La derechona tiene razón. Que una acémila como el Errandonea este, al salir de la cárcel tras cumplir 25 años de condena por sus afición a los ametrallamientos, agarre una pancarta de BILDU y la exhiba, no hay democracia que lo aguante.
Parece ser que el hecho de que un terrorista salga de la cárcel y se sume a una campaña electoral en favor de una opción política legal -por mucho que duela a algunos- es algo nefasto y tremendamente inadmisible.
La protesta orquestada por este asunto es tan ridícula y burda que parecería que fuera BILDU quien hubiera realizado un acto de ensalzamiento de la violencia, cuando lo que ha ocurrido es que un personaje que ha cumplido pena por diversas violencias como este tipo, sale abrazando una opción política que ha fundamentado sus principios en el abandono de aquella.
¿Que haya podido ser una provocación?. Quizá, al utilizar la conjunción «eta» de forma tan destacada en el eslógan «Independencia y Socialismo». Pero si ha sido así, vaya que ha conseguido su propósito, porque la caverna política de España al completo, ha caído de lleno en esa infantil provocación.
Probablemente esta gente esperaba a un terrorista aferrado a su devoción por la metralleta y sus principios violentos para ver autocumplidas sus profecías, pero al menos esta vez ha sido todo lo contrario.
Como ha dicho Juan Carlos Rodríguez Ibarra, expresidente extremeño «Hay que apostar por Bildu como se hizo con Fraga»