CAPITALISMO O DEMOCRACIA

AUGUSTO KLAPPENBACH en Público

Decía Clemenceau que la guerra era una cuestión demasiado importante para dejársela a los generales. Hoy podríamos decir lo mismo de la economía y los economistas, extendiendo ese consejo a los políticos, que suelen ejercer como economistas aunque lo ignoren todo sobre esa disciplina. De modo que me voy a permitir opinar sobre el sistema capitalista sin más títulos que el de vivir en él, y confesando de entrada mi total desconocimiento acerca de la ciencia económica (si es que tal cosa existe), ignorancia que comparto con miles de millones de personas. Incluyendo quizás a muchos economistas.
Si algo ha dejado en claro la crisis actual es la radical contradicción entre el capitalismo financiero y la democracia. Si esta última exige –entre otras cosas– que sean los representes políticos de las mayorías quienes tomen las decisiones acerca del gobierno de una nación, la situación actual demuestra que las medidas económicas escapan casi por completo a su voluntad. Las subidas y bajadas de la moneda, los ajustes en los impuestos, los recortes a los gastos sociales, dependen de poderes anónimos que imponen sus decisiones a los gobiernos sin que la voluntad popular pueda intervenir. Los mismos sectores que han causado la crisis y que han sido ayudados por los gobiernos para superarla imponen ahora sus recetas bajo la amenaza de retirar su confianza a los poderes públicos.
Cuando comenzó la crisis muchos pensamos, ingenuamente, que era una ocasión para poner en duda los dogmas de la economía neoliberal y que el resultado sería un mayor control democrático de los poderes económicos. Nos equivocamos. Hoy sabemos que el resultado es exactamente el opuesto: la crisis ha servido para desmantelar, al menos en parte, el relativo Estado del bienestar que teníamos en Europa y aumentar el poder de esos mercados anónimos que ocasionaron la crisis. No soy partidario de las teorías conspirativas, pero, vistas algunas de las últimas medidas tomadas en nuestro continente (disminución de gastos sociales, disminución de las ayudas al desarrollo, reformas laborales que anulan derechos adquiridos, etc.), hay que pensar que el resultado responde a las intenciones de quienes organizan la vida económica sin someterse a ningún control ajeno a sus intereses.
Y ello no sucede por una supuesta perversidad de nuestros dirigentes políticos y ni siquiera de aquellos que controlan los mercados, sino por exigencias del propio sistema. Sería contrario a la lógica interna del capitalismo financiero, cuyo único objetivo es conseguir el mayor beneficio posible para sus gestores, pedirle que oriente sus inversiones para satisfacer las necesidades reales de la población, incluso de aquellos sectores poco o nada productivos. Esa sería una obligación de nuestra devaluada democracia, pero nunca podrá ser un resultado de las leyes del mercado, cuyo principio fundacional es la competencia y la consiguiente supervivencia de los más fuertes, en una copia simplista de las leyes naturales de la evolución.
En los viejos tiempos del capitalismo industrial, y pese a sus injusticias, la economía estaba al menos orientada a la producción de bienes y el sector del trabajo podía jugar un papel que, aunque no fuera determinante, era capaz de ejercer alguna influencia en la vida económica. De hecho, el modesto Estado del bienestar que llegó a imponerse en muchas partes fue el resultado de esta presión que ejercieron los trabajadores. Pero hoy la posibilidad de esa presión ha disminuido. Sería absurdo pensar, por ejemplo, en una huelga contra los mercados financieros, entre otras razones porque el poder económico ha perdido su rostro: ya no existe un patrón al que pedir responsabilidades sino una anónima red de despachos, muchos de ellos establecidos en paraísos inmunes a cualquier control legal.
Desde mi absoluta ignorancia sobre economía y aceptando de antemano la acusación de ingenuidad, pregunto: ¿existe alguna razón –aparte de las que ya todos sabemos– por la cual no se pueda extender la democracia a la economía? ¿Por qué no puede gestionarse democráticamente al menos el sector financiero? Entiendo que un restaurante o una peluquería sean propiedad de sus dueños, pero ¿también deben estar en manos privadas los bancos, las empresas estratégicas o el mercado de divisas? ¿De dónde procede el dogma de que el sector privado es más eficiente que el público, como no sea de una concepción de la eficiencia como pura productividad?
De hecho, en la historia se han sucedido diversos sistemas productivos. ¿No habrá llegado el momento, aprovechando la crisis actual, de poner en cuestión el sistema capitalista en su conjunto y no sólo algunos aspectos de su gestión? ¿El fracaso del “socialismo real” implica que cualquier sistema que pretenda poner la vida económica en función de las necesidades de la sociedad está condenado de antemano al fracaso? ¿Habrá que suscribir la delirante tesis del “fin de la historia” y suponer que el capitalismo liberal constituye el estadio definitivo de la humanidad?
Estas preguntas conducen al peligroso terreno de la utopía. Porque la pregunta que sigue sería: ¿qué sistema alternativo se propone? Y ya sabemos que algunas respuestas pueden tener consecuencias más temibles que las preguntas. Pero creo que mientras no se ponga en cuestión el sistema actual en su conjunto, abriendo un debate que no se limite a discutir sobre técnicas de maquillaje y se acepte la necesidad de organizar de otra manera la vida económica, la mayoría de los seres humanos lo van a pasar muy mal.

Augusto Klappenbach es filósofo y escritor

Ilustración de José Luis Merino

Arturo Pérez Reverte, un hombrecillo acomplejado

Pérez-Reverte es la pesadilla, el patriarcado es el problema

MATILDE FONTECHA Y BEGOÑA MURUAGA en El Correo
Arturo Pérez-Reverte es un cáncer para la sociedad, pero hoy no es él lo que más nos duele. Nos duele que durante años su machismo haya quedado impune cuando las ofensas iban dirigidas a mujeres. Ha sido necesario que cometa una ofensa contra un hombre, el ex ministro Moratinos, para poner en funcionamiento toda una cadena de duras críticas.
Pérez-Reverte ha llenado páginas de improperios, ha denigrado a las mujeres, ha enarbolado sartas de sandeces alentando la discriminación desde la utilización de la lengua española, pero no ha sido contestado, a excepción de alguna feminista, cargada de razón y profundos conocimientos, acerca de los temas en los que Pérez-Reverte mete sistemáticamente la pata. Sin embargo, en esta ocasión se le ha descalificado llamándolo machista por atentar contra la libertad de sentimientos y de expresión de un varón.
De todas formas, ¿no creen que hay algo sospechoso? Quizá Pérez- Reverte ha hecho estas declaraciones aposta y el resto hemos entrado al trapo; le estamos haciendo propaganda gratuita. Considerar que un ministro no tiene cojones porque se ha emocionado y ha llorado en público debería ser la opinión de una persona que se descalifica a sí misma, pero miren el revuelo que se ha montado. Fíjense cómo han salido al paso hombres públicos o famosos confesando que ellos también lloran. Se han cerrado filas en torno a Moratinos, se han sacado las armas de la fratría. ¡Qué suerte! Tal y como explica Amelia Valcárcel, a las mujeres no nos han educado en la solidaridad con las mujeres, ni siquiera en nuestro idioma existe la palabra equivalente que se derive de hermana.
Las críticas dirigidas contra Pérez-Reverte están muy bien, pero, no van al fondo del problema.
El verdadero problema es un monstruo llamado patriarcado y lo que ha salido por la boca de Pérez- Reverte ha sido la manifestación verbal del código patriarcal.
Una sociedad patriarcal es aquélla que se basa en el principio inalterable de que el hombre es superior a la mujer. Esta creencia sustenta la desigualdad estructural entre mujeres y hombres. En las diferentes culturas, en mayor o menor medida, las mujeres como grupo social siguen sufriendo la discriminación en todos los ámbitos, ya sean públicos o doméstico-privados. Uno de los impedimentos para seguir avanzando en la igualdad real es la creencia de que los hombres tienen derecho a decidir sobre la vida de sus mujeres.
¿Tan difícil es entender que las diferencias existentes entre los sexos son debidas, sobre todo, a la educación y al estilo de vida? No, no es difícil entenderlo, pero asumirlo por parte de los hombres supone perder privilegios, compartir las tareas domésticas y el cuidado de las personas dependientes.
Mezclemos las siguientes características: varón, blanco, machista, occidental y con la convicción de la supremacía de su cultura sobre otras. Hasta ahí parecen suficientes elementos como para que, al agitarlos, salga un espécimen producto de la educación que hemos recibido. Si a eso se le añaden determinados problemas personales, el daño producido por la fama en una persona poco inteligente, el creerse superior al resto de las personas, etcétera, surge el hombrecillo llamado Arturo Pérez-Reverte.
Nos duele Pérez-Reverte porque no quiere ver la responsabilidad social que tiene. Y citaremos dos aspectos. El primero, sus columnas de opinión, concretamente cuando son utilizadas en centros educativos de Secundaria para aprender Lengua. No vamos a negarle que sepa poner las comas en su sitio, pero, en este caso, los aspectos técnicos carecen de importancia comparados con el efecto pernicioso de las ideas que transmite. Lo triste es que el profesorado no tenga formación en Coeducación para detectar que este tipo de escritos alimentan la desigualdad y la violencia en una etapa crucial de la formación del alumnado. El segundo, que, siendo miembro de la Real Academia de la Lengua Española, mantenga una posición contraria a buscar estrategias para que la utilización de la lengua no sea discriminatoria y sexista. Señor académico, le recomendamos que estudie. Comience por intentar entender que el lenguaje configura el pensamiento y créase aquello de que la lengua está viva. Estudie sociolingüística, estudie psicolingüística.
Estos días, al escuchar o leer los insultos hacia Pérez-Reverte, nos ha venido a la memoria que el padre de un amigo, cuando tenía muy mala opinión de una persona, nunca empleaba palabras malsonantes; en su lugar, decía: «Te lo regalo». Pues eso, a Arturo Pérez-Reverte ‘lo regalamos’.

LA PARTE BUENA DE LA CRISIS

Transparencia Internacional acaba de publicar su informe anual con el que elabora el mapa mundial de la corrupción.

En el caso de España, la crisis ha hecho que la corrupción política disminuya. Esto parece ser debido a la brutal caída del sector de la construcción, lo cual ha hecho que no solo se resienta el sector, sino también la corrupción política de los ayuntamientos.
A este respecto, España ocupa el puesto número 30 en «transparencia», sobre un total de 178 países.

– Podemos ver el mapa interactivo y la tabla en el siguiente link

Las tropas de EEUU mataron a 681 civiles iraquíes en los controles

Los documentos desvelados por Wikileaks revelan el extraordinario peligro que suponía para los iraquíes acercarse en un coche a un control o convoy militar norteamericanos

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE,  Corresponsal en Londres de Diario Público
Tropas de EEUU mataron a 681 civiles iraquíes en los controles.

Khalid Hassan tenía prisa por llegar en su coche al hospital de Samarra. Llevaba a su lado a su hermana, Nabiha Jassim, de 35 años, embarazada y a punto de dar a luz. Pero tuvo la mala suerte de encontrarse con un control militar, instalado momentos antes. Llegó por el carril prohibido. Es decir, es probable que intentara adelantar a la fila de vehículos para llegar antes a su destino.

Automáticamente se convirtió en una amenaza. Los soldados abrieron fuego y rociaron de balas el coche. El conductor resultó herido y tanto Nabiha como su primo, Saliha Hassan, de 57 años, murieron en el acto. El cadáver de Nabiha fue trasladado de urgencia a un hospital. Los médicos intentaron salvar al hijo no nacido, pero sólo pudieron certificar su muerte.

Es un caso más de los muchos que aparecen en los documentos desvelados por Wikileaks. Contra lo que opinan los que dicen que no aportan nada nuevo, los papeles han permitido poner una cifra a uno de los dramas ocasionados por la invasión de Irak: la muerte de centenares de civiles a manos de soldados norteamericanos que estaban cumpliendo las normas de seguridad impuestas por sus mandos.

La ONG Oficina de Periodismo de Investigación, que ha colaborado con Wikileaks en el estudio de los documentos, ha sumado todos esos incidentes utilizando como punto de partida los informes realizados por las propias unidades militares.

Según su recuento, 681 civiles murieron por disparos de las tropas al acercarse a controles y convoyes entre 2004 y 2009. Los informes identifican a otros 120 muertos como insurgentes. Sumados otros 31 policías o soldados iraquíes, la cifra de personas muertas en estas circunstancias se eleva a 832. Entre los fallecidos, hay 30 niños.

Las cifras indican un progresivo empeoramiento del problema. En 2004, sólo hubo 22 civiles muertos. El número se incrementó de forma espectacular al año siguiente. Muchos de los incidentes se produjeron de noche cuando los soldados mostraban luces que los vehículos civiles veían demasiado tarde o no sabían interpretar a la velocidad requerida por los soldados.

En octubre de 2005, un coche se acercó en la oscuridad a un control cerca de la ciudad de Ramadi. Los soldados dispararon una vez sobre el motor, pero el vehículo no paró. Acto seguido, dispararon 15 proyectiles. Murieron dos niños, y otro niño y una mujer fueron heridos.

Un incidente mucho más dramático se produjo el 14 de junio de 2005, cerca de la ciudad de Ramadi. Un coche no se percató de los “disparos de aviso”. Cuando estaba a 150 metros del control, los marines no esperaron más y dispararon al motor.

A unos 100 metros, aún circulaba a unos 70 kilómetros por hora, según el informe, y los marines dispararon al conductor hasta que el coche se detuvo.En su interior, los marines encontraron a once civiles, de los que siete, cinco adultos y dos niños, estaban muertos. “El alto número de civiles muertos se debe a que la familia había colocado a los niños en el suelo del vehículo. Se cree que los disparos para inutilizar el motor penetraron por la parte inferior del habitáculo”, intenta justificar un informe militar.

Por miedo a un atentado suicida, los soldados no corrían riesgos, lo que multiplicaba el peligro para los civiles. En noviembre de 2005, un coche que no se detuvo a tiempo recibió 12 disparos, supuestamente para dañar el motor.

Dos proyectiles penetraron en el coche y mataron a un niño de tres años. “La mujer con heridas en la cara y los ojos por fragmentos de cristal se negó a ser evacuada para poder enterrar al niño antes del amanecer”, dice el informe.

ACTOS ASESINOS DE EE.UU. EN IRAQ

El 12 de julio de 2007, militares norteamericanos a bordo de un helicóptero Apache dieron muerte a catorce civiles en Bagdad. El ejército de EE.UU. afirmó siempre que se trató de un tiroteo con rebeldes. La agencia de prensa británica Reuters buscó durante años los videos secretos del ejército estadounidense, hasta que el material fue ofrecido a la página web de denuncia WikiLeaks, por una fuente anónima.

En este fragmento de sonido, los soldados norteamericanos en el Apache piden permiso a sus superiores para disparar y lo obtienen. Los militares informan de un grupo de veinte personas, entre los que hay entre cinco y seis armados con ametralladoras rusas e incluso con un lanzamisiles. En realidad se trata de ciudadanos iraquíes, entre los que hay dos niños y dos periodistas iraquíes al servicio de Reuters.

Fuente:  WikiLeaks