Wikileaks, dedicado a España (2)

La Embajada de Estados Unidos en Madrid ha desplegado en los últimos años importantes recursos para frenar o boicotear las causas judiciales abiertas en España contra políticos y militares estadounidenses presuntamente involucrados en casos de torturas en Guantánamo, crímenes de guerra en Irak o secuestros en los vuelos de la CIA.

La legación diplomática estadounidense ha dejado constancia escrita de esa actividad en algunos de sus miles de documentos secretos, clasificados o reservados a los que ha tenido acceso Wikileaks. El propio embajador entre los años 2005 y 2009, Eduardo Aguirre, nombrado por la Administración Bush, ha dirigido personalmente muchas de las presiones ejercidas sobre el Gobierno español o las autoridades judiciales españolas, pero de los informes secretos se desprende que EE UU contó con el apoyo de importantes contactos en España. Entre estos destacan los del fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, y varios fiscales de la Audiencia Nacional, especialmente su jefe, Javier Zaragoza.

«Se me está acabando la paciencia ante los comentarios tan desleales del PSOE y sus aliados sobre EE UU», advirtió Aguirre el 21 de marzo de 2007 a Carles Casajuana, entonces el principal asesor diplomático en La Moncloa y hoy embajador en Londres. Ese miércoles, los dos cargos más importantes de la embajada contactaron con autoridades españolas para frenar las críticas a EE UU en el cuarto aniversario de la invasión de Irak, como se recoge en los informes «confidenciales» de la legación fechados el 21 y el 23 de marzo de 2007.

El día 20, coincidiendo con manifestaciones en la calle contra la guerra de Irak, todos los grupos parlamentarios, salvo el del PP, habían pactado una proposición no de ley para condenar esa guerra «unilateral y al margen de la ONU». Ese mismo día, el juez Baltasar Garzón había publicado en EL PAÍS un artículo en el que abogaba por una investigación judicial sobre esa guerra. «650.000 muertos son un argumento suficiente para que esa investigación se aborde sin más dilación», argumentaba el magistrado al apuntar una eventual causa contra Bush y Aznar. José Blanco, secretario de Organización del PSOE, se había sumado a la idea -«alguien tiene que pagar las consecuencias de esa decisión y de ese horror», declaró- y el segundo de Aguirre recibió la orden de transmitir al dirigente socialista un aviso «similar» del descontento estadounidense, como se especifica en el documento «confidencial» del día 21.

La preocupación de la embajada por aquel clima político se sumaba a la que tenía en esos meses por la marcha de dos procesos judiciales abiertos en la Audiencia Nacional y que afectaban a intereses de EE UU: la muerte del cámara gallego José Couso en Bagdad el 8 de abril de 2003 por disparos de un tanque estadounidense, con su correspondiente querella presentada el 29 de mayo de 2003; y el traslado ilegal a Guantánamo de supuestos terroristas en aviones que hicieron escala en España, un caso que llegó a la Audiencia el 12 de junio de 2006.

En ambos casos, los informes secretos muestran que la embajada contó con buena información sobre la marcha de las causas judiciales y con la colaboración de autoridades del Gobierno, así como del fiscal general del Estado y los fiscales Javier Zaragoza y Vicente González Mota. Para conseguirlo, el embajador y colaboradores suyos presionaron a ministros y responsables de Exteriores o Justicia, visitaron a altos cargos de la Audiencia Nacional en sus propios despachos, se reunieron con jueces y utilizaron las visitas de políticos estadounidenses a España para intentar que los procedimientos judiciales naufragaran.

Torturas en Guantánamo

Similares actuaciones se han producido tras la apertura en 2009, también en la Audiencia, de un tercer procedimiento judicial por torturas en Guantánamo . En este caso, además, EE UU ha puesto de relieve la preocupación de Washington por la posible aplicación en España de la «jurisdicción universal» a la hora de enjuiciar crímenes cometidos en otros países. Así se pone de relieve, por ejemplo, en el documento «secreto» redactado el 26 de junio del año pasado con motivo de la visita a Madrid de Janet Napolitano, fiscal general de EE UU, ya con Alan D. Solomont como nuevo embajador nombrado por la Administración Obama: «Un tema reciente e irritante en las relaciones bilaterales se refiere a los esfuerzos de algunos jueces que invocan la jurisdicción universal para procesar a ex altos cargos del Gobierno de EE UU por su presunta implicación en torturas en Guantánamo».

En los tres casos judiciales ha habido colaboración de fiscales españoles con la embajada, siempre según los informes de la legación. A veces han informado con celeridad a la embajada de que pedirían el archivo de las causas, como hizo el fiscal Zaragoza el 14 de mayo de 2007 para anunciar al consejero político que se había opuesto al procesamiento de tres militares estadounidenses acusados de la muerte de Couso dictado por el juez Santiago Pedraz dos semanas antes. La noticia de tal recurso no apareció publicada hasta el 19 de mayo en varios periódicos, que coincidieron en asegurar que tal apelación la había presentado el fiscal Jesús Alonso el día anterior.

Zaragoza se reunió en su propio despacho con dos altos cargos de la embajada el 14 de abril del año pasado (cable «confidencial» del 17 de abril de 2009) para explicarles las claves del caso de Guantánamo. La noticia de ese encuentro, que se produjo solo tres días después de conocerse la existencia de la demanda, fue publicada en EL PAÍS el 18 de abril de ese año bajo este titular: «El fiscal rechaza investigar Guantánamo tras hablar con EE UU». La fuente era la cadena de televisión Cuatro.

En enero de 2007, el fiscal Vicente González Mota (considerado «estrictamente protegido» en esta mención) informó con antelación al agregado jurídico de la embajada que no se opondría a la petición del juez Ismael Moreno de desclasificar documentos del CNI sobre vuelos de la CIA porque estaba convencido de que en los mismos no había nada «incriminatorio» (informe «confidencial» del 1 de febrero de 2007).

Acertó González Mota, entre otras cosas porque esos documentos llegaron a la Audiencia unas semanas después llenos de tachaduras. Ese comentario atribuido al fiscal se produjo una semana antes de que el Consejo de Ministros acordara desclasificar los informes del CNI que fueron enviados a la Audiencia. Esa decisión del Gobierno se produjo el 9 de febrero de 2007.

Entorpecer actuaciones judiciales

En otros momentos, y siempre de acuerdo con las versiones recogidas en los informes de la embajada, los fiscales explican a diplomáticos estadounidenses cómo actuar para entorpecer actuaciones de los jueces. El 14 de abril del año pasado, el fiscal Zaragoza telefoneó a la embajada para contar que él haría todo lo posible para que el caso de Guantánamo no cayera en manos de Garzón, y sí del juez Ismael Moreno. Zaragoza contó que, si Garzón se empeñaba en quedarse con el caso, él mismo airearía que ese juez optó por no investigar nada al respecto cuando tuvo datos para hacerlo años antes (informe «no clasificado, solo de uso oficial» del 5 de mayo de 2009). La amenaza de Zaragoza quedó reflejada en EL PAÍS el 30 de abril de 2009, el día siguiente a la decisión de Garzón de abrir su propio caso sobre Guantánamo, en una información que concluía: «Fuentes de la Audiencia criticaron ayer la decisión de Garzón por considerar que en los últimos cinco años no investigó las torturas» que le había denunciado un preso de Guantánamo en 2004.

«No es fácil imaginar a este enamorado de la propaganda que es Garzón desconectado de la máquina de hacer titulares de prensa a menos que se le obligue a hacerlo», agregaba el diplomático americano autor de ese documento.

En un cuerpo tan jerarquizado como el del ministerio fiscal, Zaragoza estaba en línea con su máximo jefe, Cándido Conde-Pumpido. En un informe «confidencial» de la embajada fechado el 26 de enero de 2007, se cuenta que el embajador Aguirre y su adjunto se habían entrevistado el día anterior con el fiscal general «para pasar revista a las preocupaciones del Gobierno de EE UU sobre la deriva del caso Couso y para averiguar cómo planea reaccionar el Gobierno español ante las novedades judiciales de la causa». El documento añadía que Conde-Pumpido («estrictamente protegido» en esta cita) les dijo que el Gobierno no podía hacer nada, pero que los fiscales «seguirían oponiéndose» a las órdenes de detención contra los tres militares estadounidenses implicados en la causa. La orden de detención había sido dictada tres días antes por el juez Santiago Pedraz.

Medio año después, el 18 de julio, Conde-Pumpido dijo al embajador Aguirre que él deseaba el archivo del caso Couso (documento «confidencial» del 19 de julio de 2007) y añadía: «En cuanto a los vuelos de la CIA, [el fiscal general] dijo que el caso continúa a su ritmo, pero que no cree que aporte ninguna sorpresa». El año pasado, y con respecto a la causa sobre Guantánamo, Conde-Pumpido declaró públicamente el 16 de abril que él no apoyaría la causa abierta por las torturas en esa base americana.

En febrero de 2007, la propia embajada hace el siguiente balance sobre los peligros que ve para el caso de los vuelos de la CIA: «Estamos menos preocupados por la importancia inmediata que tenga cualquier información desclasificada por el CNI o Defensa que por la aparente coordinación existente entre el juez Moreno (el instructor) y los fiscales alemanes del caso El-Masri (el alemán de origen libanés secuestrado por la CIA y que presuntamente pasó por el aeropuerto de Palma)». «Esta coordinación entre fiscales independientes complicará nuestros esfuerzos para que este asunto se gestione discretamente de Gobierno a Gobierno» (informe «confidencial» del 1 de febrero de 2007).

«Buenas relaciones»

Conde-Pumpido explicó ayer así a EL PAÍS sus relaciones con el embajador Aguirre: «La Fiscalía General del Estado siempre ha mantenido una buena relación con la Embajada de EE UU. Desde hace años tenemos un equipo conjunto con la fiscalía de EE UU que se reúne una vez cada seis meses para intercambiar información. Dentro de ese esquema de colaboración, y en ese contexto, a veces se han interesado por alguna información y nosotros se la hemos dado. Esa información siempre ha correspondido a la posición jurídica de la Fiscalía que ya figuraba en el procedimiento, era pública y se había expresado por escrito. Siempre fue a petición suya y se la ofrecimos como una información más y en ningún caso como una información reservada pues era la posición jurídica de la Fiscalía, que en el caso Couso consistía en que entendíamos que no había base para seguir adelante con el procedimiento. Así se lo trasladé. También le trasladé la necesidad de que el Gobierno de EE UU respondiera a las peticiones de información del juez porque, de lo contrario, le advertí que la respuesta del juez podría ser negativa para los intereses que ellos defendían. El embajador Aguirre me dijo que transmitiría ese mensaje».

La embajada también mantiene contactos con jueces españoles, aunque en los informes secretos figuran escasas referencias. Se recoge, por ejemplo, un encuentro en Madrid del director del FBI, Robert Mueller, con el juez instructor del 11-M, Juan del Olmo, el 9 de mayo de 2005. «Del Olmo», señala el informe «confidencial» fechado tres días después, «puede participar en el futuro en importantes investigaciones sobre terrorismo, lo que hace de él un importante contacto que merece la pena cultivar». De hecho, le preparan una visita a EE UU.

Los documentos también reflejan un encuentro del embajador Aguirre con Garzón el 14 de diciembre de 2007. El informe «confidencial» al respecto, redactado el 21 de diciembre de ese año, está encabezado con esta frase: «Encuentro del embajador con el famoso y controvertido juez Baltasar Garzón». Garzón aconsejó al embajador en esa entrevista, según el documento, que contactara también con otros jueces de la Audiencia como Santiago Pedraz, Ismael Moreno, Fernando Grande-Marlaska, Fernando Andreu y Juan Del Olmo.

El consejero jurídico, señala ese mismo informe, «ha intentado profundizar en las relaciones con los seis magistrados de la Audiencia con diferente grado de éxito». La nota incluye estos comentarios sobre Garzón: «Es una figura controvertida cuya ambición y afán de notoriedad no tiene rival». «No nos hacemos ilusiones sobre el tipo con el que estamos tratando», añade.

Un asunto muy grave

Las conexiones de la embajada con los fiscales de la Audiencia para tratar asuntos sensibles para EE UU han ido en paralelo a las mantenidas con el Gobierno de Rodríguez Zapatero. La ex vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, el ex secretario de Estado de Justicia Julio Pérez Hernández y los altos cargos de Exteriores Ángel Losada, ex secretario de Estado; Agustín Santos, ex jefe de Gabinete de Moratinos; o los directores generales Luis Felipe Fernández de la Peña o José Pons han sido algunos de los interlocutores del embajador y de sus colaboradores.

El primer colaborador de Aguirre, por ejemplo, llamó el 31 de marzo y el 1 de abril de 2009 a Agustín Santos y a Aurora Mejía, directora de Cooperación Judicial Internacional del Ministerio de Justicia, para trasladarles la opinión de EE UU sobre la apertura en la Audiencia del caso de torturas en Guantánamo. «El adjunto al embajador les puso de relieve que el asunto era muy grave para el Gobierno de EE UU y les pidió que tuvieran informada a la embajada de cualquier novedad» (informe «confidencial» del 17 de abril de 2009).

Dentro de la misma estrategia, el Gobierno de EE UU utiliza las visitas oficiales de personalidades del país para influir en los procesos judiciales abiertos en la Audiencia. Los senadores estadounidenses Judd Gregg y Mel Martínez llegaron a España, por separado, solo dos semanas después de abrirse la causa de Guantánamo. Ambos fueron explícitos en sus protestas en los encuentros que mantuvieron en Exteriores. Martínez espetó el día 15 de abril de 2009 al entonces secretario de Estado Ángel Lossada que esa investigación judicial «no sería entendida ni aceptada en EE UU y que tendría un enorme impacto en las relaciones bilaterales» (informe «confidencial» del 17 de abril de 2009).

Losada respondió al senador que «el Gobierno español comunicaría a Conde-Pumpido que la postura oficial de la Administración era que el Gobierno no estaba de acuerdo con la Audiencia» en la causa por torturas en Guantánamo. Dos días después de esa entrevista, el fiscal general declaró públicamente que la causa abierta era «fraudulenta».

Un mes más tarde, y en un documento «confidencial» fechado el 14 de mayo, se informó de que el fiscal de la Audiencia había recurrido la acusación de «crímenes contra la comunidad internacional» contra tres militares estadounidenses por el caso Couso y añadía: «El adjunto al director general de Política de Defensa comunicó la semana anterior a la embajada que su ministerio apoya totalmente la posición oficial norteamericana».

Visita Condoleezza Rice

En la primavera de 2007, y dentro de los preparativos para la visita a España de Condoleezza Rice, la legación diplomática le envió con antelación un documento fechado el 25 de mayo de ese año en el que advertía a la entonces secretaria de Estado: en el encuentro que tendrá el 1 de junio con Moratinos, «usted debería destacar la constante preocupación del Gobierno de EE UU sobre la causa abierta contra tres militares acusados de crímenes de guerra por la muerte del cámara español José Couso en el Hotel Palestina en 2003 [Rice y Aguirre negaron en público haber tratado el problema en sus entrevistas con Moratinos o Zapatero]. Queremos una continua vigilancia y cooperación por parte del Gobierno español hasta que el caso sea archivado».

El documento destacaba que el Gobierno español estaba ayudando en el caso Couso. El 30 de abril, Aguirre se vio con la vicepresidenta Fernández de la Vega, quien, tras destacar la independencia de los jueces, «le aseguró al embajador que ella estaba muy implicada en el seguimiento del caso, al que prestaban atención los más altos cargos del Gobierno español» (informe «confidencial» del 14 de mayo de 2007). De la Vega señaló al embajador que «una de las opciones que se estaba sopesando era la de presentar un recurso» (informe «no clasificado» fechado el 11 de mayo de 2007).

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero prometió el 7 de febrero de 2007 en una sesión de control en el Congreso que el Gobierno facilitaría a la Audiencia «toda la información» sobre los vuelos de la CIA y que el Ejecutivo tenía «la mayor voluntad y disponibilidad de colaboración con la justicia». Fue dos días después cuando el Consejo de Ministros decidió desclasificar los documentos del espionaje español sobre el caso. El CNI, dependiente de Defensa, remitió media docena de documentos. No solo estaban llenos de tachaduras -se habían borrado hasta los nombres de hoteles de Palma donde se hospedaban los americanos de paso hacia Guantánamo-, sino que se limitaban a analizar viejas informaciones de prensa sobre el tema. En un documento se precisa que no hay dato alguno «que suponga vinculación directa de los aviones con organismos oficiales de EE UU». O sea, que el CNI descartaba a la CIA.

Tras la protesta del embajador Aguirre a La Moncloa a través del embajador Casajuana, este le devolvió la llamada la noche de aquel 21 de marzo de 2007 para transmitirle el contenido de su conversación con Zapatero. «Dijo que Zapatero entiende las preocupaciones del Gobierno de EE UU y que intentará aportar moderación a los dirigentes del PSOE. Zapatero agregó que apreciaba los esfuerzos del Gobierno de EE UU para permanecer al margen del debate político y que trabajará para que EE UU siga fuera de ese debate. En definitiva, el mensaje es que Zapatero no echará leña al fuego» (informe «confidencial» del 23 de marzo de 2007).

Fuente: El País

Wikileaks, dedicado a España

«La mala gestión del 11-M hundió a Aznar»

La llegada al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero supuso un contratiempo para la Administración Bush. Y de hecho, las relaciones con España decayeron de manera considerable después de que el hoy presidente, informara a Washington de que iba a retirar las tropas de Irak.

Los documentos revelan que esta decisión enfrió las relaciones entre ambos países hasta el punto de que Bush no se puso al teléfono cuando Zapatero le llamó para felicitarle por su segunda victoria electoral.

En ellos se comprueba cómo los diplomáticos estadounidenses hicieron responsable a Aznar y su mala gestión de los atentados del 11-S de la llegada de Zapatero.

Palo y zanahoria

Tras la victoria de éste en las elecciones de 2004, Washington se apresuró a informarse sobre quién era el nuevo mandatario. En los cables diplomáticos se habla de Zapatero como una persona con ideas propias de una izquierda «trasnochada y romántica», según el diario.

Asimismo, se califica al presidente del Gobierno español como un político cortoplacista y que supedita los intereses comunes al cálculo electoral. También se le considera un problema para algunos de los intereses de la política exterior de EEUU.

Los documentos reflejan también las presiones y amenazas ejercidas por EEUU sobre personas con poder de decisión en España acerca de temas conflictivos, como la retirada de las tropas de Irak o los vínculos con Cuba y Venezuela.

La recuperación de la confianza fue lenta, a pesar del interés de España por recomponer las relaciones, pero sin que Washington «olvidara sus objetivos ni la política del palo y la zanahoria».

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Los 3.620 documentos de la Embajada de Estados Unidos en Madrid analizados por este periódico (103 secretos, 898 confidenciales y 2.619 sin clasificar) ofrecen una visión única del tablero de prioridades, estrategias, conflictos y presiones ocultas de Washington en España desde 2004 hasta este mismo año, un periodo que corresponde casi en su totalidad al Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Los cables iluminan los momentos más agitados y desconocidos de la relación entre la superpotencia y un aliado de tamaño medio con el que no existe riesgo de ruptura, aunque sí zonas de fricción. Son esas áreas de desacuerdo, repletas de sombras, como la retirada de las tropas de Irak, la crisis de Kosovo, los vínculos con Cuba o Venezuela, las relaciones comerciales con países sospechosos de terrorismo o determinados asuntos bajo investigación judicial, donde los papeles secretos y confidenciales permiten acercar el ojo a la cerradura y descubrir por primera vez las maniobras entre bastidores («behind the scenes» es una de las expresiones más repetidas) de la poderosa legación. Esta operativa, siempre discreta y plasmada en una literatura de línea clara, incluye llamadas, reuniones, avisos, presiones y amenazas que tienen como destinatario a personajes con poder de decisión o información privilegiada.

En esta agenda figuran el Rey (mencionado en 145 cables, incluidos los de otras embajadas), José Luis Rodríguez Zapatero (111), Mariano Rajoy (129), Felipe González (76), José María Aznar (53), ministros, jueces, fiscales, empresarios y representantes de las más altas instituciones del Estado. Todos esos contactos de primer nivel quedan recogidos en detallados informes enviados para su análisis a la maquinaria de Washington (el año cumbre es 2007, con 928 cables, un 80% más que la media anual) y que reproducen conversaciones que los interlocutores españoles no esperaban ver difundidas y cuyo contenido les deja en zonas éticamente fronterizas o comprometidas ante la opinión pública. Así ocurre en los cables sobre los casos judiciales que afectan a intereses estadounidenses. En otros episodios, de índole política y empresarial, se repite el esquema, con el consiguiente deterioro para el interlocutor, muchas veces situado en la cúspide del poder. En este punto no hay que olvidar el sesgo de los informes que, lejos de cualquier neutralidad, valoran los hechos siempre en función de los intereses de la Embajada, un observador que no es independiente ni aséptico, sino un gestor puro de las directrices del Departamento de Estado.

Objeto primordial del trabajo de la Embajada es el Gobierno socialista. Los tres embajadores de los últimos seis años (el multimillonario George L. Argyros, el cubanoamericano Eduardo Aguirre y, ya con la Administración de Obama, el filántropo Alan D. Solomont) retratan en sus múltiples escritos secretos enviados a Washington, a menudo con copia a la CIA, los vaivenes de la relación con Zapatero y su equipo. El dibujo saca a la luz los entresijos de la alta política española y facilita una radiografía inédita de los intereses americanos en España, a veces muy distantes de los nacionales. Temas incandescentes en la Península como ETA se consideran asuntos domésticos y en su curso habitual apenas suscitan una curiosidad burocrática en el Departamento de Estado, excepto cuando se abre la tregua y el tema adquiere un significado político de primer orden, capaz, a su juicio, de derribar al Gobierno.

Ya desde los albores advirtieron problemas con el área latinoamericana, pero ante todo con una posible retirada de las tropas de Irak, que en poco tiempo se confirmó. Esta decisión enfrió las relaciones hasta el punto de que Bush ni siquiera atendió la llamada de felicitación que le hizo Zapatero por su segunda victoria electoral. Desde ese punto cero, los papeles de la Embajada muestran cómo la recuperación de la confianza avanzó lentamente, con una España volcada en recomponer las relaciones, pero sin que Washington, sabedora del deseo español de ganar el terreno perdido, olvidara sus objetivos centrales ni su política del palo y la zanahoria.

En un informe elaborado por el embajador Eduardo Aguirre y enviado a la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se afirma que «Zapatero juega mirando a una base electoral izquierdista y pacifista, y usa la política exterior para ganar puntos en la política española, más que para atender las prioridades básicas de la política exterior u objetivos estratégicos más amplios (…) Esto ha derivado en una relación bilateral errática y en zigzag».

Esta desigual correlación de fuerzas se refleja en el trato que dispensan los informes a los políticos españoles. Ninguno despierta entusiasmo, excepto el Rey (de quien hasta se dan consejos sobre cómo resultarle simpático) y quizá el estamento militar. Mucho más distante es la descripción del presidente del Gobierno. Ya desde el inicio de su mandato se le considera un problema para algunas líneas maestras de la política exterior estadounidense, y se le define como un político cortoplacista que supedita los intereses comunes al cálculo electoral.

Otro tanto ocurre con sus ministros. En los papeles se les ve recibir todo tipo de admoniciones del embajador estadounidense de turno, sobre todo en la época de Aguirre.

Las respuestas a estas presiones abarcan un amplio espectro, muchas son conciliadoras, otras conniventes y algunas rotundamente negativas. Ocurre, por ejemplo, con un secretario de Estado, sondeado confidencialmente para lograr la extradición acelerada de un traficante de armas y que, sin perder el tono, recuerda al representante de la nación más poderosa del planeta que jamás pondrá al personaje en cuestión «a las tres de la madrugada en un avión» rumbo a Estados Unidos, porque en España los procesos se cumplen con garantías y transparencia.

Es una escena más dentro de los cientos de maniobras ocultas (y muchas veces no tan tranquilizadoras) que descubren los papeles de la Embajada de Madrid. En ocasiones son reuniones aparentemente distendidas, otras presiones directas y duras, y otras informes demoledores sobre altas personalidades del Estado. Lo esperable en un mundo presidido por la confidencialidad y el secreto. Solo que esta vez todo queda al descubierto.

Fuentes: EL PAIS y PÚBLICO

WIKILEAKS (por entregas)

Al descubierto los secretos de la política exterior de EE UU

Putin, autoritario y machista.- Las fiestas salvajes de Berlusconi.- Estrecho seguimiento de Sarkozy.- Los movimientos para bloquear a Irán.- El juego en torno a China.- Los esfuerzos para aislar a Chávez

A partir de hoy y en un gran número de periódicos de europa y EE. UU. se revelan los contenidos de la mayor filtración de documentos secretos a la que jamás se haya tenido acceso en toda la historia. Se trata de una colección de más de 250.000 mensajes internos del Departamento de Estado de Estados Unidos, obtenidos por la página digital Wikileaks, en los que se descubren episodios inéditos ocurridos en los puntos más conflictivos del mundo, así como otros muchos sucesos y datos de gran relevancia que desnudan por completo la política exterior norteamericana, sacan a la luz sus mecanismos y sus fuentes, dejan en evidencia sus debilidades y obsesiones, y en conjunto facilitan la comprensión por parte de los ciudadanos de las circunstancias en las que se desarrolla el lado oscuro de las relaciones internacionales.

Estos documentos recogen comentarios e informes elaborados por funcionarios estadounidenses, con un lenguaje muy franco, sobre personalidades de todo mundo, desvelan los contenidos de entrevistas del más alto nivel, descubren desconocidas actividades de espionaje y exponen con detalle las opiniones vertidas y datos aportados por diferentes fuentes en conversaciones con embajadores norteamericanos o personal diplomático de esa nación en numerosos países, incluido España.

Queda en evidencia, por ejemplo, la sospecha norteamericana de que la política rusa está en manos de Vladimir Putin, a quien se juzga como un político de corte autoritario cuyo estilo personal machista le permite conectar perfectamente con Silvio Berlusconi. Del primer ministro italiano se detallan sus «fiestas salvajes» y se expone la desconfianza profunda que despierta en Washington. Tampoco muestra la diplomacia estadounidense un gran aprecio por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, a quien se sigue con gran meticulosidad acerca de cualquier movimiento para obstaculizar la política exterior de Estados Unidos.

Los cables prueban la intensa actividad de ese país para bloquear a Irán, el enorme juego que se desarrolla en torno a China, cuyo predominio en Asia se da casi por aceptado, o los esfuerzos por cortejar a países de América Latina para aislar al venezolano Hugo Chávez.

En ocasiones, las expresiones usadas en estos documentos son de tal naturaleza que pueden dinamitar las relaciones de Estados Unidos con algunos de sus principales aliados; en otras, pueden ponerse en riesgo algunos proyectos importantes de su política exterior, como el acercamiento a Rusia o el apoyo de ciertos Gobiernos árabes.

El alcance de estas revelaciones es de tal calibre que, seguramente, se podrá hablar de un antes y un después en lo que respecta a los hábitos diplomáticos. Esta filtración puede acabar con una era de la política exterior: los métodos tradicionales de comunicación y las prácticas empleadas para la consecución de información quedan en entredicho a partir de ahora.

Todos los servicios diplomáticos del mundo, y especialmente de Estados Unidos, donde esta filtración se suma a otras anteriores de menor trascendencia con papeles relativos a Irak y Afganistán, tendrán que replantearse desde este momento su modo de operar y, probablemente, modificar profundamente sus prácticas.

Intensas gestiones

Tratando de anticiparse a ese perjuicio, la Administración de Estados Unidos lleva varios días, desde que supo la existencia de esta fuga de documentos, realizando intensas gestiones ante el Congreso norteamericano y los Gobiernos de gran parte de las naciones ante los que tiene representación diplomática para informarles sobre el previsible contenido de las filtraciones y sus posibles consecuencias. El Departamento de Estado envió a principio de esta semana un informe a los principales comités de la Cámara de Representantes y del Senado previniéndoles sobre la situación.

La propia secretaria de Estado, Hillary Clinton, ha telefoneado en las últimas horas a los Gobiernos de los países más importante afectados por esta fuga de información, entre otros los de China, Alemania, Francia y Arabia Saudí, para alertarles de lo sucedido y ofrecer algunas justificaciones.

En Reino Unido, Israel, Italia, Australia y Canadá, entre otros socios de Estados Unidos, portavoces de sus respectivos ministerios de Relaciones Exteriores confirmaron que habían recibido información de parte de los embajadores norteamericanos, aunque no revelaron detalles sobre los datos precisos que habían sido puestos en su conocimiento. No ha habido, sin embargo, comunicación directa entre la Embajada en Madrid y el Gobierno español acerca de este asunto.

El portavoz del Departamento de Estado, P. J. Crowley, ha reconocido que no conoce con exactitud las informaciones que aparecerán en los papeles filtrados, aunque ha adelantado que «estas revelaciones son dañinas para los intereses de Estados Unidos». «Van a crear tensiones entre nuestros diplomáticos y nuestros amigos alrededor del mundo», declaró este fin de semana.

El Departamento de Estado, que ha negociado con uno de los periódicos que hoy publican los cables algunos contenidos particularmente lesivos para sus intereses o peligrosos para ciertas personas, está especialmente preocupado por el daño que esto puede causar en la guerra contra Al Qaeda en algunas regiones en la que la libran de forma encubierta, como Yemen o Pakistán, así como los efectos que puede tener para las difíciles relaciones con otras potencias, como Rusia y China.

Los dos últimos años

Los documentos -251.287 mensajes que cubren un periodo hasta febrero de 2010 y, en su mayor parte, afectan a los dos últimos años- fueron facilitados por WikiLeaks hace varias semanas a El País, a The Guardian, de Reino Unido; The New York Times, de Estados Unidos; Le Monde, de Francia, y al semanario Der Spiegel, de Alemania. Estos medios han trabajado por separado en la valoración y selección del material, y pondrán a disposición de sus lectores aquellas historias que cada uno considere de mayor interés; en algunos casos serán coincidentes, en otros no.

Ese proceso se ha llevado a cabo bajo una exigente condición de no poner en peligro en ningún momento fuentes protegidas de antemano o personas cuya vida podría verse amenazada al desvelarse su identidad. Al mismo tiempo, todos los medios han hecho un esfuerzo supremo por evitar la revelación de episodios que pudieran suponer un riesgo para la seguridad de cualquier país, particularmente de Estados Unidos, el más expuesto por estas revelaciones. Por esa razón, algunos de los documentos que serán puestos a disposición de nuestros lectores a partir de hoy aparecerán parcialmente mutilados.

El Pais dice que no ha estado en el origen de la filtración y, que por tanto, desconoce los criterios con los que se ha llevado a cabo la selección del paquete que finalmente ha llegado a manos del diario. Resulta evidente que los papeles analizados no son todos los emitidos en el mundo por el Departamento de Estado en el periodo de tiempo comprendido, pero se ignora si esos son todos a los que ha tenido acceso WikiLeaks.

Pese a eso, el lector comprobará el valor que en sí mismo encierra el conjunto de documentos facilitados, al margen de que puedan existir otros muchos que aún se desconocen. Se trata de un material que aporta novedades relevantes sobre el manejo de asuntos de gran repercusión mundial, como el programa nuclear de Irán, las tensiones en Oriente Próximo, las guerras de Irak y Afganistán y otros conflictos en Asia y África.

Terrorismo y radicalismo islámico

También se recogen los movimientos entre Estados Unidos y sus aliados para hacer frente al terrorismo y al radicalismo islámico, así como detalles reveladores sobre episodios de tanta trascendencia como el boicot de China a la empresa Google o los negocios conjuntos de Putin y Berlusconi en el sector del petróleo. De especial interés son las pruebas que se aportan sobre el alcance de la corrupción a escala planetaria y las permanentes presiones que se ejercen sobre los diferentes Gobiernos, desde Brasil a Turquía, para favorecer los intereses comerciales o militares de Estados Unidos.

Entre los primeros documentos que hoy se hacen públicos, se descubre el pánico que los planes armamentísticos de Irán, incluido su programa nuclear, despiertan entre los países árabes, hasta el punto de que alguno de sus gobernantes llega a sugerir que es preferible una guerra convencional hoy que un Irán nuclear mañana. Se aprecia la enorme preocupación con la que Estados Unidos observa la evolución de los acontecimientos en Turquía y la estrecha vigilancia a la que se mantiene al primer ministro, Erdogan.

Y, sobre todo, esta primera entrega revela las instrucciones que el Departamento de Estado ha cursado a sus diplomáticos en Naciones Unidas y en algunos países para desarrollar una verdadera labor de espionaje sobre el secretario general de la ONU, sus principales oficinas y sus más delicadas misiones.

Los lectores descubrirán al acceder a las sucesivas crónicas detalles insospechados sobre la personalidad de algunos destacados dirigentes y comprobarán el papel que desempeñan las más íntimas facetas humanas en las relaciones políticas. Eso resulta particularmente evidente en América Latina, donde se dan a conocer juicios de diplomáticos norteamericanos y de muchos de sus interlocutores sobre el carácter, las aficiones y los pecados de las figuras más controvertidas.

Mañana El País ofrecerá detalles, por ejemplo, sobre las sospechas que la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, despierta en Washington, hasta el punto de que la Secretaría de Estado llega a solicitar información sobre su estado de salud mental. El mismo día se darán a conocer algunas de las gestiones que la diplomacia norteamericana ha realizado para repatriar a los presos de Guantánamo, así como la intensa actividad en Asia para frenar el peligro que representa Corea del Norte.

Cables controvertidos

Entre los cables con los que ha trabajado este periódic o se encuentran informes extraordinariamente controvertidos, como los mensajes del embajador norteamericano en Trípoli en los que cuenta que el líder libio, Muamar el Gadafi, usa botox y es un verdadero hipocondríaco que hace filmar todos sus exámenes médicos para analizarlos posteriormente con sus doctores, y relatos con meticulosas descripciones del paisaje local, como el que hace un diplomático estadounidense invitado a una boda en Daguestán que sirve para ilustrar el grado de corrupción en la zona.

Hay cables de gran valor histórico, como el que revela la apuesta de la diplomacia norteamericana por el derrocamiento del general panameño Manuel Antonio Noriega o el que detalla ciertos movimientos de Estados Unidos durante el golpe de Estado que destituyó a Manuel Zelaya en Honduras, y cables de enorme interés sobre acontecimientos actuales, como el que precisa la presión ejercida sobre el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, para que contenga los abusos de sus allegados y facilite la gobernabilidad del país.

En lo que respecta a España, estos documentos registran el enorme acceso de la Embajada de Estados Unidos a personalidades destacadas del ámbito político y judicial, y su influencia en algunos acontecimientos que han marcado la actualidad de los últimos años. También se descubre el punto de vista que funcionarios estadounidenses tienen de la clase política española, así como el que algunos políticos expresan sobre sus compañeros y adversarios.

En determinados casos, estas revelaciones tienen el estrictamente el valor que tiene la opinión de una persona de posición influyente. En otros casos, se trata de relatos que aportan pistas sobre acontecimientos importantes pero que son narrados por una sola fuente: el servicio diplomático de Estados Unidos.

Un sistema de Internet del Ejército

Se extendió a partir del 11 se Sept. de 2001 el uso de un sistema cerrado de Internet del Ejército norteamericano denominado SIPRNET, un acrónimo de Secret Internet Protocol Router Network. Todos los cables que se incluyen en esta filtración fueron enviados por ese medio, como se comprueba por la etiqueta que cada uno de ellos lleva en su cabecera, la palabra SIPDIS, que son las siglas para Secret Internet Protocol Distribution.

Al menos 180 embajadas norteamericanas alrededor del mundo utilizan actualmente ese sistema de comunicación, según informes elaborados por el Congreso norteamericano. Aunque se exigen fuertes medidas de seguridad para el uso de ese sistema, como la de mantenerlo abierto únicamente cuando el usuario está frente a la pantalla, la exigencia de cambiar la clave cada cinco meses o la prohibición de utilizar cualquier clase de CD u otro método de copia de contenidos, el número de personas que ahora acceden a la información ha crecido considerablemente.

A ese crecimiento ha ayudado también la necesidad de ampliar el número de personas trabajando en cuestiones de seguridad y, como consecuencia, la del número de personas a la que se da acceso a documentos clasificados. El Departamento de Estado clasifica sus informes en una escala que va del Top Secret al Confidential. En los documentos facilitados no hay ninguno clasificado como Top Secret, aunque sí más de 15.000 situados en la escala inferior, Secret.

Según se puede deducir de datos elaborados por la Oficina de Control del Gobierno, perteneciente al Congreso norteamericano, y otros expuestos recientemente por medios de comunicación de ese país, más de tres millones de estadounidenses están autorizados al acceso a ese material Secret. Eso incluye decenas de miles de empleados del Departamento de Estado, funcionarios de la CIA, del FBI, de la DEA, de los servicios de inteligencia de las fuerzas armadas y de otros departamentos implicados en la búsqueda de información. En Estados Unidos funcionan 16 agencias con responsabilidades de espionaje.

Será muy costoso, por tanto, para ese país reparar el daño causado por esta filtración, y llevará años poner en pie un nuevo sistema de comunicación con plenas garantías. Lo más importante, sin embargo, es el valor informativo que esos documentos tienen actualmente. Estamos ante una serie de relatos, sin precedentes en el periodismo, que servirán para una mejor comprensión de algunos conflictos y de personalidades que afectan determinantemente a nuestra vida y que pueden abrir a nuestros lectores a una nueva interpretación de la realidad que les rodea.

Fuente EL PAIS

La Contaminación Informativa

Adolfo Pérez Esquivel* en «Grano de Arena», boletín informativo de ATTAC (Asociación por una Tasa a las Transacciones especulativas para Ayuda al Ciudadano)

La vida de los pueblos está sometida a los impactos ambientales, a la contaminación auditiva y visual de la palabra y las ideas, es imponer el monocultivo de las mentes. Los avances tecnológicos se utilizan muchas veces, para el control de los medios de comunicación y así condicionar y manipular a los pueblos. Ningún medio informativo es aséptico, pero deben basarse en la ética y valores al servicio de los pueblos y no servirse de los mismos.

Una de las grandes conquistas de las luchas sociales fue la libertad de prensa, el derecho de informar y ser informado, pero los grandes monopolios económicos, ideológicos y políticos que controlan los medios de información han matado la libertad de prensa y quieren confundirla y reducirla a la libertad de empresa y no son sinónimos.

La contaminación de la palabra y la propaganda mediática han llegado a tal extremo que no permite ver con claridad donde está la veracidad informativa. La ética y búsqueda de la verdad están ausentes y prevalece la distorsión de la realidad. La CNN es el ejemplo de esa contaminación que sufren los pueblos. Su accionar en Irak es y fue para justificar la guerra, y difundir que ese país poseía armas de destrucción masiva. Algo semejante están armando actualmente contra Irán y otros países; y por otra parte ocultan las masacres y asesinatos de niños y población en Irak y Afganistán, donde los que dicen defender la “democracia”, se dedican al saqueo del patrimonio del pueblo iraquí, e implantan centros de torturas llevando a esa región destrucción y muerte. Se los acusa de “terrorismo islámico”, cuando los verdaderos terroristas son los torturadores y asesinos que invadieron esos países, violando los derechos humanos y derechos de los pueblos y todas las convenciones internacionales.

Los grandes monopolios informativos de Europa, EEUU y América Latina están en una fuerte campaña internacional para atacar y desprestigiar a gobiernos como el de Hugo Chávez, en Venezuela, acusándolo de tirano y de todos los males; ignorando en sus olvidos intencionados, que Chávez es de los pocos presidentes que se presenta a elecciones y el pueblo lo re-elige, por sus políticas sociales y trabajo en bien de los sectores más postergados.

Otro blanco mediático de esa campaña de desprestigio es el presidente Evo Morales, de Bolivia, quien debe soportar la campaña y acción de los medios concentrados de comunicación, contra un gobierno que ha buscado la integración y vida de los pueblos en un país pluricultural y nacional y ha tocado a los intereses económicos y políticos que siempre dominaron en Bolivia.

Las campañas mediáticas de los grandes monopolios informativos están dirigidas a la contaminación mental que debilite a los gobiernos progresistas. A través del tiempo vemos que lo mismo ocurre con Fidel Castro y el gobierno cubano; 50 años de resistencia y asombro en el mundo sobre los avances y capacidad de su pueblo, sus programas de salud, educación y lucha contra el analfabetismo y la pobreza.

Lo evidente es que Cuba es un pueblo solidario con otros pueblos más necesitados y los hechos hablan por si mismos. Desde hace mucho tiempo, antes del terremoto que asoló a Haití, Cuba envió médicos, educadores, técnicos para apoyar y trabajar solidariamente junto al pueblo haitiano, víctima de la pobreza, marginalidad, violencia social y estructural y de los desastres naturales.

Estados Unidos, como respuesta a las necesidades del pueblo haitiano, envió 20 mil soldados para controlar y someter al pueblo. Pero de esto no se habla, la intencionalidad de las campañas periodísticas es estar al servicio de los intereses económicos y políticos de los poderosos para someter a los pueblos.

Muchas acciones solidarias y hechos positivos son ocultados por los medios informativos. La presidenta Cristina Fernández Kirchner en su viaje a Europa, señaló, la crisis vivida por esos países y sugirió no aceptar la receta del FMI y del BM, advirtiéndoles las graves consecuencias sobre la vida del pueblo argentino y la crisis financiera.

La soberbia de los grandes medios de comunicación europeos se refirieron en forma despectiva y hablan de “esa señora que nos quiere enseñar que debemos hacer”. Sería bueno y saludable que presten atención a los consejos de la presidenta quien solidariamente les ha tendido la mano.

He hecho público y sostengo que la Ley de Medios Audiovisuales sancionada por el Parlamento es necesaria, ya que permite romper el control de los monopolios informativos y generar el pluralismo periodístico, y recuperar la libertad de prensa. La reacción de las corporaciones, como el Grupo Clarín, han desatado una campaña virulenta contra el gobierno acompañada por la voracidad de una oposición sin ideas, que busca únicamente golpear al gobierno y que tienen todos los medios a su disposición, como la pitonisa que anuncia toda clase de catástrofes, sin diferenciar los aportes y avances del gobierno, y señalando solamente sus errores y magnificados. Es preocupante para la vigencia democrática del país.

Con el tema Papel Prensa, empresa monopólica, se hace necesario investigar el accionar de la dictadura militar y a quienes han favorecido. La familia Graiver fue sometida a secuestros, torturas, cárcel y muerte, y le fueron apropiados sus bienes. El gobierno
argentino ha iniciado una investigación para determinar responsabilidades. Maniobras similares a Papel Prensa, utilizó la dictadura militar para apropiarse de las empresas y recursos de los hermanos Iaccarino, víctimas de la violencia y la impunidad de esos años.

Al mismo tiempo, el gobierno, y lo he señalado en reiteradas oportunidades, no sabe y no quiere dialogar; es un gobierno de confrontación y agudización de los conflictos, se mueve con mucha soberbia y poco sentido político para resolver los problemas del país, a eso se suma las políticas provinciales de los señores feudales, que hacen lo que quieren y no lo que deben, y están llevando a las provincias a su desintegración, social, cultural, política y económica. Una cosa es el federalismo que comparte la integración y un proyecto de país y otra el feudalismo que lleva la desintegración nacional.

La política neoliberal que impulsa el gobierno no se ha modificado desde el menemismo que tanto daño hizo al país. Por el contrario se ha profundizado porque una cosa son los discursos progresistas y otra la realidad. El problema político y económico del gobierno y la Sociedad Rural Argentina, no son muy diferentes, simplemente la disputa está en quien se queda con la parte mayor de la torta. Basta tener presente que el gobierno no hace nada para frenar los daños ambientales y los agro-tóxicos, ni la explotación de la megaminería con su desastres y daños para la salud de las poblaciones y sus economías regionales y familiares.

Por otra parte debemos tener presente que el gobierno, en sus contradicciones, ha avanzado en diversos campos sociales. Sería importante para el país que las fuerzas progresistas, opositoras al gobierno presenten alternativas al modelo imperante, en lugar de desgañitarse con críticas que no van a ningún lado.

Los desafíos son enormes y se necesita reprensar el país, generar un nuevo contrato social que permita avanzar en la construcción democrática y la vigencia de los derechos humanos en su integridad.

La libertad de prensa permitirá mayor conciencia crítica y el fortalecimiento de valores éticos, sociales, culturales y políticos. Superará la contaminación informativa y así poder repensar el país que queremos.

Buenos Aires, 1º de septiembre del 2010


Adolfo Pérez Esquivel*

*Premio Nobel de la Paz