta a su propia dinámica (como se suele postular desde la teoría marxista) o bien como resultado de políticas concretas (como afirman los teóricos poskeynesianos).

Desde la teoría económica marxista puede explicarse el neoliberalismo a partir de la óptica de clases, como el proyecto de las clases más ricas para recuperar unos espacios de poder político y económico que perdieron tras la segunda guerra mundial. Desde otros enfoques, complementarios en todo caso, el neoliberalismo es un nuevo régimen de acumulación (teoría regulacionista) o una nueva estructura social de acumulación (teóricos de la escuela radical). Hay diferencias al respecto de qué llevó al surgimiento del neoliberalismo como nueva forma de configuración capitalista y sobre su estabilidad a medio o largo plazo, pero no hay disensiones importantes a la hora de definir como tal una etapa muy bien caracterizada.

Caracterización del neoliberalismo

El neoliberalismo se impuso primero en Estados Unidos y en Reino Unido (aunque se experimentó previamente en el Chile de Pinochet), y su aplicación es muy distinta entre los países del mundo. No obstante, el patrón es el mismo y los efectos más similares que diferentes. Esa es la razón por la cual analizar el neoliberalismo estadounidense es especialmente útil, por ser la forma canónica del proyecto, para comprender esta nueva configuración. Para D. Kotz (2008), el neoliberalismo estadounidense tiene una serie de nueve características principales.

  1. La desregulación del comercio y las finanzas, tanto en su nivel nacional como internacional.
  2. La privatización de muchos servicios otrora brindados por el Estado.
  3. La cesión por parte del Estado de su compromiso de regular activamente las condiciones macroeconómicas, especialmente en lo referente al empleo.
  4. Brusca reducción en el gasto social.
  5. Reducción de los impuestos aplicados a las empresas y familias.
  6. Ataques desde el gobierno y las empresas a los sindicatos, desplazando el poder a favor del capital y debilitando la capacidad de negociación de los trabajadores.
  7. Proliferación de los trabajos temporales sobre los trabajos fijos.
  8. Competición desenfrenada entre las grandes empresas, en relación a un entorno menos agresivo propio de la configuración de posguerra.
  9. Introducción de principios de mercado dentro de las grandes empresas, particularmente en lo referente a las remuneraciones de los trabajadores de más poder.

Esta caracterización es, como puede intuirse, adecuada para describir los desarrollos recientes en prácticamente todo el mundo capitalista, a pesar de que está pensada para la economía de Estados Unidos. Y es la combinación de estas características la que da lugar a una serie de efectos que el propio D. Kotz (2008) enumera también: creciente desigualdad, incremento de la importancia del sector financiero y sucesión de grandes burbujas de activos.

La creciente desigualdad

La creciente desigualdad es resultado de varios desarrollos. Por una parte, de la desregulación de sectores como el transporte y la comunicación y los consecuentes descensos salariales que allí tuvieron lugar. Por otra parte, la desregulación internacional de los flujos de capital acetuó la competencia entre países y presionó los salarios a la baja. La transferencia de trabajos desde el sector público hacia el sector privado también presionó los salarios a la baja en muchos casos. El cambio de objetivos de política monetaria (concentrándose en la inflación más que en el pleno empleo), y la naturalización del desempleo, condujo a una mayor tasa de parados y a lo que Marx denominó “ejército industrial de reserva”, empujando también los salarios a la baja. La reducción de los impuestos redujo la capacidad redistributiva del Estado, el cual además redujo los programas sociales cuyos beneficiarios eran generalmente los más necesitados. Los cambios en el mercado laboral, con los sindicatos golpeados por el Estado y las grandes empresas y con la proliferación de contratos basura, agudizó el deterioro de la capacidad de negociación de los trabajadores, algo que finalmente se tradujo en menores salarios. Finalmente, la mercantilización del interior de las grandes empresas presionó al alza los salarios de los grandes ejecutivos, mientras los salarios de los trabajadores más de base se mantuvieron estancados o en retroceso.

Aunque en este blog hemos visto evidencia empírica de algunos de estos efectos, que además son fácilmente perceptibles en los países desarrollados, Kotz señala algunos datos de importancia al respecto. Así, la producción por hora creció mucho más rápido (un 1′91% entre 1979 y 2007) que las ganancias de los trabajadores no supervisores (-0′04% para el mismo período). Incluso teniendo en cuenta a todos los trabajadores, la productividad creció por encima de los salarios (1′9% frente a 1′1%), lo que refleja un desplazamiento del excedente desde el trabajo hacia el capital. Algo que se verifica al comprobar que la tasa de crecimiento de los beneficios fue de un 4′6% entre 1979-2007 frente a una tasa de crecimiento de los salarios de un 2′0% para el mismo período. Finalmente, la desigualdad personal también se agudizó en todo este tiempo, ya que el 5% de los hogares más ricos tenía un 15′3% de la renta en 1979 y un 20′9% de la misma en 2007, mientras el 20% de los hogares más pobres tenían un 5′5% de la renta en 1979 y un 4% en 2007. Para más inri, el 0′01% de las familias más ricas recibía un 5% de la renta en 2005, un pico no alcanzado desde 1929.

Incremento de la importancia del sector financiero

Producto de la desregulación financiera, de la competición desenfrenada y de la mercantilización del interior de las grandes empresas llevaría a un nuevo contexto económico donde las finanzas ganarían importancia sobre la economía real. Se ha hablado de financiarización de la economía para describir este fenómeno que incluye la proliferación de nuevos mercados financieros (especialmente el de derivados) y de nuevos productos (CDOs, CDS, etc.) y agentes financieros (fondos de inversión colectiva, por ejemplo), a la vez que tanto hogares como sobre todo familias han quedado subsumidos por la lógica financiera cortoplacista.

Los altos empleados, cuya remuneración está vinculada al valor accionarial, se han preocupado más por incrementar los valores de las empresas en bolsa que por la actividad real de la empresa y su permanencia a medio y largo plazo. A su vez, la banca se ha transformado, cambiando progresivamente su actividad desde la recepción de depósitos hacia los negocios con derivados y hacia las comisiones, y el endeudamiento de hogares y empresas se ha convertido en un instrumento propulsor de la demanda agregada.

En general, la lógica cortoplacista (espoleada por la competencia) ha llevado a las corporaciones tanto financieras como no financieras a asumir prácticas mucho más arriesgadas y más rentables, desligándose de sus funciones propias en el capitalismo. Aunque la literatura al respecto es muy amplia y documentada, Kotz apunta brevemente que el porcentaje de beneficios de las instituciones financieras en el total de instituciones era de un 21′1% en 1979 y alcanzó el 41′2% en 2002, en pleno auge de la burbuja de internet.

Las burbujas de activos

Como resultado de los dos desarrollos anteriores, las burbujas de activos han encontrado un caldo de cultivo espectacular. El crecimiento de los beneficios sobre los salarios, la concentración del ingreso en familias ricas, la reunión de flujos de capital ociosos (en fondos de inversión, fondos de pensiones, hedge funds, etc.) ha llevado a promover burbujas en todas partes. Hay que recordar que este capital financiero responde con mayor radicalidad a la lógica de la rentabilidad (el ciclo corto marxista D-D’, es decir, dinero para obtener dinero) sin preocuparse por la economía subyacente y de la cual en última instancia depende. La desregulación financiera abrió el campo para que todo este dinero, gestionado por empresas que responden ante sus accionistas, se concentrara en diversos mercados, creando burbujas, en busca de rentabilidad.

Como veremos en futuros posts, pero como es fácil intuir, estas burbujas han posibilitado un endeudamiento creciente que ha permitido al capitalismo neoliberal funcionar más allá de los propios límites que impone la economía, pues ha permitido que el consumo pueda mantenerse a pesar de que los salarios se han estancado o han incluso retrocedido. Eso significa que la crisis financiera está profundamente enraizada en la desigualdad inherente al capitalismo neoliberal.

Conclusión

En este blog hemos hablado mucho, y hablaremos aún más, de neoliberalismo y financiarización, pero también de desigualdad y clases sociales. En realidad, son todos conceptos que me parecen especialmente útiles para comprender la sociedad actual, y particularmente las causas de la crisis financiera y económica que vivimos y -previsiblemente- viviremos. No cabe duda de que son todos fenómenos muy interrelacionados, y que deben estudiarse con cuidado por la gran cantidad de variables que median entre unos y otros. Las diferentes corrientes de pensamiento económico alternativo (poskeynesianos, radicales, regulacionistas, marxistas, etc.) nos brindan la oportunidad de sacar enseñanzas que en su mayor parte pueden integrarse en una explicación coherente y cierta.

A mi entender el uso del concepto neoliberalismo está plenamente justificado, tanto en su concepción ideológica como en su concepción económica. No importa que otros lo usen con otro propósito, menos descriptivo y más político, pues ambos usos son perfectamente legítimos. La economía no es un compartimento estanco de la política, sino parte necesaria de ella y los economistas tenemos, en mi opinión, un doble papel por cumplir. El de describir (más bien revelar) la realidad que nos rodea y el de concienciar a una población a la que se le ha privado de las herramientas fundamentales para saber cómo quieren organizarse como sociedad.

GOBERNAR ES TOMAR MEDIDAS IMPOPULARES: ¿PARA QUIÉN?

Vicenç Navarro – Consejo Científico de ATTAC España

Una frase que se está generalizando en ciertos sectores del establishment político español, incluyendo el gobierno español, es que gobernar significa “no temer a tener que tomar decisiones impopulares”. Esta frase se está utilizando para alentar al gobierno a tomar medidas como la congelación de las pensiones, la destrucción de puestos de trabajo en el sector público, la reducción de los salarios de los empleados públicos, la reforma laboral que facilitará los despidos y la reducción salarial, medidas que están siendo, como es lógico, altamente impopulares entre las bases electorales del partido gobernante.

Encuentro esta frase, además de enormemente arrogante, carente de sensibilidad democrática. La función primordial de un representante político es representar a sus electores, pues es la voz de aquellos que le han elegido. El poder de tal gobernante deriva única y exclusivamente de la soberanía otorgada a él o a ella por la población a la cual representa. Y si hay un conflicto entre lo que el representante opina y lo que los representados desean, es el representante el que debe cambiar o dimitir. No es el representado el que tiene que dimitir.

La población vota a un programa con el cual el representante está comprometido. Y ninguna de estas propuestas del gobierno Zapatero, por cierto, estaba en la lista de políticas públicas en cuyas bases el gobierno fue elegido. Muchas de las voces que sostienen aquella frase de que hay que ir en contra de la opinión de los representados parecen ser conscientes de la incoherencia de tomar posturas contrarias a su electorado. De ahí que subrayen el tema de la comunicación, aduciendo que la impopularidad de las medidas se debe a la falta de comunicación entre el Gobierno y su electorado. Es el eterno argumento de que las masas no entienden a las élites gobernantes que tienen que cargar en sus hombros la responsabilidad de tomar decisiones impopulares e incomprendidas. Esta actitud menosprecia, no sólo la inteligencia y madurez del electorado, sino que sobreestima las dotes del representante, creyendo que él o ella saben más lo que beneficia e interesa a su electorado que el propio electorado. La realidad es que la impopularidad de cada una de estas políticas que el gobierno ha tomado no se debe a que no se hayan explicado. En realidad, los medios de mayor difusión del país no sólo las han explicado, sino que las han promovido activamente, pues la mayoría son de ideológica neoliberal. Y, en cambio, las bases electorales del gobierno socialista español, así como la mayoría de la población, no aceptan tales medidas, y con razón. En toda esta justificación, la frase que debiera utilizarse no es si hay temor a tomar medidas impopulares, sino entre quiénes son impopulares. Lo que estamos viendo es que se están tomando medidas impopulares entres los débiles, y muy populares entre los fuertes, medidas que éstos últimos han estado deseando tomar desde hace muchos años, y ahora, con la crisis (que ellos crearon), tienen el momento para implementarlas. La congelación de las pensiones, por ejemplo, fue impopular entre los pensionistas, pues ellos tendrán que pagar un déficit que se crea en las cuentas del estado (1.500 millones de euros) que podría haberse evitado no bajando los impuestos de patrimonio (2.500 millones) que beneficiaron primordialmente a las rentas superiores. El gobierno no tuvo temor en tomar medidas impopulares entre los pensionistas y muy populares entre las rentas superiores. El coraje que se exige, no es disminuir los beneficios sociales y laborales de la clase trabajadora, sino enfrentarse a los grupos más poderosos (desde la banca y la patronal a las rentas superiores). Y es ahí donde su cobardía es decepcionante, lo cual es incluso más acentuado entre las derechas españolas y catalanas, siempre muy próximas al mundo financiero y empresarial, y muy lejanas de los ciudadanos de a pie. De ahí que las derechas utilicen constantemente la cruz y la bandera para conseguir el apoyo que sus políticas económicas y fiscales dificultarían. Las izquierdas no pueden regirse por el mismo criterio de coraje que tienen las derechas, y han de tener valor para tomar medidas impopulares entre los poderosos en este país, que, por desgracia, no son las clases populares.

Artículo publicado en El Plural.
www.vnavarro.org

LA CRISIS, UNA ESTAFA DETRÁS DE OTRA

Juan Torres López – Consejo Científico de ATTAC España

La Real Academia Española de la Lengua define de dos modos el verbo estafar. Como pedir o sacar dinero o cosas de valor con artificios y engaños y con ánimo de no pagar, y, en sentido jurídico, como cometer alguno de los delitos que se caracterizan por el lucro como fin y el engaño o abuso de confianza como medio. Por eso yo creo que el término de estafa es lo que mejor describe lo que han hecho continuadamente los bancos, los grandes especuladores y la inmensa mayoría de los líderes y las autoridades mundiales antes y durante la crisis que padecemos.

Los Estados le dieron a los bancos privados el privilegio de crear dinero emitiendo deuda con la excusa de que eso era necesario para financiar la actividad de las empresas y los consumidores. Pero en los últimos treinta años, la banca internacional multiplicó la deuda para financiar los mercados especulativos y para ganar dinero simplemente comprando y vendiendo más dinero, y no para financiar a la economía productiva. Esta es la primera estafa.

Para disponer de recursos adicionales a los que le depositaban sus clientes, la banca ideó formas de vender los contratos de deuda y los difundió por todo el sistema financiero internacional. Pero al hacerlo, ocultaba que millones de esos contratos no tenían las garantías mínimas y que al menor problema perderían todo su valor, como efectivamente ocurrió. Actuando de esa forma y tratando de elevar cada vez más la rentabilidad de sus operaciones, la banca fue asumiendo un riesgo cada vez mayor que ocultaba a sus clientes y a las autoridades y que transmitía al conjunto de la economía. Esta es la segunda estafa.

Para llevar a cabo esas estafas, la banca recurrió a las agencias de calificación que actuaron como sus cómplices corruptos engañando sistemáticamente a clientes y autoridades indicando que la calidad de esos productos financieros era buena cuando en realidad sabían que no era así y que, por el contrario, se estaba difundiendo un riesgo elevadísimo porque eran, como se demostró más adelante, pura basura financiera. Esta es la tercera estafa.

Los grandes financieros consiguieron que los bancos centrales fueran declarados autoridades independientes de los gobiernos con la excusa de que éstos podían utilizarlos a su antojo y de que así era mejor para lograr que no subieran sus precios. Sin embargo, lo que ocurrió fue que con ese estatuto de “independientes” los bancos centrales se pusieron al servicio de los bancos privados y de los especuladores, mirando a otro lado ante sus desmanes. Y así, en lugar de combatir la inflación permitieron que se diera la subida de precios de la vivienda quizá más alta de toda la historia y constantes burbujas especulativas en numerosos mercados. Y lejos de conseguir la estabilidad financiera lo cierto fue que durante su mandato “independiente” también hubo el mayor número de crisis financieras de toda la historia. Esta es la cuarta estafa.

Para generar fondos suficientes para invertir en los mercados especulativos cada vez más rentables, los bancos y grandes financieros lograron, con la excusa de que eso era lo conveniente para luchar contra la inflación, que los gobiernos llevaran a cabo políticas que redujeran los salarios y aumentaran así los beneficios (que en su mayor parte van a ahorro en lugar de al consumo como le pasa a los salarios), y la progresiva privatización de las pensiones y de los servicios públicos. Esta es la quinta estafa.

Cuando el riesgo acumulado de esa forma estalló y se desencadenó la crisis, los bancos y los poderosos lograron que los gobiernos, en lugar de dejar caer a los bancos irresponsables, de encarcelar a sus directivos y a los de las agencias de calificación que provocaron la crisis, les dieran o prestaran a bajísimo interés varios billones de dólares y euros de ayudas con la excusa de que así volverían enseguida a financiar a la economía. Pero en lugar de hacer esto último los bancos y grandes financieros usaron esos recursos públicos para sanear sus cuentas, para volver a tener enseguida beneficios o para especular en mercados como el del petróleo o el alimentario, provocando nuevos problemas o que en 2009 hubiera 100 millones de personas hambrientas más que en 2008. Esta es la sexta estafa.

Los gobiernos tuvieron que gastar cientos de miles de millones de dólares o euros para evitar que la economía se colapsara y para ayudar a la banca. Como consecuencia de ello tuvieron que endeudarse. Como los bancos centrales están dominados por ideas liberales profundamente equivocadas y al servicio de la banca privada, no financiaron adecuadamente a los gobiernos, como sí habían hecho con los bancos privados, y eso hizo que tuvieran que ser los bancos privados quienes financiaran su deuda. Así, éstos últimos recibían dinero al 1% de los bancos centrales y lo colocan en la deuda pública al 3, al 4 o incluso al 8 o 10%. Esta es la séptima estafa.

Como los bancos y grandes financieros no se quedaron contentos con ese negocio impresionante, se dedicaron a propagar rumores sobre la situación de los países que se habían tenido que endeudar por su culpa. Eso fue lo que hizo que los gobiernos tuvieran que emitir la deuda más cara, aumentando así el beneficio de los especuladores y poniendo en grandes dificultades a las economías nacionales. Esta es la octava estafa.

Los gobiernos quedaron así atados de pies y manos ante los bancos y los grandes fondos de inversión y, gracias a su poder en los organismos internacionales, en los medios de comunicación y en las propias instituciones políticas como la Unión Europea, han aprovechado la ocasión para imponer medidas que a medio y largo plazo les permitan obtener beneficios todavía mayores y más fácilmente: reducción del gasto público para fomentar los negocios privados, reformas laborales para disminuir el poder de negociación de los trabajadores y sus salarios, privatización de las pensiones, etc… Afirman que así se combate la crisis pero en realidad lo que van a producir es todo lo contrario porque es inevitable que con esas medidas caiga aún más la actividad económica y el empleo porque lo que hacen es disminuir el gasto productivo y “el combustible” que los sostiene. Esta es la novena estafa.

Desde que la crisis se mostró con todo su peligro y extensión, las autoridades e incluso los líderes conservadores anunciaron que estaban completamente decididos a poner fin a las irresponsabilidades de la banca y al descontrol que la había provocado, que acabarían con el secreto bancario, con los paraísos fiscales y con la desregulación que viene permitiendo que los financieros hagan cualquier cosa y que acumulen riesgo sin límite con tal de ganar dinero… Pero lo cierto es que no han tomado ni una sola medida, ni una sola, en esa dirección. Esta es la décima estafa.

Mientras está pasando todo esto, los gobiernos, esclavos o cómplices de los poderes financieros, no han parado de exigirle esfuerzos y sacrificios a la ciudadanía mientras que a los ricos y a los bancos y financieros que provocaron la crisis no les han dado sino ayudas constantes y todo tipo de facilidades para que sigan haciendo exactamente lo mismo que la provocó. Gracias a ello, éstos últimos están obteniendo de nuevo cientos de miles de millones de euros de beneficios mientras que cae la renta de los trabajadores, de los jubilados o de los pequeños y medianos empresarios. Esta es la undécima estafa.

Mientras que constantemente vemos que los presidentes de gobiernos reciben instrucciones del Fondo Monetario Internacional, de las agencias de calificación, de los banqueros o de la gran patronal, la ciudadanía no puede expresarse y se le dice que todo lo que está ocurriendo es inexorable y que lo que ellos hacen es lo único que se puede hacer para salir de atolladero. Esta es la duodécima estafa.

Finalmente, se quiere hacer creer a la gente que la situación de crisis en la que estamos es el resultado de un simple o momentáneo mal funcionamiento de las estructuras financieras o incluso económicas y que se podrá salir de ella haciendo unas cuantas reformas laborales o financieras. Nos engañan porque en realidad vivimos desde hace decenios en medio de una convulsión social permanente que afecta a todo el sistema social. La verdad es que cada vez hay un mayor número de seres humanos hambrientos y más diferencias entre los auténticamente ricos y los pobres, que se acelera la destrucción del planeta, que los medios de comunicación están cada vez en propiedad de menos personas, que la democracia existente apenas deja que la ciudadanía se pronuncie o influya sobre los asuntos más decisivos que le afectan y que los poderosos se empeñan en imponer los valores del individualismo y la violencia a toda la humanidad. Esta es la decimotercera estafa.

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Lo que ha ocurrido y lo que sigue ocurriendo a lo largo es la crisis es esto, una sucesión de estafas y por eso no se podrá salir de ella hasta que la ciudadanía no se imponga a los estafadores impidiendo que sigan engañándola, hasta que no les obligue a dar cuentas de sus fechorías financieras y hasta que no evite definitivamente que sigan comportándose como hasta ahora.

…SÍ PERO, EL PROBLEMA ES CÓMO ESTÁ REPARTIDO

El producto interior bruto (PIB) por habitante de la economía española se situó en 2009, pese a la crisis económica y financiera, en el 103% de la media de la Unión Europea.

Desde el principio de la crisis económica y financiera, el PIB per cápita de España ha retrocedido desde el máximo del 105% registrado en 2007 hasta el 103% en 2008, cifra en la que de momento se ha estabilizado.

– Los países más pobres de la UE son Bulgaria (41% de la riqueza por habitante media de la UE), Rumanía (45%), Letonia (49%), Lituania (53%), Polonia (61%), Estonia (62%), Hungría (63%) y Eslovaquia (72%).

Fuente: Diario Público

Interesante crítica desde dentro, mientras curiosamente se centran los esfuerzos en el arte de… «CÓMO EMPOBRECER Y FACILITAR EL DESPIDO DE TRABAJADORES»

«Los bancos habrían desaparecido si no los hubiéramos rescatado»

El presidente del BCE, Jean-Claude Trichet critica la actitud de los bancos y de algunos gobiernos, que «fueron extremadamente poco fiables durante meses y años»

EFE, BERLÍN 19/06/2010 13:02

Jean-Claude Trichet.

El presidente del Banco Central Europeo, el francés Jean-Claude Trichet, ha criticado con suma dureza a los bancos por su comportamiento tras la crisis financiera.

«Habrían desaparecido todos si no los hubiéramos recatado. Lo tuvimos ante los ojos», afirma Trichet en declaraciones adelantadas este sábado por el dominical alemán Welt am Sonntag, en las que subraya su incomprensión ante el hecho de que muchos ejecutivos crean que pueden actuar como antes de la ruina de Lehman en otoño de 2008.

El presidente del BCE critica especialmente los excesivos salarios, bonificaciones y beneficios alcanzados a corto plazo sin relación con la economía real, que «no concuerdan con nuestros valores democráticos fundamentales».

Asimismo defiende la decisión del BCE, fuertemente criticada por Alemania, de adquirir a partir del 9 de mayo pasado deuda pública de países en crisis como Grecia, Portugal o Irlanda.

«La situación era demasiado dramática. Europa era en ese momento el epicentro de la crisis», explica Trichet a los reporteros del rotativo dominical que le acompañaron en su trabajo a lo largo de varias jornadas.

Trichet considera que los gobiernos alemán y francés tienen una apreciable responsabilidad en la crisis financiera de los Estados, que, explica, se inició hace seis años cuando Francia y Alemania violaron el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

«Me hubiese gustado que la opinión pública alemana hubiese reaccionado con la misma indignación ante la ruptura del Pacto de Estabilidad en 2004 como ante nuestra decisión de comprar deuda pública. Los gobiernos fueron extremadamente poco fiables durante meses y años», señala finalmente Trichet.

¿Dónde se vota al FMI?

 

Rosa María Artal – Comité de apoyo de ATTAC España

A los “mercados” no les gusta Rajoy. En “Europa” –entiéndase como la misma entelequia semántica que “mercados”- ha sentado mal que no apoyara el plan de ajuste que nos decretaron ambos –“mercados”, “Europa”- más EEUU por la boca de Obama. El periódico alemán Süddeutsche Zeitung publica un texto de su corresponsal en España Javier Cáceres titulado: “Baile español en la cuerda floja”:

“Esto es malo también porque el mayor partido de la oposición, el Partido Popular, no hace ningún tipo de amago para recomendarse como alternativa. Debido a numerosos casos de corrupción está ocupado consigo mismo. Además, a pesar de que la situación requiere un consenso por encima de los partidos, ha optado por una postura de negación. Europa debería tomar nota de que la derecha española casi ha conseguido tumbar el paquete de ahorro – con consecuencias imprevisibles para el resto del continente”.

Lo cuenta Fernando Berlín, que añade también otro dato:

“Tal y como destaca el International Herald Tribune, “los inversores puede que no deseen ver más incertidumbre vinculada a unas posibles elecciones y un cambio resultante en el gobierno en un momento en que España ya está luchando por cumplir sus compromisos con el euro”.

Los españoles, en cambio, parece que están dispuestos a darle a Rajoy –a este Rajoy y a este PP- prácticamente la mayoría absoluta. Es por lo que trabaja el PP, por ocupar la Moncloa. En exclusiva.

Durán i Lleida, el deseado, el conservador que pide “ir más allá” -en el ajuste-, goza hoy de un prestigio inigualable. El otro día en el Parlamento le dijo a Zapatero –traduzco- te apoyo ahora, para que te quemes, y, de aquí, a 5 meses, cuando la labor sucia esté avanzada, convocamos elecciones y ponemos al PP con nuestro apoyo. Dilató la decisión hasta el debate de los presupuestos. Con lapsus y todo: “no me voten”.

CiU repite la misma estrategia que en 1995 con González. Exacta. Su mala memoria no les permite recordar que, a larga -su apoyo al PP-, les costó el gobierno de la Generalitat y, que vaya por dios, se destaparan algunos asuntos turbios de su gestión. Los ciudadanos catalanes suelen ser en general bastante civilizados.

Estamos hablando de un país tan ajustado ya por políticas conservadoras anteriores que, como describe y argumenta Vicenç Navarro, está “a la cola de Europa” en inversiones sociales. Incluso ya nos sobrepasan, sí, Grecia y Portugal. Pero es lo que tiene no invertir en educación –como pide, por cierto, la política del FMI que considera este apartado, con la salud, gastos a reducir-.

Otra desprestigiada e incontrolada agencia de calificación, Finch, nos ha bajado la nota. Estamos en el punto de mira de los “mercados” y no van a cejar hasta conseguirlo. Cuentan con muchos aliados en España.

Pero no les gusta mucho Rajoy –se comprende-. Pienso que preferirían a la Thatcher que se cargó Inglaterra, pero a la española. Esperanza. Que hasta habla inglés.

No sé en realidad que planes tendrá para nosotros en ese punto el FMI y sus representados: los “mercados”, pero, como estamos ya diciendo muchos, ¿dónde se vota al FMI? Vaya, que esto no funciona así.

¿Por qué diablos no sale Zapatero a explicar a los ciudadanos lo que ocurre y pedirnos ayuda? Yo de él dimitiría ahora mismo. Y dejaría que el reinado de jauja llegara con el PP. Empleo, subida de salarios, pensiones, amor descontrolado por los trabajadores. Cospedal creo que ha dicho que son “el partido de los trabajadores”. Les avala, entre otras cosas, la inigualable gestión ahorradora de Madrid (Ayuntamiento y Comunidad) o la Comunidad valenciana.

Al menos que se explique Zapatero -y deje de dar palos de ciego-. Habría que poner en las televisiones los mismos minutos de Rajoy, o de Cospedal, para ser “objetivos”, y no dar ni un dato no vaya a ser que nos empachemos. Pero, venga, que ya llega el Mundial y seremos felices.

Artículo publicado en El Plural

HOMEOPATÍA CONTRA EL PARO

Ignacio Escolar

Y si el problema es que el despido está caro, ¿cómo hemos llegado al 20% de parados? Me conozco la respuesta liberal y su receta homeopática: contra el fuego, más fuego; contra el paro, despido más barato.

Me sé también su teoría y acepto como dato que hay empresarios que no contratan a trabajadores indefinidos por lo que cuesta después echarlos si las cosas empeoran. Pero es una verdad incompleta: en España los indefinidos no han sido los que, mayoritariamente, han engordado el paro. Los despidos se han cebado con los temporales, con ese empleo basura del que se alimenta el mercado de trabajo español: ese enfermo de bulimia que engulle trabajadores a la misma velocidad con la que después los vomita. También dicen los liberales que con la crisis pagan justos por pecadores, y que por eso siempre se van primero al paro los más baratos de despedir, y no los peores empleados. Tienen razón, la protección es desigual. Pero, ¿por qué igualarnos en la precariedad?

Me sé también la respuesta del PSOE. La nueva respuesta, quiero decir: hay que aprobar como sea los exámenes de junio porque, si suspendemos, el mal será aún mayor. Desde el Gobierno saben que la reforma laboral, que abarata sensiblemente el despido de indefinidos y encarece ligeramente el de temporales, no ayudará a crear empleo hasta que no se recupere la economía. Es posible incluso que su primer efecto sea el contrario: que algunas empresas aprovechen las nuevas condiciones para aliviar sus plantillas y sustituir trabajadores caros por otros más baratos.

También conozco la respuesta del PPT, el Partido Popular de los Trabajadores. Mejor dicho, la desconozco, porque sólo sé que se opone a todo, para sorpresa del resto de los grupos conservadores europeos. Aunque la mejor respuesta es la de don Gerardo Díaz Ferrán: “Los empresarios lo que queremos es contratar. No tenemos ningún interés en despedir”. Quién lo diría.